jueves, 6 de octubre de 2011

EL AYUNO QUE AGRADA A DIOS (Isaías 58.1-12) Por: Pedro Miguel Fernández


Introducción:
En el devenir histórico podemos constatar las diversas maneras en que las personas expresan duelo, levantan protesta social y piden ayuda; todo con el objetivo de llamar la atención de alguien, ya sea otra persona o una deidad. La negación a comer y beber, por ejemplo, o de preocuparse por la apariencia o por vestido, etc., son algunas de las diversas formas con las que el ser humano puede proyectar duelo, protesta o necesidad. Una de las formas características (dentro y fuera de la religión) de las personas proyectar los estados antes mencionados es el ayuno.

Ayunar significa abstenerse de comer y beber durante un determinado periodo de tiempo, para comunicar (para decir) algo a otra persona. Pues, del mismo modo que el silencio puede significar consentimiento o disgusto, el ayuno puede transmitir una imagen de duelo, de disgusto o de necesidad.

El ayuno es un tipo de conducta ritualizada que se practica en la mayoría de las religiones, aunque con diversos significados. Tiene lugar también en forma no ritualizada cuando las personas se ven afligidas por un mal arrollador. Por ejemplo, en alguien que ha perdido su cónyuge, la imposibilidad de ingerir alimentos es una forma de expresar el duelo; también, cuando un pueblo no está de acuerdo con ciertas medidas políticas, tomadas por los gobernantes, pueden expresar protesta dejando de comer (huelga de hambre).

Ahora bien, es interesante como se concibe el ayuno entre las diversas tradiciones del cristianismo: mientras que para algunos es una forma de “matar la carne”, para otros un medio para obtener beneficios divinos (prosperidad económica, solución de problemas, respaldo espiritual, etc.), otros lo ven como un espacio en el cual se apartan y encuentran con Dios, otros como un deber cristiano, etc.

En consecuencia, hay muchas divergencias entre los cristianos en cuanto al tema del ayuno. Pues cada quien asume practicar la forma “verdadera” del ayuno. Son estas divergencias las que, en el presente ensayo, nos motivan a tratar de encontrar, en las Sagradas Escrituras, una luz que nos ilumine en la búsqueda por conocer cuál es el ayuno que agrada a Dios. Para ello, analizaremos el texto de Isaías 58.1-12, haciendo uso de algunos pasos metodológicos para una lectura socio-estructural del texto; además, trataremos de conocer el mensaje del texto en su contexto, así como también, la actualización del mismo para hoy.


I.                   Contexto literario del texto:

Las profecías de restauración, al regreso del exilio babilónico, tanto de Ezequiel como del Deutero-Isaías, crearon en el pueblo exiliado expectativas de esperanza a su retorno al territorio Judío. El pueblo que estaba en Babilonia sería llevado nuevamente a Israel, lugar donde Yahvé le iba a afirmar para siempre. La cuidad sería reconstruida, los muros levantados, el templo restaurado. Todo sería perfecto.

El caso es que, ya habían transcurrido unos treinta años desde el regreso del exilio (539 a.C) y todavía el pueblo estaba en las ruinas. En medio de este contexto de desesperanza, miseria y ruinas el pueblo empieza a buscar arduamente a Yahvé (Is 58.2). Querían que Yahvé cumpliera las promesas que había hecho a través de los profetas. Trataban de llamar la atención divina por medio de la aflicción y el ayuno (58.3-5).
El pueblo espera una respuesta por parte de Yahvé, que viniera a solucionar sus problemas. Sin embargo, la situación de vida del pueblo se complica, la necesidad aumenta, pero Yahvé no responde al clamor del pueblo. Es así que el pueblo desesperado por el silencio y la indiferencia divina se pregunta: ¿Para qué ayunar, si no haces caso? ¿Mortificarnos, si tú no te fijas? (58.3a). Es éste el contexto desde el cual Yahvé le pide al profeta que clame contra el pueblo.


