miércoles, 26 de abril de 2017

"EL SUFRIMIENTO DE JOB Y LA LEY DE LA RETRIBUCIÓN"

Por: Pedro M. Fernández - 2009

Los capítulos 1 y 2 del libro de Job, los cuales han sido denominados (por los estudiosos del libro) prólogo de éste, nos narran el relato introductorio a dicha novela. Y por contener éstos los aspectos introductorios del libro, pienso que me serán muy útiles para el presente ensayo.

Los capítulos antes mencionados, empiezan narrando la vida de un hombre llamado Job el cual es justo (v.1), y su justicia se ve reflejada en la gran cantidad de bienes que Dios le ha dado (v. 10). Aquí nos encontramos bajo la concepción de retribución, que se expresa en la fórmula pecado/castigo y justicia/bienestar. Es importante notar el énfasis hecho por el narrador sobre la justicia y la integridad de Job (cap. 1,1; 1,8; 2,3), pues no es solamente él quien dice que Job es íntegro, sino que el mismo Dios da testimonio de ello. Con esta insistencia de parte del narrador se nos prevé que todo lo que va a pasar a continuación en la vida de Job no podrá ser su culpa, porque Job no ha hecho nada malo. Aquí llega la pregunta de fondo, si Job es justo, entonces ¿por qué le vienen todos estos males?  En otras palabras ¿por qué le acarrean desgracia y sufrimiento al justo? Veamos el relato.

1.     Job y sus bienes 1,1-5:
Aquí se nos presenta a un hombre que –  según el narrador y también Dios (cap. 1,1; 1,8; 2,3) – es cabal, recto, que teme a Dios y se aparta del mal. Por eso, dicho hombre tiene una gran familia, tiene mucha riqueza, tiene buena fama en medio de su pueblo, es un hombre que lleva una buena vida religiosa; en conclusión: es perfecto. Por esta razón, es imposible que algo malo le pase, de acuerdo con la idea de la retribución, todo debe salirle bien. Por lo que desde ya podemos suponer, que el narrador quiere descartar dicha idea y situarnos frente a una nueva dimensión del sufrimiento humano.

2.     1er. plan de Dios y el satán contra Job 1,6-12:
Ahora se nos sitúa frente a una nueva dimensión, la dimensión de los dioses. Veamos que sucede.
Han llegado todos los hijos de Dios a presentarse ante El y, en medio de ellos (de los que han venido) está el acusador (el satán), el cual también es “hijo de Dios” –  según Pikaza, en Israel no existe el dualismo que presenta el Cristianismo entre el satán y Dios (Pikaza, 1996). Inmediatamente Dios se dirige al satán y le pregunta: ¿De dónde vienes? De andar por la tierra, él le responde. Pareciera que el satán es el más importante entre los hijos de Dios, por eso Dios se dirige a él de primero.

De aquí, por un lado, podemos sospechar que ya Dios tiene orquestado un plan contra Job. Pues lo pone en la agenda del Satán al mencionárselo. Pues, parece ser Él quien induce al satán para que se fije en Job. ¿Por qué razón? No lo sabemos. Pero todo parece indicar que es simplemente por gusto, pues El sabe de antemano que Job es justo e íntegro; pero quiere usarlo para probarle al Satán que Job realmente es íntegro. Parece paradójico, pues ¿quién es el satán para que Dios busque (sin el Satán preguntarle) demostrarle que los humanos lo aprecian? Por ahora, lo cierto es que la desgracia ya no estará regida por una ley de retribución, sino que sobre quien caiga la mirada de los dioses para ser (¿probado?), sea bueno o malo, rico o pobre le vendrá la desgracia.

