Introducción
Los libros de la
Biblia contienen, entre otras cosas, la palabra inspirada por Dios. Ahora,
¿cómo sabemos esto? ¿Bajo cuáles criterios determinamos que esto es así? En torno
a estas preguntas ha habido mucha divergencia, no solo entre los estudiosos de
la Biblia, sino, también, entre los feligreses. Por tal razón, es nuestro
objetivo, en el presente ensayo, tratar de conocer cuáles son los libros
inspirados y cómo, a través de la historia, llegan a formar parte de lo que
llamamos “canon bíblico”.
Queremos aclarar
que con los términos “Primer Testamento, Testamento Judío, Biblia Hebrea, Canon
Hebreo, TaNaK y Antiguo Testamento” nos estamos refiriendo a lo mismo. De igual
manera sucede con los términos “Segundo Testamento, Testamento Cristiano, Canon
del neotestamentario o Nuevo Testamento”. También, cuando hablemos de: Versión
Griega, Biblia Griega, Canon Alejandrino, Versión de los LXX o Septuaginta,
estamos hablando de los mismo.
1. Definiciones
El término
“canon”, según Miguel Pérez Fernández, “probablemente
es de origen semita (קנה),
de donde, a través del griego (kanón), ha entrado en nuestras lenguas”[1]. Este
término, en su sentido primigenio, significaba “caña”, más precisamente, “caña
de medir”; esta hacía referencia a un tipo de regla que se utilizaba en las
construcciones para tomar medidas. También dice Miguel Pérez: “En el uso religioso (el término canon) toma un sentido doble: el sentido activo de
norma y el pasivo de colección o catálogo”[2]. De
manera que éste concepto viene a designar el conjunto de normas de fe y el
conjunto de requisitos con los que tenían que cumplir los diversos escritos
para ser considerados como inspirados.
Se denomina “canon bíblico” al conjunto de libros
que, desde finales del siglo IV d.C., forman parte de la colección de libros
considerados como inspirados. “canónico”
hace referencia a los libros que pertenecen (han sido admitidos) al canon, es
decir, a los libros que llenan los requisitos indicados en el canon. Por otra
parte, tenemos el término “canonizar”,
que significa aceptar o admitir en el canon. Mientras que “canonicidad” alude a ser parte de la colección de libros canónicos.
2. El
canon y la inspiración
Los términos
canónico e inspirado coinciden en que todos los libros canónicos deben ser
inspirados, y se asume que todos los libros inspirados están en el canon bíblico.
Ahora, difieren en su sentido ontológico, pues la inspiración viene de Dios y
la canonicidad del reconocimiento humano. De manera que, para que un libro sea
canónico debe ser inspirado, pero, para que un libro sea inspirado no tiene que
ser canónico. Esto es así, porque la inspiración divina trasciende la
canonización humana.
3. Libros
proto-canónicos, deutero-canónicos y apócrifos
El término “proto-canónico” significa “primer canon”, y designa el conjunto de
libros considerados como inspirados desde la antigüedad. Por ejemplo, el “Canon Hebreo”.
“Deutero-canónico” significa “segundo canon”. Así se les llama a los
libros rechazados por el Canon Hebreo pero acogidos por el “Canon Alejandrino”. También, se designan
con este nombre a los libros que, en principio, a algunas comunidades les
parecieron dudosos hasta que se formó el canon definitivo. De aquí que los
libros deuterocanónicos son 14: siete del Testamento Judío (TJ) y siete del
Testamento Cristiano (TC). Los deuterocanónicos del TJ son: Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Baruc con
la carta de Jeremías, Ben Sirá (Eclesiástico) y Sabiduría. Los del TC son:
Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis. Mientras que los
judíos no admiten lo deuterocanónicos, los protestantes sólo admiten los del TC.