II.                Análisis socio-estructural del texto:


A Yahvé manda al profeta clamar contra el pueblo v.1
Grita a voz en cuello, sin cejar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.

B El pueblo busca de forma incorrecta a Yahvé v.2
Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de su Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios.

C El pueblo cuestiona por qué Yahvé no responde v.3a
¿Para qué ayunar, si no haces caso? ¿Mortificarnos, si tú no te fijas?

D El ayuno que Yahvé no quiere v.3b-5
Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés, y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea, el día en que el hombre se mortifica? Mover la cabeza como un junco, acostarse sobre estera y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?

D’ El ayuno que Yahvé quiere v.6-7
E1 ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne.

C’ Yahvé promete responder al clamor del pueblo v.8-9a
Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino tu justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; pedirás auxilio, y te dirá: Aquí estoy.

B’ Cómo buscar a Yahvé correctamente v.9b-10a
Si destierras de ti los cepos, y el señalar con el dedo, y la maledicencia; si das tu pan al hambriento y sacias el estómago del indigente.

A’ Yahvé promete reconstruir el pueblo v.10b-12
Surgirá tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor te guiará siempre, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, con cuya vena nunca engaña, Reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre los cimientos de antaño; te llamarán tapiador de brechas, restaurador de casas en ruinas.

A Yahvé manda al profeta clamar contra el pueblo v.1
B El pueblo busca de forma incorrecta a Yahvé v.2
C El pueblo cuestiona por qué Yahvé no responde v.3a
D El ayuno que Yahvé no quiere v.3b-5
D’ El ayuno que Yahvé quiere v.6-7
C’ Yahvé promete responder al clamor del pueblo v.8-9a
B’ Cómo buscar a Yahvé correctamente v.9b-10a
A’ Yahvé promete restaurar el pueblo v.10b-12

Este texto se encuentra estructurado de forma quiástica (tipo de estructura), expresando en dicha estructura cuatro antítesis:

a)      Primera antítesis:
A Yahvé manda al profeta clamar contra el pueblo v.1
A’ Yahvé promete restaurar el pueblo v.10b-12

El mismo Yahvé que en principio manda al profeta a clamar en contra del pueblo (v.1), es quien al final promete restaurarle (v.10b-12). Al parecer son los pecados cometidos por el pueblo los que hacen que éste aun permanezca en ruinas, miseria y calamidad, y son también dichos pecados los que mueven a Yahvé a mandar al profeta a levantar su voz como trompeta en denuncia contra ellos. Es interesante que nuestro texto termine con una promesa de restauración para el pueblo. Aquí, la denuncia y la promesa divina sirven como paréntesis que encierran el texto. Ahora, es lógico que para pasar de la denuncia a la promesa tuvo que suceder algo, veamos que es.

b)      Segunda antítesis:
B El pueblo busca de forma incorrecta a Yahvé v.2
B’ Cómo buscar a Yahvé correctamente v.9b-10a

El clamor del profeta se levanta a raíz del pecado del pueblo. Aunque el pueblo busca arduamente a Yahvé, situación que le hace sentir merecedor del favor divino, lo cierto es que no practica la צדקה (justicia), abandonando así, el mandato de su Dios (v.2). Frente a la búsqueda incorrecta de lo divino,  por causa de la injusticia del pueblo; Yahvé expone qué debe hacer el pueblo para buscarle correctamente (v.9-10a). He aquí el problema que enfrenta el profeta en Israel: mientras el pueblo trata de encontrar a Yahvé en los sacrificios, el profeta entiende que Dios lo que demanda es צדקה (justicia). De manera que, quien quiera encontrar a Yahvé, tendrá que buscarlo en la práctica de la justicia, pues esta es la manera correcta de buscarle. Es decir, que allí donde se vive en justicia, Dios está presente. Ahora, ¿qué es la justicia? Es eliminar los medios de opresión y saciar a quien está hambriento.

