miércoles, 21 de junio de 2017

"HACIA UNA PSICOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN"

Por: Pedro Miguel Fernández - 2016
Análisis del Aporte de Martín-Baró

En su artículo «Hacia una Psicología de la Liberación», Martín-Baró aborda los siguientes aspectos: a) El aporte social de la psicología en Latinoamérica, b) La esclavitud de la psicología Latinoamericana, c) El mimetismo cientista, d) Carencia de una epistemología adecuada, e) Falsos dilemas, f) Hacia una psicología de la liberación, g) Un nuevo horizonte, h) Una nueva epistemología, i) Una nueva praxis, j) Tres tareas urgentes. Estos aspectos constituyen los acápites sobre los que se desarrolla todo el artículo.

1.     El aporte social de la psicología en Latinoamérica.
Martín-Baró inicia su análisis denunciando el carácter servil de la psicología en Latinoamérica, así como también, su poca o nula preocupación e incidencia en los problemas que afectan la vida de las y los latinoamericanos. Visto en palabras de Martín-Baró:
« Mi tesis es que el quehacer de la Psicología latinoamericana, salvadas algunas excepciones, no sólo ha mantenido una dependencia servil a la hora de plantearse problemas y de buscar soluciones, sino que ha permanecido al margen de los grandes movimientos e inquietudes de los pueblos latinoamericanos».

Esto evidencia la realidad de una psicología que no respondía a las necesidades reales de las personas y que se mantenía al margen de las realidades inherentes a las mismas. De manera que no se podía ir a la psicología a buscar respuestas o soluciones a los problemas que afectaban el aquí y ahora de las personas en su realidad político-social. Es decir, no existía un compromiso de la psicología con el ser humano en relación con su contexto.

Dice Martín-Baró que «La precariedad del aporte de la Psicología latinoamericana se aprecia mejor cuando se lo compara con el de otras ramas del quehacer intelectual». Esto se evidenciaba en el hecho de que desde otras ramas del saber se mostraba más compromiso con el cambio social que desde la psicología per se. Al respecto, Martín-Baró cita los aportes de la Pedagogía de la Liberación de Freire, los de la novelística y los de la Teología de la Liberación.

Por otro lado, denuncia cómo el psicologismo psicológico sólo se había preocupado por describir los problemas de las personas a nivel individual. Una descripción carente de referentes socio-históricos. Así se aislaba el problema al plano de lo individual y se eximía a la estructura social de culpabilidad alguna. Al respecto dirá Martín-Baró:
«El psicologismo ha servido para fortalecer, directa o indirectamente, las estructuras opresivas al desviar la atención de ellas hacia los factores individuales y subjetivos».

Frente a esta realidad, Martín-Baró entiende que la actitud del profesional de la psicología debe ser diferente, por ello afirma:
«De lo que se trata es de preguntarnos si con el bagaje psicológico que disponemos podemos decir y, sobre todo, hacer algo que contribuya significativamente a dar respuesta a los problemas cruciales de nuestros pueblos. Porque en nuestro caso más que en ningún otro tiene validez aquello de que la preocupación del científico social no debe cifrarse tanto en explicar el mundo cuanto en transformarlo».

2.     La esclavitud de la psicología Latinoamericana.
Tratando de comprender la razón de ser de la pobreza en el aporte de la psicología latinoamericana a la realidad de sus pueblos, Martín-Baró analiza la justificación tradicional que se basa en la juventud de la psicología. Tal argumento le parece que, aunque válido, es insuficiente, al mismo tiempo, podría resultar peligroso:
«…si en él nos escudáramos para no revisar las deficiencias que nos han llevado (y, en muchos casos, nos siguen llevando) a la marginalidad científica y a la inoperancia social».

Por su parte, Martín-Baró entiende que la razón de todo esto subyace a factores de carácter socio-histórico y cultural; a razones de dominación y dependencia heredadas del colonialismo y neocolonialismo.
«En mi opinión, la miseria de la Psicología latinoamericana hunde sus raíces en una historia de dependencia colonial que no coincide con la historia de la colonia iberoamericana, sino con el neocolonialismo del «garrote y la zanahoria» que se nos ha impuesto desde hace un siglo».