“Apócrifo” (del gr. “apo-kripto, apokryfos”) significa “escondido u oculto”. Son aquellos libros que no forman parte del
canon bíblico, es decir, que ni judíos ni cristianos los reconocen como
inspirados. Entre los libros apócrifos tenemos que destacar los del Antiguo Testamento
(AT) y los del Nuevo Testamento (NT). Se denomina apócrifos del AT a un
conjunto de obras literarias escritas entre los años 200 a.C. – 200 d.C.
aproximadamente. Los del NT son obras cristianas del siglo I que no entraron en
el canon. Los protestantes utilizan el término apócrifos para referirse a los
deuterocanónicos del AT.
PRIMERA
PARTE
El canon del Antiguo Testamento
I.
Canon
Hebreo:
La “Biblia Hebrea” (BH), a la que llamamos
AT, se encuentra dividida en tres secciones: Toráh (Ley), Nebi’im (Profetas) y
Ketubim (Escritos). De las iniciales de estas tres agrupaciones sale el nombre
de la BH – TaNaK. La TaNaK es el libro sagrado del judaísmo, es también la base
de los libros sagrados del Cristianismo y, además, sirvió como base al Corán –libro
sagrado del Islam. El Canon Hebreo consta de 24 libros. En dicho canon 1 y 2
Samuel son un sólo libro, así como también 1 y 2 Reyes; además, Esdras y Nehemías
forman un sólo libro y, de igual manera, 1 y 2 Crónicas.
1.
Primera
colección – la Toráh (Ley):
Aunque normalmente
el término “Toráh” se traduce por “ley”, debido a que en la Versión Griega se
denomina con el nombre de “nomos”
(ley) a la agrupación de los primeros cinco libros de la Biblia, éste significa
“enseñanza, instrucción y normas de
conducta”[3].
Esta colección agrupa cinco libros conocidos también como “Pentateuco” (cinco rollos), de los cuales, según la tradición
clásica judía, Moisés es el autor.
Libros
|
Nombre
hebreo
|
Nombre
griego
|
Capítulos/versículos
|
Génesis
|
Bere’sit
|
Génesis
|
50/1534
|
Éxodo
|
Semot
|
Éxodos
|
40/1209
|
Levítico
|
Wayiqra’
|
Levitikon
|
27/859
|
Números
|
Bamidbar
|
Aritmoi
|
36/1288
|
Deuteronomio
|
Debarim
|
Deuteronomion
|
34/955
|
2.
Segunda
colección – Nebi’im (Profetas):
“Nebi’im” es un término plural en hebreo
que significa “profetas”: “nabí” = profeta, y la terminación “im” indica el plural. Con este nombre se
designa a la segunda agrupación de libros de la BH. Esta colección se encuentra
dividida en dos grupos: los “Nebi’im
ha-risonim”, “profetas anteriores”,
y los “Nebi’im aharonim”, “profetas posteriores”[4].
Los profetas
anteriores son un conjunto de libros históricos:
Libros
|
Nombre
hebreo
|
Nombre
griego
|
Capítulos
|
Josué
|
Yehoshúa
|
Iosue
|
24
|
Jueces
|
Shofetim
|
Kritai
|
21
|
1y2
Samuel
|
Samuel
|
Samuel
|
31-24
|
1y2
Reyes
|
Melajim
|
Basileion
|
22-25
|
Los profetas
posteriores están divididos en “mayores”
y “menores”. Los profetas mayores
son:
Libros
|
Nombre
hebreo
|
Nombre
griego
|
Capítulos
|
Isaías
|
Yeshayah
|
Esaias
|
66
|
Jeremías
|
Yiremyah
|
Ieremias
|
52
|
Ezequiel
|
Yehezqel
|
Iezekiel
|
48
|
Los profetas
menores son:
Libros
|
Nombre
hebreo
|
Nombre
griego
|
Capítulos
|
Oseas
|
Hoshea
|
Osee
|
14
|
Joel
|
Yo’el
|
Ioel
|
3
|
Amós
|
Amos
|
Amos
|
9
|
Abdías
|
Abadyah
|
Abdiu
|
1
|
Jonás
|
Yonah
|
Ionas
|
4
|
Miqueas
|
Mikah
|
Miqaias
|
7
|
Nahúm
|
Najum
|
Naum
|
3
|
Habacuc
|
Jabaquq
|
Abakum
|
3
|
Sofonías
|
Sefanyah
|
Zofonias
|
3
|
Ageo
|
Jagay
|
Aggaios
|
2
|
Zacarías
|
Zekaryah
|
Zaqarias
|
14
|
Malaquías
|
Malaki
|
Malaqias
|
4
|
3.
