miércoles, 22 de agosto de 2018

“La Neurociencia Pondrá Fin a la Psicología”


Pedro M. Fernández y Paola Y. García

Introducción
Iniciamos aclarando que este título en forma categórica busca llamar la atención del lector o lectora, no es nuestra intención aseverar que esto sea cierto. En realidad lo que motiva y guía este artículo es la siguiente interrogante: ¿podrá la Neurociencia poner fin a la Psicología? En lo adelante intentaremos responder este interrogante y, si nos es posible, abrir el debate respecto a este importante tema entre nuestros colegas de la Psicología y de la Neurociencia en el contexto dominicano.

Hay dos falacias que cometemos con mucha frecuencia, incluso los más expertos: asumir que el otro tiene la razón porque es especialista en el área (falacia del experto) y restarle importancia al argumento de alguien basado en sus características personales (falacia ad hominem). Estas dos falacias podrían llevarnos a no considerar dignos de nuestro análisis los argumentos de alguien en un área determinada del conocimiento, porque se asume que no es experto en la misma.

Sin ánimos de explicar aquí la razón de ser de dichas falacias, sólo esperamos que nuestros lectores y lectoras puedan librarse de las mismas y animarse a debatir el tema.

Como el tema que nos convoca es complejo, para su análisis haremos uso de la Psicología, la Neurociencia y la Filosofía de la Ciencia. Analizaremos el objeto de estudio de la Psicología, cómo llega a convertirse en ciencia, las principales corrientes filosóficas que influyen a la Psicología y su relación con la Neurociencia a partir de la década de 1960.

1.     La Psicología como ciencia positiva
Si queremos comprender la Psicología en su estado actual es necesario entenderla como lo que es (o lo que pretende ser), una ciencia positiva. Toda ciencia tiene, entre otras cosas, una conceptualización (que la define) y un objeto de estudio. ¿Cuál es la conceptualización y el objeto de estudio de la Psicología?

-        Conceptualización
Etimológicamente se ha definido la psicología como psyché-logos = estudio del alma. Pero ¿es esta definición correcta? ¿Qué significan psyché y logos? Para comprender el significado de estos términos debemos remontarnos al origen de los mismos. Por ejemplo, ¿cómo entendieron los griegos antiguos la psyché? La primera noticia sobre este término la encontramos en torno al siglo VIII Antes de nuestra Era (A.E.) en la Ilíada y La Odisea. Como afirma Leahey (2005), en ninguna de estas obras la psyché hace referencia a mente o personalidad.

En la antigüedad la psyché era entendida como aliento de vida, pues cuando abandonaba el cuerpo la persona moría. Se entendía que la psyché podía abandonar el cuerpo durante el sueño y viajar, además, se creía que podía sobrevivir a la muerte corporal. Pero para que la psyché pudiera sobrevivir a la muerte corporal se debía hacer un rito funerario y ser enterrado adecuadamente. Dado que estos ritos eran sólo para los guerreros, la psyché de las mujeres, niños, adolescentes y ancianos no sobrevivía a la muerte corporal.

Los griegos antiguos tenían otros términos para referirse a pensamientos, sentimientos y acciones. Cada una de estas estaban localizadas en diferentes lugares del cuerpo. Todas estas eran almas también. En el diafragma se encontraba la frénes, la cual se encargaba de planificar racionalmente la acción. En el corazón estaba el thymós, el cual dirigía las acciones que eran causadas por sentimientos. Y por último estaba el nóus (el pensamiento), éste permitía una percepción y comprensión precisa del mundo.

Para los griegos antiguos estas tres almas eran independientes de la psyché. Por ello, cuando la persona moría la psyché asumía la forma del cuerpo muerto e iba hacia el Hades y no poseía consciencia, movimientos, sentimientos, deseos o pensamientos, ya que la frenés,  el thymós  y el  nóus no sobrevivían a la muerte corporal.

Como puede observarse, en su origen la psyché no poseía las características que hoy le damos a su equivalente en la Psicología, la mente. Es la tradición cristiana la que carga de todas estas características a la psyché o alma. Pero ya esto es tema para una discusión teológica en la que no vamos a entrar en esta ocasión.

Sin embargo, cabe resaltar que el alma adquiere un sinnúmero de características importantes en la historia del Cristianismo, sobre todo a partir de la relectura cristiana del dualismo platónico realizada por Agustín de Hipona. La psyché absorbe todas las funciones (pensamientos, sentimientos, deseos, etc.) de las otras almas griegas. Y queda como un ente externo al cuerpo que se conecta con el cuerpo mediante la glándula pineal, según Descartes (Villareal y Avendaño, 2012). El dualismo mecanicista cartesiano tiene gran importancia posterior para la transición de alma-cuerpo (en términos religiosos) a mente-cuerpo (en psicología).