En este contexto, según Martín-Baró, la psicología sólo ha servido como medio de justificación que trata de convencer a la persona de la aceptación de su realidad y, en medio de ello, trata de aliviar la carga psicología de dicha condición moldeando las mentes de los individuos. Lo cual no produce cambio social sino perpetuación de la sumisión y dependencia y del mismo status quo.

Ahora bien, ¿qué sustenta este estado de la psicología latinoamericana? Para Martín-Baró hay por lo menos tres razones relacionadas entre sí: «su mimetismo cientista, su carencia de una epistemología adecuada y su dogmatismo provinciano».

La primera razón es el mimetismo cientista. Martín-Baró observa que, igual que la psicología estadounidense en sus inicios, la psicología latinoamericana busca reconocimiento científico y estatus social, pero con ciertas diferencias. Recordemos que desde Auguste Comte, con la integración de las ciencias, todos tratan de encajar con el modelo positivista de la ciencia. Esto es lo que se dio con la psicología estadounidense, trataron de imitar las ciencias naturales para que su psicología tuviera reconocimiento científico.

El problema con la psicología latinoamericana no es intentar imitar las ciencias naturales en sus modelos psicológicos, sino la carencia de un modelo propio y contextual. Lo que lleva a la psicología latinoamericana a copiar todo de su «big brother» norteamericano (concepto, metodología y práctica). Así, como observa Martín-Baró, la psicología latinoamericana va cambiando de modelo en virtud de los cambios de paradigma que se realizan en Estados Unidos sin ninguna mediación crítica.

Hoy, pese a los esfuerzos de imitación y al paso del tiempo, el ejercicio psicológico latinoamericano no ha logrado el reconocimiento que buscaba, por lo que entiendo que se hace necesario avanzar hacia una desoccidentalización y transcolonialidad de la psicología latinoamericana. Pues seguimos siendo dependientes de la ideología neocolonial y de la aprobación occidentalista.

El mimetismo cientista se da gracias a la carencia de una epistemología adecuada. Aquí el problema lo presenta el modelo positivista de la ciencia, no en tanto modelo científico sino en su intento de reduccionismo de lo científico hacia sí mismo, excluyendo todo acercamiento científico alternativo. Al respecto dirá Martín-Baró:
«El no reconocer más de lo dado lleva a ignorar aquello que la realidad existente niega, es decir, aquello que no existe pero que sería históricamente posible, si se dieran otras condiciones. […] Considerar que la realidad no es más que lo dado, que el campesino salvadoreño es sin más fatalista o el negro menos inteligente, constituye una ideologización de la realidad que termina consagrando como natural el orden existente.».

Sobre esta base puede afirmarse que el positivismo, encerrado en sí mismo, está cegado al resto de la realidad que no le interesa estudiar. Esto produce pérdida de objetividad y la universalidad es simulación ilusoria que no responde a la realidad concreta de cada contexto, pero que es impuesta por un imperialismo cientista.

En el mismo sentido, Martín Baró observa otros factores que contribuyen a la complicación de esta situación en el plano de la psicología, como son: el individualismo, el hedonismo, la visión homeostática y el ahistoricismo. El primero reduce toda la realidad al plano de lo personal, eximiendo, de esta manera, de responsabilidad a todo lo externo. El segundo reduce todo a las mismas motivaciones de búsqueda de placer y satisfacción. El tercero, en su búsqueda de mantener el equilibrio, patologiza toda visión divergente. Y el cuarto crea una universalidad impuesta que trastoca la identidad y la especificidad histórica de los diversos contextos.

El último elemento que Martín-Baró aborda respecto de la esclavitud de la psicología latinoamericana es el de los falsos dilemas. Para él existen por los menos tres: a) psicología científica frente a psicología con alma, b) psicología humanista frente a psicología materialista y c) psicología reaccionaria frente a psicología progresista.

3.     Hacia una psicología de la liberación.
En un tercer momento, Martín-Baró propone un cambio para la psicología latinoamericana, inspirado en la Teología de la Liberación y la Pedagogía de la Liberación. Comprender que se necesita una Psicología de la Liberación, es decir, una psicología que contribuya a la liberación de los pueblos latinoamericanos. Pero dada la dependencia de la psicología latinoamericana de los modelos estadounidenses, una Psicología de la Liberación implicará primero una liberación de la psicología, pues si bien es cierto, como afirma el teólogo Victorio Araya, que «desde la opresión surge la liberación», no menos cierto es que no se puede libertar a otro siendo esclavos del mismo yugo del que se quiere libertar.