Tercera
colección – Ketubim (Escritos):
Los “Ketubim” = “escritos” constituyen la tercera agrupación del Canon Hebreo, y es
la de menor valor en el orden jerárquico de dicho canon. Parte de estos libros
encontraron mucha dificultad para ser aceptados en el canon.
Algo importante
que tenemos que resaltar es que Daniel no es considerado como profeta en el
Canon Hebreo, sino que pertenece al grupo de los Escritos, probablemente porque
fue escrito muy tardíamente (siglo II a.C.).
La colección de
los Escritos es:
Libros
|
Nombre
hebreo
|
Nombre
griego
|
Capítulos
|
Salmos
|
Tehilim
|
Psalmoi
|
150
|
Job
|
Iyob
|
Iob
|
42
|
Proverbios
|
Mashal
|
Paroimiai
|
31
|
Rut
|
Rut
|
Ruth
|
4
|
Cantar
de los cantares
|
Shir hashirim
|
Asma
|
8
|
Eclesiastés
|
Qohelet
|
Ekklesiastes
|
12
|
Lamentaciones
|
Ekah
|
Threni
|
5
|
Esther
|
Ester
|
Esther
|
10
|
Daniel
|
Daniel
|
Daniel
|
12
|
Esdras
y Nehemías
|
Ezra- Nehemyah
|
Esdras
|
10-13
|
1y2 Crónicas
|
Dabar-hayamim
|
Paraleipomenon
|
29-36
|
4.
Fijación
del Canon Hebreo
Respecto a este
tema hay muchas conjeturas entre los estudiosos de la Biblia. Es realmente
difícil determinar con precisión el momento histórico en el que se fijó el Canon
Hebreo como colección oficial y normativa. Algunos, para justificar el periodo
intertestamentario (silencio divino), ubican la fijación de dicho canon en los
tiempos de Esdras. Para ello, toman como base la mención que hace Ben Sirá de
las tres agrupaciones del Canon Hebreo. Ahora, si bien es cierto que Sirácida
(Eclesiástico), en su prólogo, menciona la agrupación de los Ketubim, no menos
cierto es que él no la presenta como una agrupación cerrada o completa.
Por otra parte,
hay que tener claro que entre los judíos de Palestina había varios grupos con
doctrinas y principios propios, por ejemplo: fariseos, saduceos y esenios.
Algunos de ellos aceptaban una parte del canon y otra no, como es el caso de
los samaritanos que sólo aceptaban la Toráh. También hay que diferenciar entre
los judíos palestinos y los de la diáspora –los alejandrinos –.
El caso es que,
actualmente, hay cierto consenso en que la fijación del Canon Hebreo se llevó a
cabo después del 70 d.C. Pues antes de esta fecha la religión judía giraba en
torno al Templo, de manera que, al faltar éste, el judaísmo sufrió ciertos
cambios. En este nuevo contexto urgía tener una opinión única sobre qué libros
eran los sagrados y normativos, para salvaguardar la integridad de la fe judía.
Así que los fariseos alcanzaron la hegemonía espiritual y quisieron asegurar la
vida religiosa estableciendo bases firmes para el incipiente judaísmo farisaico.
Fue de esta manera que prontamente se fijó el canon hebreo, posiblemente en el
Concilio de Jamnia. Allí se reunieron y establecieron las leyes para considerar
un libro como inspirado. Para ello, siguieron tres criterios fundamentales:
a) La
antigüedad: Para ser considerado inspirado, un libro debía haber sido escrito
antes del último profeta, Malaquías, en el siglo V a.C.
b) Debía estar
escrito en la lengua sagrada, el hebreo.
c) Estar
conforme con los principios religiosos del judaísmo farisaico.
