Pedro M. Fernández y Paola Y. García
Introducción
Iniciamos aclarando que este título en forma categórica busca llamar la
atención del lector o lectora, no es nuestra intención aseverar que esto sea
cierto. En realidad lo que motiva y guía este artículo es la siguiente
interrogante: ¿podrá la Neurociencia poner fin a la Psicología? En lo
adelante intentaremos responder este interrogante y, si nos es posible, abrir
el debate respecto a este importante tema entre nuestros colegas de la
Psicología y de la Neurociencia en el contexto dominicano.
Hay dos falacias que cometemos con mucha frecuencia, incluso los más
expertos: asumir que el otro tiene la razón porque es especialista en el área
(falacia del experto) y restarle importancia al argumento de alguien basado en
sus características personales (falacia ad hominem). Estas dos falacias podrían
llevarnos a no considerar dignos de nuestro análisis los argumentos de alguien
en un área determinada del conocimiento, porque se asume que no es experto en
la misma.
Sin ánimos de explicar aquí la razón de ser de dichas falacias, sólo
esperamos que nuestros lectores y lectoras puedan librarse de las mismas y
animarse a debatir el tema.
Como el tema que nos convoca es complejo, para su análisis haremos uso
de la Psicología, la Neurociencia y la Filosofía de la Ciencia. Analizaremos el
objeto de estudio de la Psicología, cómo llega a convertirse en ciencia, las
principales corrientes filosóficas que influyen a la Psicología y su relación
con la Neurociencia a partir de la década de 1960.
1. La Psicología
como ciencia positiva
Si queremos comprender la Psicología en su estado actual es necesario
entenderla como lo que es (o lo que pretende ser), una ciencia positiva. Toda
ciencia tiene, entre otras cosas, una conceptualización (que la define) y un
objeto de estudio. ¿Cuál es la conceptualización y el objeto de estudio de la
Psicología?
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Conceptualización
Etimológicamente se ha definido la psicología como psyché-logos = estudio del alma. Pero ¿es esta definición correcta?
¿Qué significan psyché y logos? Para
comprender el significado de estos términos debemos remontarnos al origen de
los mismos. Por ejemplo, ¿cómo entendieron los griegos antiguos la psyché? La primera noticia sobre este
término la encontramos en torno al siglo VIII Antes de nuestra Era (A.E.) en la
Ilíada y La Odisea. Como afirma Leahey (2005), en ninguna de estas obras la psyché hace referencia a mente o
personalidad.
En la antigüedad la psyché era
entendida como aliento de vida, pues
cuando abandonaba el cuerpo la persona moría. Se entendía que la psyché podía abandonar el cuerpo durante
el sueño y viajar, además, se creía que podía sobrevivir a la muerte corporal.
Pero para que la psyché pudiera sobrevivir
a la muerte corporal se debía hacer un rito funerario y ser enterrado
adecuadamente. Dado que estos ritos eran sólo para los guerreros, la psyché de las mujeres, niños,
adolescentes y ancianos no sobrevivía a la muerte corporal.
Los griegos antiguos tenían otros términos para referirse a
pensamientos, sentimientos y acciones. Cada una de estas estaban localizadas en
diferentes lugares del cuerpo. Todas estas eran almas también. En el diafragma
se encontraba la frénes, la cual se
encargaba de planificar racionalmente la acción. En el corazón estaba el thymós, el cual dirigía las acciones que
eran causadas por sentimientos. Y por último estaba el nóus (el pensamiento), éste permitía una percepción y comprensión
precisa del mundo.
Para los griegos antiguos estas tres almas eran independientes de la psyché. Por ello, cuando la persona
moría la psyché asumía la forma del
cuerpo muerto e iba hacia el Hades y no poseía consciencia, movimientos,
sentimientos, deseos o pensamientos, ya que la frenés, el thymós y el nóus no sobrevivían a la muerte corporal.
Como puede observarse, en su origen la psyché no poseía las características que hoy le damos a su
equivalente en la Psicología, la mente. Es la tradición cristiana la que carga
de todas estas características a la psyché
o alma. Pero ya esto es tema para una discusión teológica en la que no
vamos a entrar en esta ocasión.