Para que dicha liberación sea posible, según Martín-Baró, son necesarios tres elementos: un nuevo horizonte, una nueva epistemología y una nueva praxis. El primero implica que la psicología latinoamericana descentralice su visión en sí misma (búsqueda de aceptación y estatus) y mire la realidad de los pueblos latinoamericanos; no mire sólo al individuo, sino también al grupo; no mire sólo desde los que dominan, sino también desde y con los dominados.

Todo esto conlleva una nueva epistemología. Se necesita un nuevo objeto de estudio, una nueva metodología para búsqueda del conocimiento. Dice Martín-Baró:
«El objetivo de servir a la necesidad de liberación de los pueblos latinoamericanos exige una nueva forma de buscar el conocimiento: la verdad de los pueblos latinoamericanos no está en su presente de opresión, sino en su mañana de libertad; la verdad de las mayorías populares no hay que encontrarla, sino hay que hacerla. Ello supone, por lo menos, dos aspectos: una nueva perspectiva y una nueva praxis».

Lo dicho amerita una nueva praxis. Como ya dijimos, desde y con los oprimidos, las clases populares, etc. Como dice Fals Borda citado por Martín-Baró:
«…el conocimiento práxico que se adquiere mediante la investigación participativa debe encaminarse hacia el logro de un poder popular, un poder que permita a los pueblos volverse protagonistas de su propia historia y realizar aquellos cambios que hagan a las sociedades latinoamericanas más justas y humanas».


Finalmente, Martín-Baró entiende que entre las diversas tareas que presenta una Psicología de la Liberación, por lo menos tres eran necesarias de forma inmediatas: la recuperación de la memoria histórica, la desideologización del sentido común y de la experiencia cotidiana, y la potenciación de las virtudes populares.

"DEL MASOQUISMO SEXUAL AL MASOQUISMO ECLESIAL"

Por: Pedro Miguel Fernández - 2015

Para que todos me entiendan, el masoquismo es la condición de ciertas personas que obtienen placer al ser torturadas. De alguna manera su cerebro ante la tortura libera endorfinas (opioides encargadas de inhibir la sensación de dolor temporalmente) y también libera dopamina (neurotransmisor encargado, entre otras cosas, de la sensación de placer). Así, mientras para una persona común la tortura es dolorosa, para un masoquista es placentera.

¿Por qué tomar la experiencia sexual como referencia? Pues, porque es la que más manejan las personas. El sadomasoquismo es la situación en la cual la persona obtiene placer al ser maltratado en el acto sexual o al hacerlo a su acompañante sexual. Cabe decir que en todo acto sexual el dolor se vuelve placentero. Pues cuando besamos el cerebro libera endorfinas y dopamina, así se inhibe el dolor y se aumenta el placer.

Lo interesante es que en las iglesias también aparecen personas a las que llamaré "masoquistas espirituales". Estas son personas que les encantan las predicaciones en donde se dice todo tipo de cosas malas de los hermanos y hermanas, ellos se gozan cuando le restriegan en la cara a los demás (algunos, hasta a ellos mismos) todos sus pecados, es como si los golpearan. En su éxtasis dicen: ameeén, coge ahí, habla papá, y in sinfín de obscenidades más. Comúnmente estos son los más santos, por eso juzgan a todo el mundo, le llevan la vida; son omnipresentes, pues donde menos te imaginas ahí están ellos al asecho y golpean tanto a las personas, que hasta hacen que se vayan de la iglesia. Lo que ellos no acaban de comprender es que todos no sufren de ese trastorno.

Nuestro cristianismo tradicional está basado sobre el dualismo: cielo/infierno, es todo lo que puede ofrecer. Los masoquistas espirituales se encargan de que cada persona que llega a la iglesia se sienta en el mismo infierno si no vive el evangelio conforme a los prejuicios que ellos tienen en la cabeza. Así nuestro cristianamos no ha podido ser capaz de dar una respuesta a la necesidad de la gente. Pues entras a la iglesia y lo primero con lo que te enfrenta es con lo siguiente: "no te preocupes Dios es el que cambia, pero recuerda que Dios es fuego consumidor, y si no cambias te vas para el infierno". Waooo... Qué gran ayuda! "Ven con todas tus cargas". A las dos semanas: "hermana a Dios no le gustan ese tipo de falsa", "pero es que no tengo más", "ore a Dios que él suple". Jejeje. Muy gracioso.