II.
Canon
Alejandrino
Se denomina “Canon Alejandrino” a la colección de
libros aceptados como inspirados en la Versión Griega. La “Versión Griega” es una traducción que se hizo de la BH al griego.
Sucede que en las diásporas (comunidades judías fuera del territorio de
Palestina), con el tiempo, se había perdido el idioma hebreo, de manera que se
hizo necesario hacer una traducción al griego del texto en hebreo, para que
ellos pudieran leerla.
Según dice la tradición
esta traducción fue hecha alrededor del siglo III a.C., atendiendo a una carta
enviada por Demetrio de Falerón al rey de Judea, en la que pedía una traducción
de la Ley Judía para la biblioteca real. Se dice que esta labor fue llevada a
cabo por 72 hombres en 72 días, de ahí el nombre de la traducción: “Versión de los LXX o Septuaginta”.
En fin, el Canon
Alejandrino son los libros admitidos como inspirados en la Septuaginta,
incluyendo los deuterocanónicos del AT. La Septuaginta está dividida en 5
grupos: Pentateuco, libros históricos, profetas mayores y menores y sapienciales.
La mayoría de las Biblias, a la hora de tomar el AT, adoptan el orden del
Canon Alejandrino. Además, fue esta la versión que usaron los primeros
cristianos; inclusive, casi todas las citas que aparecen en el NT del AT,
fueron tomadas de la Septuaginta, no de la Biblia Hebrea.
III.
Aceptación
del Canon Hebreo en la época del NT:
Jesús y los
apóstoles aceptaron la tradición judía de forma natural y sin discusiones. Esto
lo afirma el hecho de que el NT cita 350 veces el AT. Y aunque en el NT no hay una lista de los libros del AT, sí hay
referencia a las agrupaciones de la BH: la ley, los profetas y los salmos (cf. Lc
24.44 y otros). Aquí hay una prueba de que la tercera colección del Canon Hebreo
todavía no estaba cerrada en tiempos de Jesús. De la Ley, todos los libros son
citados; de los profetas sólo no hay cita de Abdías y Nahúm; en cambio, de los
Escritos no se mencionan: Esdras, Nehemías, Eclesiastés, Cantar de
los cantares y Proverbios.
SEGUNDA
PARTE
Historia del Canon del Nuevo Testamento
I.
Canon
del Nuevo Testamento
Cuan hablamos de “Canon del Nuevo Testamento”, nos
referimos a la colección de libros considerados como inspirados por el Cristianismo. Ahora, es difícil tarea trazar la historia del canon del NT, ya que en
los primeros siglos no podemos hablar de un cristianismo homogéneo, sino de
cristianismos. La razón de esto es que, desde el siglo primero, surgieron diversas
comunidades cristianas con perspectivas en intereses diferentes, las cuales
asumieron la práctica de la fe cristiana de manera distinta.
El caso es que, como
había diversas comunidades cristianas establecidas a lo largo y ancho del
territorio que cubría el vasto Imperio Romano, los diferentes escritos
neotestamentarios fueron a parar en lugares diversos. De aquí la dificultad que
implicaba reunirlos. Por otro lado, no eran sólo los apóstoles los que
escribían, sino que había muchas personas escribiendo cartas y enviándolas a
las iglesias, de manera que era difícil determinar cuáles eran libros
inspirados y cuáles no. Estas son algunas de las causas por las que no podemos
hablar de un canon del NT sino hasta finales del siglo IV d.C., aunque la
fijación definitiva de dicho canon la encontraremos en el siglo XVI, a partir
de la Reforma.
De lo anteriormente
dicho se desprende el hecho de que tratar de comprender y de trazar la historia
del canon del NT, implica comprender el proceso de recopilación y clasificación
de los libros inspirados, así como también la aceptación de dichos libros como
canónicos por parte de las diversas comunidades cristianas de los primeros
siglos.