Sin embargo, cabe resaltar que el alma adquiere un sinnúmero de
características importantes en la historia del Cristianismo, sobre todo a
partir de la relectura cristiana del dualismo platónico realizada por Agustín
de Hipona. La psyché absorbe todas
las funciones (pensamientos, sentimientos, deseos, etc.) de las otras almas
griegas. Y queda como un ente externo al cuerpo que se conecta con el cuerpo
mediante la glándula pineal, según Descartes (Villareal y Avendaño, 2012). El
dualismo mecanicista cartesiano tiene gran importancia posterior para la transición de alma-cuerpo (en términos religiosos) a mente-cuerpo (en psicología).
El lógos también ha
evolucionado a lo largo del pensamiento teológico y filosófico, dicha evolución
no la tomaremos en consideración para los fines de este artículo. Nos
limitaremos a la traducción convencional como: estudio o ciencia.
-
Objeto de estudio
¿Cuál es el objeto de estudio de la Psicología? Si realizamos esta pregunta
a cualquier estudiante de Psicología, nos podría contestar sin muchas dificultades: la mente
y la conducta. Pues se nos ha enseñado que la Psicología estudia la conducta
humana y animal y los procesos mentales (para algunos sólo en los humanos y
para otros también en los animales).
Pero ¿cómo hemos llegado a esta definición? ¿Por qué la conducta? ¿Por
qué en humanos y animales? ¿Qué es la mente? ¿Existe la mente? ¿Dónde está? ¿Qué
relación tiene con el cuerpo? Cuando entramos a este nivel de cuestionamientos
las cosas se vuelven más complicadas.
El inicio de la Psicología como ciencia estuvo fuertemente influenciado
por los cambios que se venían dando en el pensamiento científico desde Isaac
Newton. “Newton definió su empresa
científica como la búsqueda de un pequeño número de leyes matemáticas a partir
de las cuales fuera posible deducir las regularidades que se observan en la
naturaleza” (Leahey, 2005). Para Newton la ciencia consistía sólo en
observar, describir y predecir los fenómenos de la naturaleza.
Los positivistas llevaron esto hasta el extremo, pues para ellos sólo
podía ser objeto de estudio de la ciencia aquello que fuera susceptible de
observación directa, cosas concretas. Para los positivistas la ciencia debía
ocuparse de la descripción de los fenómenos antes que de la explicación. Esto
pudo deberse sobre todo al miedo que tenían los ilustrados a recaer en la
metafísica si se adentraban en la explicación fenomenológica.
“Comte creía que el éxito de la ciencia hacía
aconsejable que otras empresas humanas adoptaran su metodología” (Leahey, 2005). Exactamente el deseo de tener éxito
como ciencia lleva a la Psicología en sus inicios a que adopte el Método
Científico Natural (MCN) y la filosofía positivista (Martín-Baró, 2006). Así,
como veremos más adelante, se pasa de una psicología filosófica a una psicología
fisiológica, apegándose al naturalismo biologicista.
Cuando Wilhelm Wundt (1879) da inicio a la Psicología como ciencia,
proclama la relación entre psicología y fisiología. Esto no tuvo mucho éxito a
inicios del siglo XX, pues la psicofisiología y la psicobiología no
trascendieron en ese momento por la gran influencia de las corrientes
Psicodinámica y Conductista. Ya
que la primera llegó a rechazar la base biológica de la mente, mientras que la
segunda (sobre todo con Skinner) rechazó la existencia de procesos mentales
(Kandel, 1998). Sin embargo, la historia
cambia a partir de la década de 1960 cuando estas sirven de base a la naciente
Neurociencia.
Wundt inició su empresa
tratando de comprender los elemento que conformaban la conciencia. Influenciado
por el atomismo entendía que si podía constatar los elementos básicos de la
mente, desde ahí podría reconstruir su totalidad. Este pensamiento fue rebatido
posteriormente por la Gestalt, la cual planteaba que el fenómeno global trascendía la suma de las partes.
Dicho esto, no podemos
precisar si este casamiento de la Psicología con el MCN ayudó a la comprensión
de lo que es la mente o nos alejó de la misma. Todo el panorama del siglo XIX
complica las cosas para la mente. Dado que la misma no es susceptible de
observación directa, cae más en el ámbito de la metafísica que de la ciencia
positiva.