Si no cambiamos nuestra lógica, no lograremos llegar a la gente que están necesitadas de Dios, pero que por temor no van a una iglesia. La gente está cansada de que la sociedad la maltrate. Nadie se va a meter a una iglesia para lo mismo. Si nuestra justicia no es mayor que la de la sociedad, no lograremos impactar positivamente la vida de nadie. A la gente normal no le gusta que la maltraten, ni que las presionen. Otra forma de cristianismo es posible. Lamentablemente no se puede echar vino nuevo en una vasija vieja, pues se rompe.

"¿QUE ES EL MIEDO ESCÉNICO?"

Por: Pedro Miguel Fernández - 2013

Es la incapacidad de tomar la palabra frente a otro u otros. Quien tiene miedo escénico no es libre. El miedo escénico no es natural, el mismo ha sido inoculado por una educación bien intencionada, pero absolutamente castrante, con la cual, el poder, busca cerrar el pico al pueblo. Porque si se dota de palabra al pueblo, eso le convertirá en personas de libre palabra y libre pensamiento, lo cual aterra a cualquier poder, porque le genera crisis. Y como hemos sido educados en la burguesía de la seguridad, el dogmatismo y el conservadurismo siempre imperan. Pues el que domina la palabra aventaja a los demás.

Así, desde pequeños se nos enseña: “Tu niño ve, oye y calla”. “El que tiene boca se equivoca”. “La mejor palabra es la nunca dicha”. “En boca cerrada no entran moscas” (pero entran gusanos después que te mueres) ¿Qué te parece? “El hombre es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras”. Lo cual es mentira. Yo soy dueño de mis silencios y dueño de mis palabras.


Con todo esto, sólo perderás el miedo escénico cuando entiendas que tú no eres mejor ni peor que nadie; que tú tienes el derecho a la palabra; cuando lo asumas y lo vivas. Recuerda: lo importante no es hablar bien, sino comunicar, lo cual es darse a entender al otro.

"JESÚS HA MUERTO"

Por: Pedro Miguel Fernández - 2009

Es la afirmación correcta que podía hacerse 2 mil años atrás, tras la sentencia de Poncio Pilato. ¿Por qué razón murió? ¿Por salvar nuestras almas del pecado? ¿O por la lucha de grupos que buscaban sus propios intereses? La primera respuesta representa la visión dogmática de que Jesús vino y murió (“para liberarnos del pecado”), porque esa era la voluntad de Dios. Desde aquí la muerte de Jesús no es más que un sacrificio voluntario – el cumplimiento de su misión. Bueno sería verlo así, pues de esta manera nos lavamos las manos por su sangre derramada.

En cambio, lo cierto es que, la muerte de Jesús, fue el resultado de luchas de grupos que buscaban defender sus intereses. Por un lado, estaban los sacerdotes defendiendo sus intereses relacionados con el Templo (era su fuente de ingresos). Por otro lado, el Sinedrio defendía su estadía en el poder (sabían que si permitían alborotos en el pueblo los romanos les quitarían sus puesto – velar por la tranquilidad del pueblo – y asumirían ellos mismos el control). Por su parte, los romanos no podían mostrarse débiles ante grupos con pretensiones mesiánicas, pues de lo contrario podrían surgir más y más (grupos similares) y perder el control de la situación. En última instancia estaba el pueblo que por defender sus tradiciones religiosas y otros intereses prefería que cualquiera que se opusiese a las mismas muriera irremisiblemente.

Jesús se había pronunciado en contra de la actividad del Templo (sustento de los sacerdotes, fuente principal de la religiosidad del pueblo) y había vaticinado su destrucción. Además, sus seguidores lo veían como Mesías, lo cual, preocupaba tanto al Sinedrio como a los romanos más que el mismo Jesús.