El lógos también ha evolucionado a lo largo del pensamiento teológico y filosófico, dicha evolución no la tomaremos en consideración para los fines de este artículo. Nos limitaremos a la traducción convencional como: estudio o ciencia.

-        Objeto de estudio
¿Cuál es el objeto de estudio de la Psicología? Si realizamos esta pregunta a cualquier estudiante de Psicología, nos  podría contestar sin muchas dificultades: la mente y la conducta. Pues se nos ha enseñado que la Psicología estudia la conducta humana y animal y los procesos mentales (para algunos sólo en los humanos y para otros también en los animales).

Pero ¿cómo hemos llegado a esta definición? ¿Por qué la conducta? ¿Por qué en humanos y animales? ¿Qué es la mente? ¿Existe la mente? ¿Dónde está? ¿Qué relación tiene con el cuerpo? Cuando entramos a este nivel de cuestionamientos las cosas se vuelven más complicadas.

El inicio de la Psicología como ciencia estuvo fuertemente influenciado por los cambios que se venían dando en el pensamiento científico desde Isaac Newton. “Newton definió su empresa científica como la búsqueda de un pequeño número de leyes matemáticas a partir de las cuales fuera posible deducir las regularidades que se observan en la naturaleza” (Leahey, 2005). Para Newton la ciencia consistía sólo en observar, describir y predecir los fenómenos de la naturaleza.

Los positivistas llevaron esto hasta el extremo, pues para ellos sólo podía ser objeto de estudio de la ciencia aquello que fuera susceptible de observación directa, cosas concretas. Para los positivistas la ciencia debía ocuparse de la descripción de los fenómenos antes que de la explicación. Esto pudo deberse sobre todo al miedo que tenían los ilustrados a recaer en la metafísica si se adentraban en la explicación fenomenológica.

“Comte creía que el éxito de la ciencia hacía aconsejable que otras empresas humanas adoptaran su metodología” (Leahey, 2005). Exactamente el deseo de tener éxito como ciencia lleva a la Psicología en sus inicios a que adopte el Método Científico Natural (MCN) y la filosofía positivista (Martín-Baró, 2006). Así, como veremos más adelante, se pasa de una psicología filosófica a una psicología fisiológica, apegándose al naturalismo biologicista.

Cuando Wilhelm Wundt (1879) da inicio a la Psicología como ciencia, proclama la relación entre psicología y fisiología. Esto no tuvo mucho éxito a inicios del siglo XX, pues la psicofisiología y la psicobiología no trascendieron en ese momento por la gran influencia de las corrientes Psicodinámica y Conductista. Ya que la primera llegó a rechazar la base biológica de la mente, mientras que la segunda (sobre todo con Skinner) rechazó la existencia de procesos mentales (Kandel, 1998). Sin embargo, la historia cambia a partir de la década de 1960 cuando estas sirven de base a la naciente Neurociencia.

Wundt inició su empresa tratando de comprender los elemento que conformaban la conciencia. Influenciado por el atomismo entendía que si podía constatar los elementos básicos de la mente, desde ahí podría reconstruir su totalidad. Este pensamiento fue rebatido posteriormente por la Gestalt, la cual planteaba que el fenómeno global trascendía la suma de las partes.

Dicho esto, no podemos precisar si este casamiento de la Psicología con el MCN ayudó a la comprensión de lo que es la mente o nos alejó de la misma. Todo el panorama del siglo XIX complica las cosas para la mente. Dado que la misma no es susceptible de observación directa, cae más en el ámbito de la metafísica que de la ciencia positiva.

Pese a ello, algunos, como la corriente Psicodinámica, dieron por sentado la existencia de la mente como un ente diferente al cuerpo (retomando el dualismo) y trataron de describir su estructura y funcionamiento. Postura que encontró oposición en el materialismo positivista del Conductismo, para el cual la mente no existía. De ahí que lo único digno de ser estudiado por la Psicología como ciencia fuera la conducta observable.

Un cambio importante a esta visión la trae la teoría del Procesamiento de la Información y la Psicología cognitiva, las cuales equiparando el cerebro a una computadora, nos dicen que la mente no es más que el resultado del funcionamiento cerebral, retomando el reduccionismo materialista.