Por otro lado, el satán, parece ser un personaje que desconfía de la integridad y la honradez de los humanos. El entiende que los humanos no son más que unos interesados, que invocan a Dios, sólo por lo que El les da (v. 9). En tal caso, Dios sería un simple objeto que los humanos utilizan para obtener lo que quieren, es decir, si Dios quiere que los humanos le invoquen; tiene que darles riqueza y bienestar, pues de lo contrario, lo maldicen y se olvidan de Él (v. 11). Esto será así, a menos que Dios demuestre lo contrario. Quizás por esto Dios quiere desmostarle al satán que aunque El castigue a los humanos, ellos le siguen invocando fielmente.  Quizás ésta sea la causa de la situación de Job, salvar la reputación de Dios ante el Satán. Pero si es así ¿quién es el Satán para que Dios busque con diligencia verse aprobado ante él, aun al costo del sufrimiento humano? ¿Será que el Satán es el hijo favorito de Dios? ¿O será que el Satán puede manipular a Dios, haciendo que maltrate a los humanos por puros caprichos? Pero ¿sería lógico que un dios pueda ser manipulado por uno de sus hijos? ¿Con qué suerte correrá el pueblo si su Dios permite que el Satán lo maltrate por caprichos sólo para probarle que los humanos le aman (a Dios) de gratis?

En muchas partes del antiguo testamento se presenta a Yahvé exigiendo que reconozcan que El tiene el poder. ¿Será que el autor del relato no está de acuerdo con la actitud dogmática de las diferentes tradiciones (religiosas, sapienciales…) judías, en las cuales Yahvé siempre era el protagonista? En todo caso, ya Dios no parece ser el Dios que recompensa a los seres humanos justamente (bienestar para el bueno, malestar para el malo), sino uno que para demostrarle al Satán que lo aman de gratis, manda mal y bien sobre justos y pecadores indistintamente. El pueblo ahora vivirá la incertidumbre de no poder hacer algo para ganarse la felicidad, pues no depende de sus acciones (justas) el estar bien o mal, sino de las decisiones de su Dios y los caprichos del Satán.

3.      Destrucción de los bienes de Job 1,13-22:
Aquí se relata cómo le quitaron la familia y todos los bienes materiales a Job. Hay cuatro reportes de destrucción (v. 14-19), todos empiezan y terminan de la misma manera: a) “Todavía estaba éste hablando, cuando llegó otro que dijo…” b) “Sólo yo pude escapar para traerte la noticia". El capítulo termina afirmando la integridad de Job, pues, En todo esto no pecó Job, ni profirió la menor insensatez contra Dios (v. 22). Es como si el autor dijera: si al bueno le viene el bien y al malo el mal, y Job es bueno (pues no pecó ni aun cuando Dios se ensañó contra él), entonces ¿por qué le viene el mal? ¿Cómo responder a eso? Por lo que ya no sirve para nada esa ley retributiva. Pero todo no termina aquí, pues apenas comienza.

4.     2do. plan de Dios y el satán contra Job 2,1-7a:
Parece que Dios va ganando en la apuesta. El satán ha despojado a Job de todo y todavía Job sigue íntegro. Pero el satán no se da por vencido tan fácilmente.

De vuelta en la dimensión de los dioses hay otra reunión de Dios con sus hijos y, en paralelo con la reunión pasada, ocurre prácticamente lo mismo. El satán llega y, de nuevo, Dios se pone a hablar con él, es con el único que habla, según el relato (cap. 2,2). El satán responde lo mismo que la primera vez: "De recorrer la tierra y pasearme por ella"(v.2). Parece que cada vez que el satán sale a pasear por la tierra castiga a alguien. Además, mira la obra de los humanos para impulsar a Dios a que los castigue. 

El caso es que, nuevamente Dios vuelve a hablar al satán acerca de Job. Pareciera que Dios tenía razón. Pero el satán aun no se fía de la integridad humana, ahora parece ser más escéptico. Según Pikaza, la nueva intervención de Satanás resulta más cínica, pues dice que al hombre no le importan los bienes exteriores, ni siquiera la familia, sino que solo le duele su falta de salud, la ruina interna: ¡solo nos queremos y buscamos a nosotros mismos! Dios nuevamente pone a Job en las manos del satán para que haga lo que quiera, sólo que no lo mate. ¿Dónde está la preocupación de Dios por los humanos, si los deja en las manos del acusador para que los maltrate?