El caso es que por la lucha de grupos en defensa de sus intereses Jesús murió hace 2 mil años. Todos sabemos que él era profeta itinerante, inocuo filósofo y literato que proponía un cambio radical, ofreciendo a cambio el Reino de Dios. No era un malhechor como los  zelotes, ni andaba condenando a todos como los esenios. Proponía una opción en la que todos entraban con igualdad. Donde no importaba la confesión religiosa, la nacionalidad, la preferencia sexual, el status social, todos podían entrar. La única exigencia era amar a todos(as) como son (sin excepción) y ayudar al semejante. Amar supera todas las leyes. Hacer bien o mal al semejante es hacerlo a Jesús mismo.

De manera, que cuando damos de comer a un(a) ser humano(a) – ladrón, prostituta, homosexual, religioso, ateo, asesino, violador, rico, pobre, etc. –, estamos dando de comer a Jesús. También cuando hacemos un mal contra un(a) humano(a) con cualquiera de las características anteriores u otras, contra Jesús lo hacemos.

De aquí, ¿Cuántas veces por nuestros intereses matamos a Jesús? Hoy queremos lavarnos las manos y decir que es voluntad de Dios que los inocentes mueran para salvar los intereses de otros. “Hemos sido salvados por la muerte de Jesús”, y seguimos sacrificando a otros y otras para salvar nuestros intereses. Criticamos a judíos y romanos por dar muerte a Jesús, pero hoy seguimos matándolo por nuestros intereses.

¿Se puede hablar de un Jesús vivo cuando día a día los poderosos (nuestros gobiernos y sus rivales) matan personas inocuas? ¿Podemos decir que no rechazamos a Jesús si día a día nuestros dirigentes (políticos, eclesiásticos, sociales) excluyen a quienes cuestionan su poder, o cuando nosotros (as) rechazamos a quienes no son o piensan como nosotros(as)?

Solo pensemos un poco en nuestros pueblos de América Latina y el Caribe que, por nuestros intereses, nos congraciamos con los poderosos (quienes oprimen nuestros pueblos) y nos excluimos unos con otros, al igual que los recaudadores de impuestos en el tiempo de Jesús. ¿Acaso no fue en luchas entre las mismas personas del Perú que dieron muerte, hace poco, a muchas personas? No fue con personas de afuera la lucha. ¿O no es en el interior de Honduras que hoy los problemas políticos afectan a toda la población? Aun en nuestros propios países no encontramos la hermandad ni la sororidad. Hoy seguimos matando y excluyendo a Jesús en nuestros(as) semejantes. Hoy 2 mil después Jesús sigue muriendo ¿Quiénes lo matan día a día? “nosotros mismos”.    

"PARA QUE NO TE DECEPCIONES"

Por: Pedro Miguel Fernández - 2016

Mucha gente afirma haber sido decepcionada por un familiar, amigo, pareja u otro, y me surgieron dos preguntas. ¿Por qué nos decepcionamos? ¿Qué hacer para que no nos decepcionen? Y me di cuenta de que la decepción tiene que ver con nuestra percepción. Además observé que la decepción se asocia con el desengaño. Si hay un desengaño es porque había un engaño, pero ¿quién engañó a quién?

Daniel Goleman nos plantea la existencia de un punto ciego psicológico. Esto está relacionado con una capacidad cognitiva que es la “atención”. La atención es la capacidad de enfocarnos en una porción de la realidad y prescindir del resto. Esta facultad presenta un costo y un beneficio. El beneficio es poder enfocarnos en una cosa a la vez y no estar desenfocado. El costo es correr el riesgo de no ver cosas que sería importantes que veamos. Pues todo lo que está frente a nosotros en un momento determinado, pero que sale de nuestro foco de atención cae en nuestro punto ciego y de ello pasamos desapercibidos aunque esté frente a nosotros.

El caso es que nos confiamos de las experiencias pasadas para evaluar automáticamente las nuevas y no detenernos a pensar mucho en ello. Igual esto tiene sus costos y sus beneficios. La percepción se construye sobre la base de expectativas, basados y confiados en nuestras experiencias pasadas y en otros factores.