Desde aquí tiene sentido que la Psicología tenga como objeto de estudio tanto la conducta como los procesos mentales. Es una forma de quedar bien con todo el mundo, de que todos se sientan representados. Pues, para un conductista no podemos decir nada del individuo que no sea lo que observamos, de ahí que deberíamos centrarnos en estudiar la conducta. Para un cognitivista la conducta sólo puede ser explicada desde los procesos cognitivos, por lo que deberíamos centrarnos en comprender dichos procesos. ¿Y qué de la mente? Se fue de vacaciones junta con el alma. Pero la seguimos invocando para las dimensiones de la conciencia que aún no entendemos.

2.     Origen filosófico del pensamiento psicológico
En los albores de la filosofía hubo, entre otros, tres temas, los cuales sellaron una relación perpetua entre filósofos y psicólogos, a saber: 1) la naturaleza del cosmos, 2) la permanencia y el cambio y 3) el conocimiento del cosmos. En otras palabras, ¿de qué está compuesto el cosmos? ¿El universo es cambiante o estático? ¿Cómo podemos conocer los fenómenos de la naturaleza?

a)     ¿De qué está compuesto el cosmos?
Esta pregunta representa un paso importante en la evolución del pensamiento humano, pues con ella se pasaba de las explicaciones mitológicas del pensamiento mágico de la realidad a una explicación naturalista que da inicio al pensamiento filosófico. En otras palabras, los fenómenos de la naturaleza dejaban de ser consecuencias del estado de ánimo de los dioses, para pasar a tener causas naturales.

El primero que se apartó de las explicaciones religiosas fue Tales de Mileto, el cual propone que toda la realidad está compuesta por un único elemento. Según Leahey (2005), esta tradición iniciada por Tales se conoce como la tradición de la física, ya que la palabra griega para referirse a un único elemento del cual provenían todas las cosas es fýsis. Para Tales ese elemento único era el agua.

Más adelante, con Leucipo de Mileto y Demócrito de Abdera, nos encontramos con que los elementos básicos de la naturaleza son átomos. Esto sirve de base para la explicación materialista, elementarista y determinista de la realidad.

De este modo, dado que todos los fenómenos son naturales y que toda la naturaleza está compuesta de materia y no de otra cosa, toda explicación de cualquier fenómeno debe ser explicado desde una perspectiva naturalista, materialista y monista.

Si observamos el inicio de la Psicología como ciencia, nos damos cuenta de que esta se aparta de las explicaciones metafísicas hacia la explicación naturalista. Como vimos anteriormente, la Psicología en sus inicios adoptó el MCN, la filosofía positivista y la explicación fisiológica de los fenómenos mentales. Así tenemos la psicofisiología y la psicobiología en los inicios de la Psicología como ciencia.

El Conductismo es la máxima expresión de estas corrientes filosóficas. El mismo es naturalista, materialista, positivista y monista. Para este sólo existe la materia y no existe la mente, ya que no es materia, lo cual no permite observación directa ni obtener evidencia empírica de su existencia.

b)     ¿El universo es cambiante o estático?
La segunda pregunta importante que se realizaron los filósofos fue si existía el movimiento o si todo permanecía estático ¿existe el cambio o no? En este punto se inicia con dos posturas opuestas. Para Heráclito de Éfeso todo cambia, todo está en movimiento. Sin embargo, para Parménides de Elea todo permanece estático.

Las consecuencias de estas dos posturas son muy diversas. Si todo está estático entonces el cambio es sólo una ilusión, imagen o apariencia de la realidad. Por consiguiente nos engañan nuestros sentidos y los mismos no serían pertinentes para conocer la realidad. Por otro lado, si la permanencia no existe, entonces las cosas no tienen esencia inmutable, nada sustenta la realidad, no existe un alma, ni tampoco las verdades absolutas.

Dicho esto, si todo permanece estático y el movimiento es sólo una ilusión perceptual, entonces no deberíamos confiarnos de las experiencias, sino de la razón. Pero si el cambio es real y no existe la permanencia, entonces deberíamos fiarnos más de la experiencia que de nuestros razonamientos.

Estas ideas han repercutido en la Psicología como ciencia. La idea inicial de la Psicología como el estudio del alma, luego de la mente, lleva a preguntarse si la naturaleza de la mente ¿es un ente diferente al cuerpo? ¿Es inmutable o cambiante? ¿Deberíamos hablar de mente? Esta escapa de nuestra experiencia sensible.