5.     Enfermedad de Job 2,7b-10:
El satán descarga toda su furia contra Job y lo deja irreconocible con una enfermedad que lo destruía poco a poco, pero no lo mataba. Frente a esta situación, la mujer de Job toma la actitud plenamente humana frente a una situación adversa (es mejor morir rápidamente, que ser torturado lentamente hasta que llegue la muerte), por eso le dice: ¡maldice a tu Dios y muérete! (v. 9). La mujer de Job pensará, ¿para qué seguir fiel a un Dios que no se duele del sufrimiento humano? Para ella, un Dios que no le importa el sufrimiento humano no puede ser el Dios de los que sufren, por lo que a ella no le importa maldecirlo hasta la muerte. Pero Job persiste en ser fiel, a pesar de que su Dios es quien manda al Satán a castigarlo. Porque de Dios viene el bien y el mal (v. 10).

6.     Los amigos de Job 2,11-13:
El relato termina con la visita de los amigos de Job, los cuales al verle sólo se sientan a su lado y guardan silencio. Esa es la actitud pasiva que, muchas veces, toma la religión frente al que sufre. Pues aunque sabe que está sufriendo, por mantener incólumes sus intereses religiosos; mejor prefiere callar y pensar en cómo sacar libre la reputación de la religión, aun haciendo juicios injustos. Eso será lo que más adelante harán los amigos de Job. 

domingo, 23 de abril de 2017

"REVELACION Y CANONIZACION"

Por: Pedro M. Fernández

Al abordar estos conceptos, considero pertinente hacerlo desde su más hondo sentido religioso; comprendiendo lo religioso en su sentido primigenio (pre-institucional), como la experiencia de relación entre el ser humano y lo divino, o lo que es lo mismo, como experiencia espiritual.

En este contexto el ser humano se dirige hacia Dios en relación libre y gratuita. En dicha relación el obrar divino a favor del ser humano con la consecuente capacitación del ser humano para comprender dicho obrar como una acción divina es la revelación. Pues si bien es cierto que revelar tiene que ver con quitar el velo y mostrar la realidad que está detrás, no menos ciertos es que el espectador tiene que tener los ojos abiertos para poder ver.

La revelación de Dios para ser comprendida, debe partir de comprender la naturaleza intrínseca de Dios, lo cual es muy complejo. Pero podemos decir someramente que Dios se abre al ser humano, por medio de su obra a favor de este. Y los seres humanos que tienen los ojos espirituales abiertos logran ver la revelación de Dios. En este primer momento, la revelación es sólo experiencia sin más.

Luego de un proceso de creación mental, se racionaliza la experiencia y se crean dogmas para fijar aquello en lo que se cree. Pero se da el caso de que un grupo de seres humanos no puede captar toda la revelación de Dios, porque están limitados por su posicionalidad espacial, temporal y cosmovisiva. De aquí que sólo pueden tomar como base de su fe, la parte de la revelación de Dios que le ha sido desvelada en su experiencia.

Por cuestiones de intereses se hace necesario tener el control de lo que se cree, para mantener un ritmo fijo de fe, el ser humano canoniza (determina los límites de la revelación que van a regir a un grupo de fe). Pero sucede que la revelación divina trasciende y desborda la canonización humana.

La canonización da gran valor a la revelación contenida ante los que siguen dicha revelación, pero no es cierto que tal revelación sea mayor que la otra, pues Dios es el mismo. Y el canon no puede detenerlo para que no se revele más.


La revelación inicial canonizada sirve como referente de juicio de la nueva revelación, pues como de una fuente no puede salir agua dulce y amarga simultáneamente, es lógico que la revelación post-canónica tenga que tener coherencia con la canónica, si viene del mismo Dios.

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