(Reseña crítica de los aportes arqueológicos
de Finkelstein y Silberman)
Por: Pedro M. Fernández
La
esperanza israelita, como también la cristiana, en un מָשִׁיחַ (mashiáj) salvador, tiene su génesis en la figura de David.
El título de David como el “ungido de Yahvé” da inicio a la figura mesiánica.
De manera que David es el prototipo de rey para los israelitas, así como
también para el cristianismo. De aquí que sería casi imposible pensar en la
inexistencia histórica de David, eso sería, más que una falta de respeto, una
blasfemia. Pero lo cierto es que la arqueología, como irreverente que mucha
veces es ante las verdades bíblicas, se ha planteado esa pregunta ¿existió
realmente David o, incluso, Salomón? ¿Qué pruebas hay sobre eso?
Los arqueólogos Israel Finkelstein y Neil Silberman han
estado indagando por años sobre ese tema, y nos plantean su apreciación, la
cual ellos han denominado “Recuerdos de una edad de oro”. Sobre sus aportes se
desarrolla esta reseña. Pero, antes de entrar a lo que proponen Finkelstein y
Silberman, veamos un resumen de lo que dice la Biblia sobre David y Salomón.
¿Qué
dice la Biblia sobre David y Salomón?
Cuando leemos el texto bíblico nos damos cuenta de
que el caos violento de la época de los Jueces dio paso a la monarquía. El
primer libro de Samuel (4-5) nos narra cómo el ejército filisteo derrota a
Israel y se lleva el Arca de la Alianza. Esto da paso
a que el pueblo de Israel entienda que necesitan hombres que estén preparados
para enfrentar los nuevos retos de guerra. Razón por la cual, después que
recuperan del Arca (6.21), los ancianos del pueblo piden a Samuel que ponga un
rey (8.5). Samuel aunque no quiere (8.6), tras consultar a Yahvé (8.7-9), le pone,
por elección de Yahvé (9.16), a Saúl como rey (10.1). Saúl parece prometedor,
pues es alto, hermoso y guerrero. Pero, por sus dudas íntimas y sus violaciones
ingenuas de la ley divina es rechazado por Yahvé como rey. De forma que aunque
Saúl es el primero en ser elegido como rey (16.1), el que se convierte en el
personaje central de la monarquía es David.
David
es un pastor de ovejas que, mientras Saúl aun reina, a espaldas de Saúl es
ungido por Samuel como rey de Israel (16.13), pues Yahvé ha rechazado a Saúl. De
aquí en adelante David empieza a ser proyectado como hacedor de grandes proezas.
Tanto así que durante una guerra entre filisteos e israelitas, en la cual, de
entre los filisteos sale un gigante (Goliat) que hace que Saúl con todo el ejército
de Israel tiemblen de miedo, llega David como el Megamán hebreo a salvar el día (17.23-51). De esta manera
ridiculiza a Saúl, demostrando así, quién tiene que ser el rey de Israel.
Después el buen David huye de Saúl (19.18) para que no lo mate por haberlo
defendido de Goliat.
Tiempos
después, mueren trágicamente los hijos de Saúl y, éste se suicida (31). Después
de esto, David desciende a Hebrón, donde es proclamado rey (2Sm 2.1-7). Así
comienza el gran reino unificado de Israel. Pues David logra terminar con la
oposición de los descendientes de Saúl (2. 8ss), y todas las tribus lo acogen
como rey (5. 1-5). Después David conquista el fuerte jebuseo, y establece allí
su capital (5. 6-10), en la cual recibe la promesa de una dinastía perpetua
(7.8-16). David hace guerras liberacionista contra los pueblos de la Transjordania
y vence, somete a los amorreos y reina desde Jerusalén hasta más allá de los límites
de su territorio (8. 1ss). Pero no tiene paz hasta que muere.
A
David le sucede Salomón como rey (1Re 1.39). Supuestamente él es el rey más
sabio de la tierra, tiene una riqueza inimaginable y es un constructor
formidable, él construye el templo de Jerusalén (6. 1ss). También edifica
Jasor, Megiddo y Guézer (9.15). La Biblia dice en 1Reyes 10. 23-24: En riqueza y sabiduría, el rey Salomón
superó a todos los reyes de la tierra. De todo el mundo venían a visitarlo,
para aprender de la sabiduría de que Dios lo había llenado. Salomón
consolida el reino de su padre David, porque el favor de Yahvé está con él. Ahora,
su inmensa riqueza procede de la imposición de trabajos forzados a las tribus
de Israel y expediciones comerciales internacionales.
Finkelstein
y Silberman:
¿Existieron realmente David y
Salomón?
Las historias narradas por la Biblia, sobre
David y Salomón, según Finkelstein y Silberman, han hecho que los lectores de
la Biblia durante siglos hayan vuelto su mirada a la época de David y Salomón,
mirándola como “una edad de oro” en la historia de Israel. De manera, que podía
dudarse de la historicidad de los patriarcas, el éxodo, la conquista o los
jueces, pero jamás de David y Salomón. Pues las grandes construcciones, los
arqueólogos la adjudicaban a David y Salomón.