A finales del siglo XIX el positivismo y el realismo tendrían dos posturas opuestas respecto de la mente. Para los positivistas si la psicología estudia la mente, no debería ser considerada como ciencia, dado que la mente no es susceptible de la experiencia sensible. En cambio, el realismo acepta la existencia de fenómenos no observable si a través de ellos se pueden explicar algunos fenómenos de la realidad observable. Así que asume la existencia de la mente para explicar la conducta humana.

La cuestión de la naturaleza de la mente se discute entre materialistas y dualistas. Pues desde la perspectiva del materialismo la mente no es algo diferente al cuerpo, sino, como hemos dicho, resultado del funcionamiento cerebral, esta postura es asumida por la neurofisiología de la mente. El pensamiento dualista tiene menos peso en la actualidad. Esto también tiene muchas implicaciones para la Psicología actual. Pues si todo puede reducirse a la fisiología cerebral, entonces, la Neurofisiología podría asumir el papel de la Psicología.

c)     ¿Cómo podemos conocer los fenómenos de la naturaleza?
De los pensamientos de Heráclito y Parménides se desprenden dos corrientes: empirismo y racionalismo; además, todo un estudio profundo sobre los sentidos iniciados con Alcmeón de Crotona y Empédocles de Agriento. Estos dos estudiaron el sistema sensorial y nervioso y rechazaron la idea de la permanencia de Parménides. Para ellos, los sentidos sí eran las vías válidas para alcanzar el conocimiento, sentando las bases del empirismo.

Por su parte, Platón diferencia el conocimiento sensible del conocimiento inteligible, el conocimiento de los sentidos y el conocimiento de la razón, dándole más peso al conocimiento de la razón, así sienta las bases del racionalismo.

Dentro de la Psicología encontramos la expresión del empirismo en el Conductismo, mientras que el racionalismo lo encontramos en el Cognitivismo. Las implicaciones de estas corrientes filosóficas en el pensamiento psicológico son muy variadas. Por ejemplo, ¿podemos fiarnos de lo que nos informan nuestros sentidos? ¿Somos realmente racionales? ¿Existe el libre albedrío? La corriente psicodinámica se preguntaba esto último.

En resumen, en la Psicología tenemos posturas materialistas e idealistas, empiristas y racionalistas, relativistas y deterministas, monistas y dualistas, positivistas y realistas, atomistas y holísticas, entre otras.

Ahora, ¿cuáles corrientes y doctrinas filosóficas tienen más peso en la actualidad para la Psicología? ¿Por qué? En lo adelante veremos que algunas corrientes filosóficas son las que priman en la investigación científica y las implicaciones para el futuro de la Psicología.

3.     Neurociencia y Psicología: ¿El fin de la Psicología?
Comprender la relación actual entre Psicología y Neurociencia, implica conocer el surgimiento y evolución de la Neurociencia y cómo esta ha ido abordando ciertas áreas del conocimiento. Veremos algunas causas e implicaciones de esta relación, así como sus ventajas y desventajas.

Ya hemos dicho que en el siglo XIX el inicio de la Psicología como ciencia se da pasando de la relación psicología-filosofía a la relación psicología-fisiología. Al ser un enfoque psicofisiológico estaba sustentado en el materialismo empirista y positivista. Sin embargo, dado el hecho de que en aquel momento no existía la tecnología para obtener evidencia empírica, la psicofisiología y la psicobiología no tuvieron mucho éxito.

Dicho esto, ¿cómo llegamos al auge actual de los estudios sobre el cerebro? Para ello deberíamos explicar un conjunto de factores que estuvieron involucrados. Sin embargo, vamos a centrarnos en algunos aspectos puntuales.

En el año 1962, Frank O. Schmitt estableció en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) el Neurosciences Research Program (NRP), al que atrajo a científicos de muy diversas áreas, con el objetivo de explotar al máximo los abordajes clásicos de la fisiología y la conducta y combinarlos con la potencia técnica y conceptual de la física, la química y la biología molecular; para, de esta manera, realizar avances revolucionarios en la comprensión de la mente humana (Avendaño, 2002).

 

Para el año 1967, Stephen Kuffler crea el primer Departamento multidisciplinar de Neurociencia (específicamente de Neurobiología) en la Universidad de Harvard. Y en 1969, por iniciativa de un pequeño grupo de investigadores, encabezados por Ralph Gerard (quien introdujo el término Neurociencia, en singular), es creada la Society for Neuroscience (Jones, 2000).