c)      Tercera antítesis:
C El pueblo cuestiona por qué Yahvé no responde v.3a
C’ Yahvé promete responder al clamor del pueblo v.8-9a

Envuelto en su búsqueda de Yahvé, el pueblo no se da cuenta de que lo está buscando de manera equivocada. Muchas veces, las personas se encierran tanto en la búsqueda ideológica y abstracta de Dios, que ésta se vuelve un fin en sí mismo, cubriendo así, el camino que conduce a Dios. Cuando esto sucede, la búsqueda deja de ser religiosa (camino hacia Dios), para convertirse en idolatría (aquello que ocupa el lugar de Dios). Con mucha razón se ha dicho que “la tragedia de la humanidad ocurre cuando los medios se convierten en fines”. Lo que los seres humanos todavía no terminan de entender es que a Dios no se le busca en el espacio vacío, sino en la creación misma, la cual constituye la más profunda teodicea. Cuando el ser humano se encierra en una búsqueda de lo divino al margen de sus semejantes, termina ensimismado y ahogado en su propio ego.
Pues bien, el pueblo entiende que sí está buscando arduamente a Yahvé y que, por lo tanto, Yahvé debería contestarle. Por eso, al no recibir una respuesta divina se desencantan y decepcionan ¿Para qué ayunar, si no haces caso? ¿Mortificarnos, si tú no te fijas? (v.3). La antítesis de este versículo, presenta a Yahvé atendiendo al clamor del pueblo (v.8-9a): “Detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; pedirás auxilio, y te dirá: Aquí estoy”. Mientras que el pueblo está a punto de tirar la toalla a causa de la indiferencia divina, Yahvé aparece prometiendo su compañía y respuesta inmediata. Pero para que esto se haga realidad tiene que suceder algo en el pueblo. Al parecer la clave de la transformación que necesita el pueblo, para recibir la respuesta y el respaldo divino, está en aprender a ayunar.

d)      Cuarta antítesis:
D El ayuno que Yahvé no quiere v.3b-5
D’ El ayuno que Yahvé quiere v.6-7

Como centro de nuestra estructura, expresado también en forma de antítesis, está el ayuno: el ayuno que Yahvé detesta y que el pueblo arduamente practica (v.3b-5), y el ayuno que Yahvé anhela, pero que el pueblo no sabe nisiquiera que existe (v.6-7).

El ayuno que Yahvé no quiere v.3b-5
Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés, y apremiáis a vuestros servidores;
Mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad.
No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces.
¿Es ése el ayuno que el Señor desea, el día en que el hombre se mortifica?
Mover la cabeza como un junco, acostarse sobre estera y ceniza,
¿A eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?

El ayuno entendido como un duelo o huelga de hambre ritualmente sacralizada, busca mover (manipular) los sentimientos de Dios, para que responda a los deseos interesados y egocéntricos del ser humano; en tanto que éste explota, aliena y oprime a quien le queda abajo, olvidando que es a otro ser humano a quien está expropiando de la dignidad que, como tal, merece. El verdadero ayuno tendrá que ver con velar porque la dignidad de cualquier ser humano no sea socavada.

Un ayuno que consiste única y exclusivamente en dejar de comer para afligirse, en tanto que se pleitea con el prójimo, no es más que un insulto a Dios. De poco vale ayunar, si no podemos resolver nuestras diferencias de manera pacífica, sino practicamos la tolerancia, si nuestros intereses se inflan en detrimento de la dignidad del prójimo.

