Por: Pedro M. Fernández - 2009
Los capítulos 1 y 2 del libro de Job,
los cuales han sido denominados (por los estudiosos del libro) prólogo de éste,
nos narran el relato introductorio a dicha novela. Y por contener éstos los
aspectos introductorios del libro, pienso que me serán muy útiles para el
presente ensayo.
Los capítulos antes mencionados,
empiezan narrando la vida de un hombre llamado Job el cual es justo (v.1), y su
justicia se ve reflejada en la gran cantidad de bienes que Dios le ha dado (v.
10). Aquí nos encontramos bajo la concepción de retribución, que se expresa en la fórmula pecado/castigo y
justicia/bienestar. Es importante notar el énfasis hecho por el narrador sobre
la justicia y la integridad de Job (cap. 1,1; 1,8; 2,3), pues no es solamente
él quien dice que Job es íntegro, sino que el mismo Dios da testimonio de ello.
Con esta insistencia de parte del narrador se nos prevé que todo lo que va a
pasar a continuación en la vida de Job no podrá ser su culpa, porque Job no ha
hecho nada malo. Aquí llega la pregunta de fondo, si Job es justo, entonces
¿por qué le vienen todos estos males? En
otras palabras ¿por qué le acarrean desgracia y sufrimiento al justo? Veamos el
relato.
1.
Job y sus bienes 1,1-5:
Aquí se nos presenta a un hombre que
– según el narrador y también Dios (cap.
1,1; 1,8; 2,3) – es cabal, recto, que
teme a Dios y se aparta del mal. Por eso, dicho hombre tiene una gran
familia, tiene mucha riqueza, tiene buena fama en medio de su pueblo, es un
hombre que lleva una buena vida religiosa; en conclusión: es perfecto. Por esta
razón, es imposible que algo malo le pase, de acuerdo con la idea de la retribución, todo debe salirle bien.
Por lo que desde ya podemos suponer, que el narrador quiere descartar dicha
idea y situarnos frente a una nueva dimensión del sufrimiento humano.
2.
1er. plan de Dios y el
satán contra Job 1,6-12:
Ahora se nos sitúa frente a una nueva
dimensión, la dimensión de los dioses. Veamos que sucede.
Han llegado todos los hijos de Dios a
presentarse ante El y, en medio de ellos (de los que han venido) está el
acusador (el satán), el cual también es “hijo de Dios” – según Pikaza, en Israel no existe el dualismo que presenta el Cristianismo entre el satán
y Dios (Pikaza, 1996).
Inmediatamente Dios se dirige al satán y le pregunta: ¿De dónde vienes? De andar por la tierra, él le responde. Pareciera
que el satán es el más importante entre los hijos de Dios, por eso Dios se
dirige a él de primero.
De aquí, por un lado, podemos sospechar
que ya Dios tiene orquestado un plan contra Job. Pues lo pone en la agenda del Satán
al mencionárselo. Pues, parece ser Él quien induce al satán para que se fije en
Job. ¿Por qué razón? No lo sabemos. Pero todo parece indicar que es simplemente
por gusto, pues El sabe de antemano que Job es justo e íntegro; pero quiere
usarlo para probarle al Satán que Job realmente es íntegro. Parece paradójico,
pues ¿quién es el satán para que Dios busque (sin el Satán preguntarle)
demostrarle que los humanos lo aprecian? Por ahora, lo cierto es que la
desgracia ya no estará regida por una ley de retribución, sino que sobre quien caiga la mirada de los dioses
para ser (¿probado?), sea bueno o malo, rico o pobre le vendrá la desgracia.
Por otro lado, el satán, parece ser un
personaje que desconfía de la integridad y la honradez de los humanos. El
entiende que los humanos no son más que unos interesados, que invocan a Dios,
sólo por lo que El les da (v. 9). En tal caso, Dios sería un simple objeto que
los humanos utilizan para obtener lo que quieren, es decir, si Dios quiere que
los humanos le invoquen; tiene que darles riqueza y bienestar, pues de lo
contrario, lo maldicen y se olvidan de Él (v. 11). Esto será así, a menos que
Dios demuestre lo contrario. Quizás por esto Dios quiere desmostarle al satán
que aunque El castigue a los humanos, ellos le siguen invocando fielmente. Quizás ésta sea la causa de la situación de
Job, salvar la reputación de Dios ante el Satán. Pero si es así ¿quién es el Satán para que Dios busque con diligencia verse aprobado ante él, aun al costo
del sufrimiento humano? ¿Será que el Satán es el hijo favorito de Dios? ¿O será
que el Satán puede manipular a Dios, haciendo que maltrate a los humanos por
puros caprichos? Pero ¿sería lógico que un dios pueda ser manipulado por uno de
sus hijos? ¿Con qué suerte correrá el pueblo si su Dios permite que el Satán lo
maltrate por caprichos sólo para probarle que los humanos le aman (a Dios) de
gratis?