 

Los tres eventos antes citados son los que dan origen a la Neurociencia moderna. Cabe resaltar, como señala Avendaño, que “antes de 1970 no se podían encontrar más de 6 revistas no clínicas de investigación del sistema nervioso. Hoy el Institute for Scientific Information de Filadelfia recoge 200 bajo el epígrafe de Neurociencias” (Avendaño, 2012).

 

Por otro lado, en contraste con aquel pequeño grupo de investigadores que en 1969 formaron la Society for Neuroscience, hoy la misma cuenta con alrededor de 40,000 investigadores, los cuales se reúnen cada dos años para presentar los avances de la Neurociencia. Nótese que sólo estamos hablando en el ámbito estadounidense.

 

Como se comprenderá, ante tal auge de la Neurociencia (sobre todo a partir de 1990, cuando se declara la “Era del Cerebro”), muchos se han montado en el barco reduccionista que intenta explicar todo lo relacionado con el ser humano a partir de la interacción neuronal, y desde un enfoque correlacional. La Psicología no ha sido la excepción.

 

Esto tiene diversas implicaciones para la Psicología como ciencia. Dado que la Psicología estudia la conducta humana y lo que produce y dirige dicha conducta (la mente), y la Neurociencia también trata de explicar todo lo que hacen las personas desde los correlatos neuronales, entonces surge la cuestión de que si la Neurociencia cognitiva y la Neurofisiología explican lo mismo y con mayor profundidad y con datos empíricos, podemos prescindir de la Psicología. De hecho, Churchland, desde una visión eliminacionista, plantea que “la neurociencia es una simple versión mejorada de la psicología popular y que ésta no es más que futura neurociencia en espera” (Gaffan, 1997).

 

Aquí podemos observar como desde los inicios del auge de la Neurociencia, se ha venido planteando la idea de que la Neurociencia sustituya a la Psicología. Ahora bien, ¿podra ser esto posible? Igual que el Conductismo, la Neurociencia puede explicar la conducta observable sin muchas dificultades, pero ¿puede en realidad explicar la mente? He aquí el talón de Aquiles para la ciencia positiva en relación con la Psicología.

 

Ante esta situación es necesario volver a preguntarnos ¿existe la mente? Si existe ¿cómo existe y dónde está? ¿Existe como una clase natural? ¿Existe como una ilusión social? ¿Existe como una construcción social? ¿Está en el cerebro, en otra dimensión o en la cultura? Dependiendo de cómo se ha entendido la existencia de la mente ha producido diferentes enfoques en la historia de la Psicología.

 

En este punto es necesario comprender por qué es importante la existencia de la mente. Morris (1972) entiende que el núcleo del individualismo reside en la experiencia psicológica, la cual da el sentido de una distinción clara entre el yo mismo y las otras personas. Además, Morris nos recuerda que en la existencia de la mente hay más en juego que el carácter científico de la Psicología, porque la posesión de una mente está fuertemente vinculada al hecho de ser persona.

 

Como puede observarse, la existencia de una mente es muy importante por lo menos en la cultura occidental. Pues, por ejemplo, en oriente se tiene una visión diferente respecto de la mente. Según el monje budista Nyanatiloka, “el Buda enseña que lo que llamamos yo, ego, alma, personalidad, etc., son términos meramente convencionales que no se refieren a ninguna entidad real independiente (Collins, 1982). Según nos dice Leahey (2005), citando a Collins, “para los budistas, parece que la psicología sea el estudio de una no-cosa, una empresa descabellada” . Esta idea, según Rorty (1979), está en concordancia con lo que postula el constructivismo social moderno al respecto.

 

Ahora, ¿por qué son posible estas diferencias tan marcadas entre visiones de la mente de una cultura a otra? Esto es posible si entendemos la mente como una ilusión social, en el sentido de los dioses griegos, los cuales no existían de forma natural, ni como artefactos construidos por los humanos, sino como ilusiones socialmente construidas. Si es así, como afirma Leahey (2005), entonces la historia de la mente que contamos en Occidente puede ser diferente a la que cuentan en otras culturas.

 

Por otro lado, ¿existe la mente como una clase natural? Una molécula es una clase natural y puede ser estudiada como tal. Si ese fuera el caso de la mente, entonces pudiera estudiarse desde las ciencias positivas como se estudia una molécula, pero no parece ser este su caso. Aún así, los neurocientíficos han ido al cerebro a encontrar la mente o por lo menos sus mecanismos. Pero aún no pueden mostrarnos un pensamiento, un recuerdo o la atención. Cuando un neurocientífico dice que puede ver los pensamientos o recuerdos en vivo (cuando está ocurriendo), en realidad lo que quiere decir es que puede observar las áreas que se activan en el cerebro cuando pensamos o recordamos algo.