En consecuencia, dice Yahvé: No ayunéis como ahora. Pero, sucede que el pueblo de Israel comprendía el ayuno como una forma de auto-humillación con la que buscaba llamar la atención divina, para que eventualmente le ofreciera su ayuda. Por ejemplo, como dice Bruce J. Malina: era normal entre los israelitas la práctica del ayuno ritualizado  cuando ocurría algún desastre social, especialmente de carácter político (ver Is 58,3-6; Jr 14,12; también 1Re 21,9.12; 2Cro 20,3; Esd 8,21; Est 4,16)[1]. Este se expresaba a Yahvé con la abstención de comer (ayuno), con su desinterés por el vestido (saco) o por la apariencia (cara sucia, cabello descuidado = cenizas en la cabeza).

Frente a la pretensión del pueblo que pensaba  que por su semblante afligido iba a manipular los sentimientos divinos, se desvela la palabra confrontadora de Yahvé en forma de pregunta, que pone de manifiesto lo espurio del ayuno del pueblo ¿A eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?.

El ayuno que Yahvé quiere v.6-7
E1 ayuno que yo quiero es éste:
1.      Abrir las prisiones injustas,
2.      Hacer saltar los cerrojos de los cepos,
3.      Dejar libres a los oprimidos,
4.      Romper todos los cepos;
5.      Partir tu pan con el hambriento,
6.      Hospedar a los pobres sin techo,
7.      Vestir al que ves desnudo
8.      Y no cerrarte a tu propia carne.

Dice Bruce J. Malina: Los mendigos llevan una vida que manifiesta casi todas las dimensiones del duelo: descuidados, desarrapados, sin acceso al agua para lavarse, sin el alimento y la bebida suficientes[2]. Desde aquí, el ayuno no consiste en sacralizar la abstención de ingerir alimentos, en busca de nuestros propios intereses egocéntricos. Pues el interés egoísta, en el mayor de los casos, degenera en violencia contra el prójimo. Verdadero ayuno será que aquella persona que (contrario al mendigo, al indigente, al extranjero, a la viuda y el huérfano) sí tiene para comer, se abstenga de ingerir alimentos para darlo a quien no tiene para su sustento; desde aquí el ayuno será un acto de generosidad empática. Es decir, está claro que ayuno es no comer, pero no comer para compartir el pan con el prójimo que no tiene para su sustento.

El texto lo expone bien claro, el verdadero ayuno es justicia, libertad y generosidad; es no cerrarse en uno mismo, es decir, es no ensimismarse en el interés egocéntrico; es hospitalidad y vestir al desnudo. Es la práctica de esto, lo que produciría que la presencia de Yahvé se mantuviera en el pueblo, lo cual garantizaba una rápida respuesta divina al clamor de éste. Comprender el ayuno que agradaba a Yahvé, le permitiría al pueblo ser restaurado de la situación paupérrima en que la vivía.

Ahora bien, como es lógico, si Dios pedía todo lo mencionado al pueblo, es porque éste hacía todo lo contrario. Lo cual nos muestra la situación del pueblo en el post-exilio. La precariedad, la ruina y la necesidad eran la realidad imperante. En medio de este contexto los más pudientes masacraban a los de abajo, le quitaban el pan, el vestido, la casa y le echaban en la cárcel injustamente. Reñían unos con otros y se entraban a puñetazos el mismo día que consagraban para Yahvé, profanando así la santidad divina. Esto causaba que Yahvé no hiciera caso a los sacrificios, pues, con los mismos sólo se buscaba el interés humano, no agradar a Dios.

Actualmente la realidad entre poderosos y quienes no tienen poder es similar a la del texto. Por su parte, la religión, no le presta mucha atención a esto, sólo exige a la gente cumplir ritos. Pues es más fácil, con el pretexto de agradar a Dios, pedir a la gente que se abstenga de comer que, en generosidad, saciar el hambre, la sed y las necesidades de liberación y justicia que hoy piden a gritos las mayorías minoritarias. Hoy, aunque se nos hayan olvidado las palabras de Isaías, Dios sigue diciendo: No ayunéis como ahora, porque el ayuno que yo quiero es otro.


[1] Malina, Bruce J. – Rohrbaugh, Richard L. Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. p.323.

[2] Malina, p.323.

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