Pese a ello, algunos,
como la corriente Psicodinámica, dieron por sentado la existencia de la mente
como un ente diferente al cuerpo (retomando el dualismo) y trataron de
describir su estructura y funcionamiento. Postura que encontró oposición en el
materialismo positivista del Conductismo, para el cual la mente no existía. De
ahí que lo único digno de ser estudiado por la Psicología como ciencia fuera la
conducta observable.
Un cambio importante a
esta visión la trae la teoría del Procesamiento de la Información y la
Psicología cognitiva, las cuales equiparando el cerebro a una computadora, nos
dicen que la mente no es más que el resultado del funcionamiento cerebral,
retomando el reduccionismo materialista.
Desde aquí tiene sentido que la Psicología tenga como objeto de estudio
tanto la conducta como los procesos mentales. Es una forma de quedar bien con
todo el mundo, de que todos se sientan representados. Pues, para un conductista
no podemos decir nada del individuo que no sea lo que observamos, de ahí que
deberíamos centrarnos en estudiar la conducta. Para un cognitivista la conducta
sólo puede ser explicada desde los procesos cognitivos, por lo que deberíamos
centrarnos en comprender dichos procesos. ¿Y qué de la mente? Se fue de
vacaciones junta con el alma. Pero la seguimos invocando para las dimensiones
de la conciencia que aún no entendemos.
2. Origen filosófico
del pensamiento psicológico
En los albores de la filosofía hubo, entre otros, tres temas, los cuales
sellaron una relación perpetua entre filósofos y psicólogos, a saber: 1) la
naturaleza del cosmos, 2) la permanencia y el cambio y 3) el conocimiento del
cosmos. En otras palabras, ¿de qué está compuesto el cosmos? ¿El universo es
cambiante o estático? ¿Cómo podemos conocer los fenómenos de la naturaleza?
a)
¿De qué está compuesto el cosmos?
Esta pregunta representa un paso importante en la evolución del
pensamiento humano, pues con ella se pasaba de las explicaciones mitológicas
del pensamiento mágico de la realidad a una explicación naturalista que da
inicio al pensamiento filosófico. En otras palabras, los fenómenos de la
naturaleza dejaban de ser consecuencias del estado de ánimo de los dioses, para
pasar a tener causas naturales.
El primero que se apartó de las explicaciones religiosas fue Tales de
Mileto, el cual propone que toda la realidad está compuesta por un único
elemento. Según Leahey (2005), esta tradición iniciada por Tales se conoce como
la tradición de la física, ya que la palabra griega para referirse a un único
elemento del cual provenían todas las cosas es fýsis. Para Tales ese elemento único era el agua.
Más adelante, con Leucipo de Mileto y Demócrito de Abdera, nos
encontramos con que los elementos básicos de la naturaleza son átomos. Esto sirve de base para la
explicación materialista, elementarista y determinista de la realidad.
De este modo, dado que todos los fenómenos son naturales y que toda la
naturaleza está compuesta de materia y no de otra cosa, toda explicación de
cualquier fenómeno debe ser explicado desde una perspectiva naturalista,
materialista y monista.
Si observamos el inicio de la Psicología como ciencia, nos damos cuenta
de que esta se aparta de las explicaciones metafísicas hacia la explicación
naturalista. Como vimos anteriormente, la Psicología en sus inicios adoptó el
MCN, la filosofía positivista y la explicación fisiológica de los fenómenos
mentales. Así tenemos la psicofisiología y la psicobiología en los inicios de
la Psicología como ciencia.
El Conductismo es la máxima expresión de estas corrientes filosóficas.
El mismo es naturalista, materialista, positivista y monista. Para este sólo
existe la materia y no existe la mente, ya que no es materia, lo cual no
permite observación directa ni obtener evidencia empírica de su existencia.
b)
¿El universo es cambiante o estático?
La segunda pregunta importante que se realizaron los filósofos fue si
existía el movimiento o si todo permanecía estático ¿existe el cambio o no? En
este punto se inicia con dos posturas opuestas. Para Heráclito de Éfeso todo
cambia, todo está en movimiento. Sin embargo, para Parménides de Elea todo
permanece estático.