El punto es que podríamos crearnos una expectativa falsa sobre alguien de quien hemos creado una percepción que no ha sido bien evaluada, sino enfocados en una o varias características de esa persona y prescindiendo del resto. Luego abrimos los ojos y nos damos cuenta de que nuestra percepción (expectativa) no se corresponde con la realidad y nos sentimos engañados y decepcionados. Pero ¿quién nos engaño, la otra persona o nuestra necesidad de crear una expectativa falsa sobre esa persona? Puede que las dos. El caso es que si somos más sobrios a la hora de crear expectativas sobre alguien tendremos menos posibilidades de ser engañados.

“EN SEXUALIDAD ¿EXISTE LA PRIMERA VEZ?”

Por: Pedro Miguel Fernández - 2013

Para abordar este tema con pertinencia y con la objetividad crítica y analítica que procuro en cada uno de mis escritos, considero oportuno realizar algunas aclaraciones sobre qué es sexo y sexualidad.

De inicio, cabe afirmar que los seres humanos no tenemos sexo, es decir, no hacemos sexo, sino que “somos sexo”. De manera que el sexo no es lo que la gente hace cuando se quita la ropa, sino una condición biológica. Porque el sexo es nuestra condición de seres sexuados, es decir, lo que nos diferencia como machos y hembras de la especie.

Entonces, los seres sexuados no hacen el sexo (pues no es una fabricación de ellos), tampoco tienen sexo (pues no es algo que posean), sino que “son sexo”, es decir es su condición de seres sexuados. De aquí que los seres sexuados lo que hacen es interacción sexual, relación sexual o encuentro sexual.

Ahora, ¿qué es la sexualidad?
a.      Es el conjunto de características que nos identifican como seres sexuados.
b.     Es el conjunto de conductas dirigidas a producir la interacción, relación o encuentro sexual.
c.      Es toda conducta encaminada producir placer a través de la erótica (la erótica es toda conducta orientada a proporcionar o recibir placer).
d.     Es toda construcción socio-cultural y moral que condiciona nuestro deseo de proporcionar y recibir placer.
e.      Es un conjunto psico-afectivo, emocional y sentimental que genera conducta de buscar o dar placer.

En términos neuro-biológicos, el placer es todo aquello que nos garantiza la supervivencia. La liberación de hormonas de placer eficientiza la interacción y el encuentro sexual y, con ello, garantiza la supervivencia de la especie a través de la reproducción.

Ahora bien, aunque en sentido biológico la función principal de la sexualidad es la reproducción, cabe destacar que hay por lo menos cuatro funciones importantes de la sexualidad que aquí sólo mencionaré: a) producir placer; b) conocimiento; c) comunicación; d) reproducción.

Tomando en consideración lo dicho anteriormente, puede afirmarse que sexualidad es parte integral del individuo durante toda su existencia.

Entonces, ¿existe la primera vez? Sí y no. Ya que tendríamos que preguntarnos ¿la primera vez de qué? Pues la interacción sexual está presente desde la infancia. Sin embargo, aquí tenemos que volver a la sexualidad como construcción socio-cultural y moral que condiciona nuestro deseo de proporcionar y recibir placer. Según la construcción socio-cultural del patriarcado androcéntrico y machista la sexualidad es sólo coito, copulación comprendida en la trilogía: erección, penetración, eyaculación. De manera, que lo que llamamos la “primera vez”, no es más que una construcción de esta sociedad antes citada, con la que se busca darle una trascendencia casi divina al acto del coito, convirtiéndolo en algo atractivo para todos y una meta a alcanzar.

Esta trascendencia de la primera penetración, está basada en una visión coito-céntrica, que sólo entiende como sexualidad el acto del coito. Esto hace que todo lo demás sea visto como preliminares o juegos previo que la gente no logra disfrutar de forma particular, pues se nos han enseñado que eso se practica para llegar a lo otro. Pues se entiende que el encuentro sexual sin penetración no es sexual, y que si no hay orgasmo está incompleto. Todo esto, creencias que se pegan más que el chicle a la suela del zapato y que sólo provocan la decepción y el trauma en mayoría de adolescentes que se creyeron la fantasía o el cuento de Adas de la trascendencia y lo especial de la “primera vez”, al no experimentar lo que esperaban.