Para tratar de
comprender el proceso de creación y formación del canon del NT, estudiaremos algunos
de los eventos ocurridos, relacionados con este tema, entre los siglos I-V. Es
decir, desde el momento en que se escriben los textos del NT hasta el último de
los padres de la iglesia (San Agustín).
1.
Proceso de formación del canon del NT
Todos los libros del
NT fueron escritos a partir de la segunda mitad del siglo I, comenzando por
1Tesalonises que es el primer escrito cristiano. Como dijimos anteriormente, en
sus inicios los textos fueron dirigidos a comunidades específicas; las cuales,
desde el principio, acogieron estos escritos como parte de su praxis de fe
cristiana. Hubo algunos escritos que tuvieron más importancia que otros como es
el caso de los evangelios y el “corpus
paulino” (cartas de Pablo).
Pues bien, al
comienzo, luego de ser escritos a sus respectivas comunidades, los libros se
agruparon por regiones. Por ejemplo: en Grecia y Asia Menor las cartas de Pablo
se unieron a las de Juan y al evangelio de Lucas; en Siria y Palestina se
unieron Mateo, Santiago y Judas, etc.
Durante el siglo II,
la mayoría de los escritores citan o aluden a casi todos los libros que
posteriormente constituirán el Canon del NT, reconociéndolos como inspirados (excepto
3 Juan). En este periodo, en casi todas las iglesias había dos grandes
colecciones parciales a las que se le reconocían autoridad canónica: los
evangelios y el corpus paulino. Justino Mártir (166 d.C.) indica la
existencia de un canon de los evangelios. Otro que corrobora esta idea es
Taciano (180 d.C.). Por su parte, Ireneo (202d.C.) defiende la canonicidad de
los cuatro evangelios, y reconoce como Escritura todo el Corpus Paulino.
2.
El nombre de Nuevo Testamento
El término “Nuevo Testamento” surge a raíz de dos
textos bíblicos (cf Mt 26.28 y Heb 8.6-13), en los cuales se
habla de una “Nueva Alianza” o “Nuevo Pacto”. Ahora, es Tertuliano quien
por primera vez usa el término de Nuevo Testamento, para aplicarlo a estos
libros bíblicos, alrededor del año 200 d.C.
3.
Canon de Marción
Marción, aunque es
considerado hereje, juega un papel importante en la historia del canon neotestamentario.
Él consideraba al Dios del Testamento Judío como un Dios sanguinario,
vengativo, totalmente divorciado del Dios de amor del que habla en NT. Por tal
razón, entendía que sólo podía ser auténtico el escrito que hablase de Dios
amor. De aquí que únicamente reconoció autoridad divina a 10 cartas de Pablo y
el evangelio de Lucas. Después rechazaba todo el AT y lo que en el Nuevo
tuviera elementos del Judaísmo. Así que Marción redactó su canon, lo cual llevó
a la iglesia a acelerar el proceso de canonización de los libros del NT.
4.
Requisitos para que un libro fuera admitido en el Canon
del NT
Apostolicidad.
Antigüedad del
escrito, que haya sido escrito en tiempo de los apóstoles.
Aprobación
apostólica.
Ortodoxia doctrinal.
Armonía con otros
libros de la Escritura ya aceptados.
Carácter edificante y
universalidad.
La aceptación
del libro por las diversas comunidades de fe.
5.
Creación del canon del Nuevo Testamento
A principios del
siglo III, el canon bíblico del NT estaba prácticamente formado y había un
consenso casi unánime. Aun así, en algunas comunidades no había un conocimiento
completo del canon o había dudas sobre la normatividad real de los escritos. Veamos esto en detalle.
·
Galia meridional: en tiempo de Ireneo (202
d.C.) el canon estaba casi completo. Se habla de los 4 evangelios, 13 cartas de
san Pablo (excepto Filemón) y todos los demás, excepto 2 Pedro y 3 Juan.