Las consecuencias de estas dos posturas son muy diversas. Si todo está
estático entonces el cambio es sólo una ilusión, imagen o apariencia de la
realidad. Por consiguiente nos engañan nuestros sentidos y los mismos no serían
pertinentes para conocer la realidad. Por otro lado, si la permanencia no
existe, entonces las cosas no tienen esencia inmutable, nada sustenta la
realidad, no existe un alma, ni tampoco las verdades absolutas.
Dicho esto, si todo permanece estático y el movimiento es sólo una
ilusión perceptual, entonces no deberíamos confiarnos de las experiencias, sino
de la razón. Pero si el cambio es real y no existe la permanencia, entonces
deberíamos fiarnos más de la experiencia que de nuestros razonamientos.
Estas ideas han repercutido en la Psicología como ciencia. La idea
inicial de la Psicología como el estudio del alma, luego de la mente, lleva a
preguntarse si la naturaleza de la mente ¿es un ente diferente al cuerpo? ¿Es
inmutable o cambiante? ¿Deberíamos hablar de mente? Esta escapa de nuestra
experiencia sensible.
A finales del siglo XIX el positivismo y el realismo tendrían dos
posturas opuestas respecto de la mente. Para los positivistas si la psicología
estudia la mente, no debería ser considerada como ciencia, dado que la mente no
es susceptible de la experiencia sensible. En cambio, el realismo acepta la
existencia de fenómenos no observable si a través de ellos se pueden explicar
algunos fenómenos de la realidad observable. Así que asume la existencia de la
mente para explicar la conducta humana.
La cuestión de la naturaleza de la mente se discute entre materialistas
y dualistas. Pues desde la perspectiva del materialismo la mente no es algo
diferente al cuerpo, sino, como hemos dicho, resultado del funcionamiento
cerebral, esta postura es asumida por la neurofisiología de la mente. El
pensamiento dualista tiene menos peso en la actualidad. Esto también tiene
muchas implicaciones para la Psicología actual. Pues si todo puede reducirse a
la fisiología cerebral, entonces, la Neurofisiología podría asumir el papel de
la Psicología.
c)
¿Cómo podemos conocer los fenómenos de la naturaleza?
De los pensamientos de Heráclito y Parménides se desprenden dos
corrientes: empirismo y racionalismo; además, todo un estudio profundo sobre
los sentidos iniciados con Alcmeón de Crotona y Empédocles de Agriento. Estos
dos estudiaron el sistema sensorial y nervioso y rechazaron la idea de la
permanencia de Parménides. Para ellos, los sentidos sí eran las vías válidas
para alcanzar el conocimiento, sentando las bases del empirismo.
Por su parte, Platón diferencia el conocimiento sensible del
conocimiento inteligible, el conocimiento de los sentidos y el conocimiento de
la razón, dándole más peso al conocimiento de la razón, así sienta las bases del
racionalismo.
Dentro de la Psicología encontramos la expresión del empirismo en el
Conductismo, mientras que el racionalismo lo encontramos en el Cognitivismo.
Las implicaciones de estas corrientes filosóficas en el pensamiento psicológico
son muy variadas. Por ejemplo, ¿podemos fiarnos de lo que nos informan nuestros
sentidos? ¿Somos realmente racionales? ¿Existe el libre albedrío? La corriente
psicodinámica se preguntaba esto último.
En resumen, en la Psicología tenemos posturas materialistas e idealistas,
empiristas y racionalistas, relativistas y deterministas, monistas y dualistas,
positivistas y realistas, atomistas y holísticas, entre otras.
Ahora, ¿cuáles corrientes y doctrinas filosóficas tienen más peso en la
actualidad para la Psicología? ¿Por qué? En lo adelante veremos que algunas
corrientes filosóficas son las que priman en la investigación científica y las
implicaciones para el futuro de la Psicología.
3. Neurociencia y
Psicología: ¿El fin de la Psicología?
Comprender la relación
actual entre Psicología y Neurociencia, implica conocer el surgimiento y
evolución de la Neurociencia y cómo esta ha ido abordando ciertas áreas del
conocimiento. Veremos algunas causas e implicaciones de esta relación, así como
sus ventajas y desventajas.
Ya hemos dicho que en el
siglo XIX el inicio de la Psicología como ciencia se da pasando de la relación
psicología-filosofía a la relación psicología-fisiología. Al ser un enfoque
psicofisiológico estaba sustentado en el materialismo empirista y positivista.