 

La Neurociencia se enfoca en la correlación y, de ello, algunos infieren explicaciones causales. Sin embargo, parece que los correlatos neuronales y la Psicología nos cuentan dos versiones de un mismo fenómeno, por lo cual parece poco plausible que la Neurociencia Cognitiva o la Neurofisiología pueda eliminar a la Psicología. A lo mucho podría inclinarla temporalmente a sus explicaciones (en muchos casos lo está haciendo), por causa del imperialismo cientista. Pues como pensaba Kuhn, la ciencia no es totalmente aséptica, sino que también la influencian intereses de las comunidades de científicos que se circunscriben a un paradigma en un momento determinado.

 

Por último, ¿existe la mente como una construcción social? Esta es una de las cuestionantes que nos plantea el filósofo alemán Bruno Snell. De ser así tiene diversas implicaciones. Para muchos, esto descarta la posibilidad de que la mente sea un objeto legítimo de estudio de la ciencia. Sin embargo, como afirma Searle (1995), el hecho de ser una construcción social no supone que no pueda ser objeto de estudio de la ciencia. Pues, por ejemplo el dinero es también una construcción social y nadie niega que pueda ser un objeto legítimo de estudio científico.

 

No parece ser tan descabellado el hecho de que la mente exista en la cultura. Tomemos en consideración la siguiente analogía. Supongamos que estoy en un salón muy grande y en mi celular reproduzco una canción; para que el sonido se escuche en todo el salón, conecto vía bluetooth el celular a un amplificador el cual está conectado a una bocina (altoparlante). Alguien que desconoce cómo funciona la conexión inalámbrica, intenta comprender cómo el sonido es producido. Estudia la bocina y el amplificador y se da cuenta de que están conectados. Luego observa que el audio está relacionado con determinados circuitos del amplificador. Dada esa correlación, podría asumir que el audio es producido por esos circuitos en el amplificador, porque además observa que si se dañan dichos circuitos el audio no se reproduce. Esto podría llevarle a reducir toda la reproducción de sonidos al funcionamiento de los circuitos del amplificador. La Neurofisiología podría caer en este reduccionismo equivocado.

 

Dicho esto, si la mente sólo existe en la cultura, de poco sirve buscarla en los correlatos neuronales y, mucho menos, será fácil que la Neurociencia pueda poner fin a la Psicología.


Referencias
Avendaño, C. (2002). Neurociencia, neurología, y psiquiatría: Un encuentro inevitable. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, no.83, versión On-line ISSN 2340-2733.
Churchland, P. (1991). Our brains, ourselves: refections on neuroethical questions, en Bioscience and Society, Roy, D. Wynne,B. Old, R (eds), Wiley&Sons, New York.
Collins, S. (1982). Selfless persons: Imagery and thought in Theravada Buddhism. Cambridge, England: Cambridge University Press.
Gaffan, D. (1997). Review of the mind-brain continuum. Trends in Cognitive Sciences I, 194.
Jones, E. G. (2000). Neuroscience in the modern era, SfN Newsletter, 31:10-11.
Kandel, E. R. (1998). A new intellectual framework for psychiatry, American Journal of Psychiatry, 155:457-469.
Kuhn, T. S. (1970). La estructura de las revoluciones científicas. México. Fondo de Cultura Económica.
Leahey, T. H. (2005). Historia de la Psicología (6ta ed). Madrid, España. Pearson Prentice.
Martín-Baró, I. (2006). Hacia una psicología de la liberación. Psicología sin Fronteras, Revista electrónica de intervención psicosocial y psicología comunitaria. Vol. 1, No. 2.
Morris, C. (1972). The discovery of the individual 1050-1200. New York. Harper Torchbooks.
Reale, G., Antiseri, D. (1995). Historia del pensamiento filosófico y científico: Antigüedad y Edad Media (Tomo I). Barcelona, España. Editorial Herder.
Rorty, R. (1979). La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid. Ediciones Cátedra.
Snell, B. (1953). Las fuentes del pensamiento europeo: Estudio sobre el descubrimiento de los valores espirituales de Occidente en la Antigua Grecia. Madrid. Razón y Fe.
Searle, J. (1995). La construcción de la realidad social. Barcelona. Paidós.
Villareal, M. y Avendaño, A. (2012). Historia de la Psicología. México. Red Tercer Milenio.

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