·
Roma: alrededor del año 200 d.C. (quizás un poco antes) encontramos el Canon
Muratoriano. Este atestigua la canonicidad de todos los libros del NT. Sólo
deja de mencionar a Hebreos, Santiago, 2 Pedro y 3 Juan.
·
Alejandría, Egipto: aquí nos dice Orígenes
(254 d.C.) que hay unos libros que todos aceptan: 4 evangelios, Hechos, 13
cartas paulinas, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis. Menos 2 Pedro, 2 y3 Juan,
Judas.
·
Asia Menor: encontramos el canon completo hacia finales del
siglo IV.
·
África Latina: encontramos una lista
incompleta con Tertuliano (222 d.C.), pero es San Agustín quien presenta un
canon completo.
·
Palestina: afirman Eusebio de Cesaréa (304 d.C.) y Cirilo de
Jerusalén (386 d.C.) que el siglo IV había una aceptación universal del canon
del NT.
·
Siria y Antioquía: se habla de un canon
completo en torno al 450 d.C.
II.
Los deuterocanónicos del NT
Como dijimos, son
deuterocanónicos aquellos libros que, en principio, a algunas
comunidades les parecieron dudosos hasta que se formó el canon definitivo. Hebreos,
Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis son los llamados
deuterocanónicos del NT pues, en los primeros siglos de la era cristiana, hubo
dudas entre las comunidades respecto a su canonización.
Algunas de las
causas de la poca aceptación de estos libros, según Silverio Velasco, son las siguientes:
a)
Las dificultades de comunicación y diferencias culturales entre las ciudades no
facilitaban la transmisión de los escritos y su conocimiento.
b)
El hecho de que algunos escritos iban dirigidos a una sola persona (2 y 3 Juan)
o a una comunidad concreta, hacía que no circulasen en otras comunidades.
c)
La difusión de apócrifos que se hacían pasar por libros sagrados o como libros
apostólicos.
III.
Fijación
del canon definitivo:
Es con Agustín
de Hipona, en el Concilio de Cartago (419 d.C.), que encontramos un Canon del NT completo. Además,
es importante la carta Consulenti tibi del Papa san Inocencio I a san
Exuperio, obispo de Tolosa (Francia), el 20 de febrero del a. 405. En ella, el
Papa responde sobre el canon de libros sagrados, presenta una lista completa de
los libros del Canon del NT, la cual posteriormente usará el Concilio de Trento
(siglo XVI).
Ahora bien, es
en el siglo XVI, a raíz de la Reforma Protestante, donde encontramos un canon
definitivo – Concilio de Trento (1545-1563). Pese a los sucesos anteriormente
descritos, ocurridos entre los siglos I-V d.C., en relación con el Canon del
NT; durante toda la Edad Media siguieron las discusiones respecto al tema,
hasta el siglo XVI. Es en este momento de la historia la Iglesia Católica fija
su canon bíblico.
Por su parte,
entre los Protestantes, aunque hubo ciertos problemas con la aceptación de
algunos libros (como es el caso de Lutero que rechazaba el libro de Santiago),
también se fijo el canon definitivo.
El canon
bíblico, entre católicos y protestantes, se diferencia en el hecho de que los
primeros acogen los deuterocanónicos del AT y los reconocen como inspirados;
mientras que los segundos, siguiendo el Cano Hebreo, no les reconocen valor de
inspirados a los deuterocanónicos del AT, sino que los consideran como
apócrifos.
Revisado
por:
Daniel
Bonilla, costarricense: Lic. en Lingüística de la Universidad de Costa Rica;
doctorado en Antiguo Testamento en la Universidad
Teológica Princeton; profesor de: hebreo en la Universidad Biblia Latino
Americana.
excelente aporte, bendiciones
ResponderEliminarpetronila Abreu
Muy buena explicación.
ResponderEliminarMuy buena explicación porque quedó claro q.los libros apócrifo no están en el canon
ResponderEliminar