Sin embargo, dado el hecho de que en aquel momento no existía la tecnología
para obtener evidencia empírica, la psicofisiología y la psicobiología no
tuvieron mucho éxito.
Dicho esto, ¿cómo
llegamos al auge actual de los estudios sobre el cerebro? Para ello deberíamos
explicar un conjunto de factores que estuvieron involucrados. Sin embargo,
vamos a centrarnos en algunos aspectos puntuales.
En el año
1962, Frank O. Schmitt estableció en el Massachusetts
Institute of Technology (MIT) el Neurosciences Research Program (NRP), al que atrajo a científicos de
muy diversas áreas, con el objetivo de explotar al máximo los abordajes
clásicos de la fisiología y la conducta y combinarlos con la potencia técnica y
conceptual de la física, la química y la biología molecular; para, de esta
manera, realizar avances revolucionarios en la comprensión de la mente humana
(Avendaño, 2002).
Para el año 1967, Stephen Kuffler crea el primer Departamento
multidisciplinar de Neurociencia (específicamente de Neurobiología) en la
Universidad de Harvard. Y en 1969, por iniciativa de un pequeño grupo de
investigadores, encabezados por Ralph Gerard (quien introdujo el término
Neurociencia, en singular), es creada la Society for Neuroscience (Jones,
2000).
Los tres
eventos antes citados son los que dan origen a la Neurociencia moderna. Cabe
resaltar, como señala Avendaño, que “antes de 1970 no se podían encontrar más de 6 revistas no
clínicas de investigación del sistema nervioso. Hoy el Institute for Scientific
Information de Filadelfia recoge 200 bajo el epígrafe de Neurociencias” (Avendaño, 2012).
Por otro lado, en contraste con aquel pequeño grupo de investigadores que
en 1969 formaron la Society for Neuroscience, hoy la misma cuenta con alrededor
de 40,000 investigadores, los cuales se reúnen cada dos años para presentar los avances de la Neurociencia. Nótese que sólo estamos hablando en el ámbito
estadounidense.
Como se comprenderá, ante tal auge de la Neurociencia (sobre todo a
partir de 1990, cuando se declara la “Era del Cerebro”), muchos se han montado
en el barco reduccionista que intenta explicar todo lo relacionado con el ser
humano a partir de la interacción neuronal, y desde un enfoque correlacional.
La Psicología no ha sido la excepción.
Esto tiene diversas implicaciones para la Psicología como ciencia. Dado
que la Psicología estudia la conducta humana y lo que produce y dirige dicha
conducta (la mente), y la Neurociencia también trata de explicar todo lo que
hacen las personas desde los correlatos neuronales, entonces surge la cuestión
de que si la Neurociencia cognitiva y la Neurofisiología explican lo mismo y
con mayor profundidad y con datos empíricos, podemos prescindir de la
Psicología. De hecho, Churchland, desde una visión eliminacionista, plantea que
“la neurociencia es una simple versión
mejorada de la psicología popular y que ésta no es más que futura neurociencia
en espera” (Gaffan, 1997).
Aquí podemos observar como desde los inicios del auge de la Neurociencia,
se ha venido planteando la idea de que la Neurociencia sustituya a la
Psicología. Ahora bien, ¿podra ser esto posible? Igual que el Conductismo, la
Neurociencia puede explicar la conducta observable sin muchas dificultades,
pero ¿puede en realidad explicar la mente? He aquí el talón de Aquiles para la
ciencia positiva en relación con la Psicología.
Ante esta situación es necesario volver a preguntarnos ¿existe la mente?
Si existe ¿cómo existe y dónde está? ¿Existe como una clase natural? ¿Existe
como una ilusión social? ¿Existe como una construcción social? ¿Está en el
cerebro, en otra dimensión o en la cultura? Dependiendo de cómo se ha entendido
la existencia de la mente ha producido diferentes enfoques en la historia de la
Psicología.
En este punto es necesario comprender por qué es importante la existencia
de la mente. Morris (1972) entiende que el núcleo del individualismo reside en
la experiencia psicológica, la cual da el sentido de una distinción clara entre
el yo mismo y las otras personas. Además, Morris nos recuerda que en la
existencia de la mente hay más en juego que el carácter científico de la
Psicología, porque la posesión de una mente está fuertemente vinculada al hecho
de ser persona.