En muchas partes del antiguo testamento
se presenta a Yahvé exigiendo que reconozcan que El tiene el poder. ¿Será que
el autor del relato no está de acuerdo con la actitud dogmática de las
diferentes tradiciones (religiosas, sapienciales…) judías, en las cuales Yahvé
siempre era el protagonista? En todo caso, ya Dios no parece ser el Dios que
recompensa a los seres humanos justamente (bienestar para el bueno, malestar
para el malo), sino uno que para demostrarle al Satán que lo aman de gratis,
manda mal y bien sobre justos y pecadores indistintamente. El pueblo ahora vivirá
la incertidumbre de no poder hacer algo para ganarse la felicidad, pues no
depende de sus acciones (justas) el estar bien o mal, sino de las decisiones de
su Dios y los caprichos del Satán.
3.
Destrucción de los bienes de Job 1,13-22:
Aquí se relata cómo le quitaron la
familia y todos los bienes materiales a Job. Hay cuatro reportes de destrucción
(v. 14-19), todos empiezan y terminan de la misma manera: a) “Todavía estaba éste hablando, cuando llegó
otro que dijo…” b) “Sólo yo pude
escapar para traerte la noticia". El capítulo termina afirmando la
integridad de Job, pues, En
todo esto no pecó Job, ni profirió la menor insensatez contra Dios (v. 22).
Es como si el autor dijera: si al bueno le viene el bien y al malo el mal, y
Job es bueno (pues no pecó ni aun cuando Dios se ensañó contra él), entonces
¿por qué le viene el mal? ¿Cómo responder a eso? Por lo que ya no sirve para
nada esa ley retributiva. Pero todo no termina aquí, pues apenas comienza.
4. 2do. plan de Dios y el satán contra Job 2,1-7a:
Parece que Dios va ganando
en la apuesta. El satán ha despojado a Job de todo y todavía Job sigue íntegro.
Pero el satán no se da por vencido tan fácilmente.
De vuelta en la dimensión
de los dioses hay otra reunión de Dios con sus hijos y, en paralelo con la
reunión pasada, ocurre prácticamente lo mismo. El satán llega y, de nuevo, Dios
se pone a hablar con él, es con el único que habla, según el relato (cap. 2,2).
El satán responde lo mismo que la primera vez: "De recorrer la tierra y pasearme por ella"(v.2). Parece
que cada vez que el satán sale a pasear por la tierra castiga a alguien.
Además, mira la obra de los humanos para impulsar a Dios a que los castigue.
El caso es que, nuevamente
Dios vuelve a hablar al satán acerca de Job. Pareciera que Dios tenía razón.
Pero el satán aun no se fía de la integridad humana, ahora parece ser más
escéptico. Según Pikaza, la nueva
intervención de Satanás resulta más cínica, pues dice que al hombre no le
importan los bienes exteriores, ni siquiera la familia, sino que solo le duele
su falta de salud, la ruina interna: ¡solo nos queremos y buscamos a nosotros
mismos! Dios nuevamente pone a Job en las manos del satán para que haga lo
que quiera, sólo que no lo mate. ¿Dónde está la preocupación de Dios por los
humanos, si los deja en las manos del acusador para que los maltrate?
5. Enfermedad de Job 2,7b-10:
El satán descarga toda su
furia contra Job y lo deja irreconocible con una enfermedad que lo destruía
poco a poco, pero no lo mataba. Frente a esta situación, la mujer de Job toma
la actitud plenamente humana frente a una situación adversa (es mejor morir
rápidamente, que ser torturado lentamente hasta que llegue la muerte), por eso
le dice: ¡maldice a tu Dios y muérete!
(v. 9). La mujer de Job pensará, ¿para qué seguir fiel a un Dios que no se
duele del sufrimiento humano? Para ella, un Dios que no le importa el
sufrimiento humano no puede ser el Dios de los que sufren, por lo que a ella no
le importa maldecirlo hasta la muerte. Pero Job persiste en ser fiel, a pesar
de que su Dios es quien manda al Satán a castigarlo. Porque de Dios viene el
bien y el mal (v. 10).
6.
Los amigos de Job 2,11-13:
El relato termina con la
visita de los amigos de Job, los cuales al verle sólo se sientan a su lado y
guardan silencio. Esa es la actitud pasiva que, muchas veces, toma la religión
frente al que sufre. Pues aunque sabe que está sufriendo, por mantener
incólumes sus intereses religiosos; mejor prefiere callar y pensar en cómo
sacar libre la reputación de la religión, aun haciendo juicios injustos. Eso
será lo que más adelante harán los amigos de Job.