En fin, si eliminamos las construcciones culturales, coito-céntricas y androcéntricas de la sexualidad nos encontramos con que no existe la primera vez en la sexualidad, y si existe nadie la recuerda, pues pertenece a las experiencias de la infancia. La idea de lo trascendental de la “primera vez” lo único que crea es un atractivo para que cada vez más adolescentes queden embarazadas, por la curiosidad y el deseo de probar eso que los adultos pintan como tan tentado. Como si sexualidad fuera algo que se sólo da cuando nos quitamos la ropa.

“NO EXISTE LA EYACULACIÓN PRECOZ”

Por: Pedro Miguel Fernández - 2013

Si alguien insistiera en afirmar esto de seguro se ganaría la desavenencia primero de los miles de hombre que están convencidos de que sufren de este “terrible mal”, también de las miles de mujeres que reafirman esta condición en el hombre; además, de los miles de clínicos que han definido, clasificado y medicalizado esta “maléfica enfermedad” y, sobre todo, de las grandes empresas farmacéuticas que se lucran de esta “desgracia masculina”. Hasta puede que también de algunos terapeutas que se ganan la vida curando la eyaculación precoz.

Sin embargo, como yo soy un poco mayorcito, y soy dueño de lo que digo y de lo que cayo, he decido abordar este importante tema de la sexualidad de forma objetivamente crítica.

Lo primero que me atreveré a afirmar es que la eyaculación precoz no es una condición biológica, sino una construcción socio-cultural, basada en una visión coito-céntrica de la sexualidad. En esta visión el falo (pene erecto) es símbolo de la virilidad masculina, el hombre tiene el poder y el control y eso lo demuestra manteniendo su pene erecto por mucho tiempo. Además, como aquí la única forma de sexualidad es el coito, para ello es necesario que el pene esté erecto o se acabó la función.

Ahora, ¿es esta forma de sexualidad una creación de Dios, o el resultado de un proceso biológico? No. Ninguna de las dos, ni Dios ni la biología tuvieron que ver con esto, sino las sociedades patriarcales. Si hablamos en términos biológicos de reproducción, el tiempo que se dure para eyacular no determina la fecundación, así que no fue la biología. Y si nos vamos el mundo cristiano, me he leído toda la Biblia y no he visto ni un texto donde Dios diga cuanto tiempo debe durar el pene erecto antes de eyacular.

Entonces, ¿qué es la eyaculación precoz? Hablando para el sentido común, digamos es aquella persona que eyacula antes del tiempo promedio o entendido como normal, y termina con la pérdida de la erección al llegar al periodo refractario. La clínica clásica clasifico en difusión primaria: cuando se repetía siempre; y en secundaria: cuando sucedía esporádicamente. También estableció una distinción temporal: ejaculatio ante portas (eyacular ante la puerta) y ejaculatio intra portas (eyacular entre la puerta). No hay que explicar cuál es la puerta.

¿Existe la eyaculación precoz? ¿Precoz en comparación con qué? ¿Es una enfermedad la eyaculación precoz? Desde que clasificamos, parametramos y asignamos tiempo a las cosas nos creamos un imaginario de que lo normal es lo que está dentro del parámetro o tiempo establecido y todo lo demás es deficiente o excesivo, a-normal. Así que lo medicalizamos.

La eyaculación o erección precoz no es una disfunción, enfermedad o problema perse. Sino que, la creencia de que existe un tiempo establecido, el miedo a la insuficiencia y que por eso se pierde la virilidad si crea problemas y enfermedades psicoafectivas, psicosomáticas y otras fisiológicas por el abuso de los fármacos. Además, recordemos que nuestro cerebro se engaña y cuando nos creemos demasiado algo, sea por miedo a convicción, termina volviéndose real.


En fin, como dice la sexóloga Valerie Tasso: “La eyaculación precoz, o quizás mejor dicho, el erectismo precoz, tiene que ver exclusivamente con los sentimientos de frustración y satisfacción, no con el paso de las manecillas”. Además, para el que está convencido de que es un eyaculador precoz“…no es tan importante el tiempo que se emplee en obtener el orgasmo como el convencimiento de que ese tiempo siempre va a resultar demasiado corto”. En definitiva, “La eyaculación precoz no es un problema del hombre sino del hambre”. Aquí cabe recordar al Nietzsche: “Todo amor piensa en el instante y en la eternidad, pero nunca en la duración”.

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