Como puede observarse, la existencia de una mente es muy importante por
lo menos en la cultura occidental. Pues, por ejemplo, en oriente se tiene una
visión diferente respecto de la mente. Según el monje budista Nyanatiloka, “el Buda enseña que lo que llamamos yo, ego,
alma, personalidad, etc., son términos meramente convencionales que no se
refieren a ninguna entidad real independiente” (Collins, 1982). Según nos
dice Leahey (2005), citando a Collins, “para
los budistas, parece que la psicología sea el estudio de una no-cosa, una
empresa descabellada” . Esta idea, según Rorty (1979), está en concordancia
con lo que postula el constructivismo social moderno al respecto.
Ahora, ¿por qué son posible estas diferencias tan marcadas entre visiones
de la mente de una cultura a otra? Esto es posible si entendemos la mente como
una ilusión social, en el sentido de los dioses griegos, los cuales no existían
de forma natural, ni como artefactos construidos por los humanos, sino como
ilusiones socialmente construidas. Si es así, como afirma Leahey (2005),
entonces la historia de la mente que contamos en Occidente puede ser diferente
a la que cuentan en otras culturas.
Por otro lado, ¿existe la mente como una clase natural? Una molécula es
una clase natural y puede ser estudiada como tal. Si ese fuera el caso de la
mente, entonces pudiera estudiarse desde las ciencias positivas como se estudia una molécula, pero no parece ser este su caso. Aún así, los neurocientíficos
han ido al cerebro a encontrar la mente o por lo menos sus mecanismos. Pero aún
no pueden mostrarnos un pensamiento, un recuerdo o la atención. Cuando un
neurocientífico dice que puede ver los pensamientos o recuerdos en vivo (cuando
está ocurriendo), en realidad lo que quiere decir es que puede observar las
áreas que se activan en el cerebro cuando pensamos o recordamos algo.
La Neurociencia se enfoca en la correlación y, de ello, algunos infieren
explicaciones causales. Sin embargo, parece que los correlatos neuronales y la
Psicología nos cuentan dos versiones de un mismo fenómeno, por lo cual parece
poco plausible que la Neurociencia Cognitiva o la Neurofisiología pueda
eliminar a la Psicología. A lo mucho podría inclinarla temporalmente a sus
explicaciones (en muchos casos lo está haciendo), por causa del imperialismo
cientista. Pues como pensaba Kuhn, la ciencia no es totalmente aséptica, sino
que también la influencian intereses de las comunidades de científicos que se
circunscriben a un paradigma en un momento determinado.
Por último, ¿existe la mente como una construcción social? Esta es una de
las cuestionantes que nos plantea el filósofo alemán Bruno Snell. De ser así
tiene diversas implicaciones. Para muchos, esto descarta la posibilidad de que
la mente sea un objeto legítimo de estudio de la ciencia. Sin embargo, como
afirma Searle (1995), el hecho de ser una construcción social no supone que no
pueda ser objeto de estudio de la ciencia. Pues, por ejemplo el dinero es
también una construcción social y nadie niega que pueda ser un objeto legítimo
de estudio científico.
No parece ser tan descabellado el hecho de que la mente exista en la
cultura. Tomemos en consideración la siguiente analogía. Supongamos que estoy
en un salón muy grande y en mi celular reproduzco una canción; para que el
sonido se escuche en todo el salón, conecto vía bluetooth el celular a un amplificador
el cual está conectado a una bocina (altoparlante). Alguien que desconoce cómo
funciona la conexión inalámbrica, intenta comprender cómo el sonido es
producido. Estudia la bocina y el amplificador y se da cuenta de que están
conectados. Luego observa que el audio está relacionado con determinados
circuitos del amplificador. Dada esa correlación, podría asumir que el audio es
producido por esos circuitos en el amplificador, porque además observa que si
se dañan dichos circuitos el audio no se reproduce. Esto podría llevarle a
reducir toda la reproducción de sonidos al funcionamiento de los circuitos del
amplificador. La Neurofisiología podría caer en este reduccionismo equivocado.
Dicho esto, si la mente sólo existe en la cultura, de poco sirve buscarla
en los correlatos neuronales y, mucho menos, será fácil que la Neurociencia
pueda poner fin a la Psicología.
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