Sin
embargo muchos de los pilares que sostenían la historicidad de David y Salomón
están en debate recientemente. La expansión del reinado davídico y salomónico
ahora es cuestionada. Pues las excavaciones realizadas recientemente no prueban
que haya existido el gran reino de David y Salomón, sino que los grandes
monumentos que se les atribuía a ellos su edificación, ahora son atribuidos a
otros reyes.
Ahora,
¿existieron David y Salomón? Según Thomas Thompson, Niels Peter Lemche y Philip
Davies, la monarquía unitaria de Israel, David y Salomón y toda la descripción
bíblica de la historia de Israel no son más que construcciones ideológicas
hábilmente elaboradas, producidas en Jerusalén por círculos sacerdotales en
tiempos posteriores al exilio o época helenística. Una lectura rigurosa de la
descripción bíblica de la época de Salomón da a entender que se trata de un
retrato de un pasado idealizado. Pues, a pesar de tanta fama y riqueza que tenía,
ni David ni Salomón se mencionan ni siquiera en un solo texto conocido de
Egipto o Mesopotamia. En todas las excavaciones desde mediados del siglo XIX hasta
principios del siglo XX, nada se halló del fabuloso y complejo palacio
salomónico.
A
esta situación, algunos responden que no hay restos del período davídico y
salomónico, porque fueron eliminados por las construcciones masivas herodianas
y, que no son mencionados en textos egipcios o mesopotámicos, porque entre
1005-930 a.E.C. estos imperios estaban en decadencia, lo que justifica que no
hayan escritos.
Toda
la discusión dio un giro en el verano de 1993, cuando se encontró una
inscripción de “la Casa de David” en donde dice, entre otras cosas, el rey
Jazael que había matado a Ocozías hijo de Jorán, rey de la casa de David. Con
esto, ya se sabe que David y Salomón existieron. Ahora, hasta qué punto es cierta
la esplendidez de los reinos de David y Salomón.
Grandeza de los reinos
davídico y salomónico:
Los
estudiosos están tratando de ver mediante la arqueología si las descripciones
bíblicas, de los reinos de David y Salomón, tienen sentido histórico. Las
recientes prospecciones arqueológicas muestran que Judá ocupaba un territorio
que se extendía aproximadamente desde el sur de Jerusalén hasta las márgenes septentrionales
del Neguev. Estos eran terrenos abruptos,
aislados de las regiones vecinas y escasas precipitaciones; mientras que el
norte tenía valles abiertos, buena agricultura y rutas hacia las demás naciones.
Las
últimas excavaciones que se han hecho en busca de la Jerusalén bíblica no dan prueba
de que haya estado ocupada en el siglo X a.E.C. A esto algunos responden, que
las construcciones posteriores han borrado todo rastro de la ciudad de Jerusalén.
En cambio, las excavaciones en la ciudad de David han dado hallazgos del bronce
medio y de los últimos siglos de la edad de hierro, pero nada del siglo X a.E.C.
Según
una evaluación más optimista Jerusalén en el siglo X a.E.C. no era más grande
que cualquier pueblo corriente de las comarcas cercanas. Esta modesta
valoración concuerda con el tipo de poblamiento más bien exiguo del resto de
Judá de aquel mismo período.
En
vista de estos descubrimientos ¿cuál fue la amplitud de la conquista de David?
Por otra parte, ¿instauró Salomón una monarquía gloriosa sobre el reinado conquistado
por David? Las grandes conquistas que se adjudican a David sólo parecen haber
sucedido en teorías, pues lo cierto es que David no pudo ser más que un cacique
tribal. De manera que las grandes conquistas no eran más que medios sutiles en
los que el cacique tribal de las tierras altas ofrecía cierto tipo de seguridad
a las comunidades de las tierras más bajas.
En
cuanto a Salomón, Yigael Yadin entendió que Megiddo, Guézer y Jasor fueron
construidas por Salomón, basado en 1R 9.15. Porque en cada una de estas
ciudades habían puertas similares. Así que él pensó que fue obra de un solo
constructor, el cual tuvo que ser Salomón. Mas adelante, Yadin descubrió en
Megiddo un palacio de 1830 metros, y un alumno suyo adjudicó la construcción
del mismo a Salomón, diciendo que era exactamente el palacio que dice la Biblia
que él hizo en Jerusalén. Pero surgió la interrogante ¿si Jerusalén era un
pueblo subdesarrollado en el siglo X a.E.C. cómo pudo Salomón construir
maravillosos templos en otros pueblos, mientras su ciudad era una aldea? De
aquí, que las antiguas pruebas arqueológicas del gran reino davídico y
salomónico resultaron de dataciones estereotipadas y erróneas.
Los
nuevos descubrimientos a partir del carbono 14 muestran que lo que se había
fechado de mediados del siglo XI a.E.C. es del X a.E.C. y lo que se había
considerado del siglo X a.E.C. es del IX a.E.C. Así que, en tiempos de David, Jerusalén
no pasaba de ser un pueblo típico de las tierras altas. Judá quizás tenía
aproximadamente unas 5mil personas dispersas entre las montañas y llevaba vida
de pastores para el siglo X a.E.C.
Ahora,
¿por qué quedaron estos reyes en la historia? Aquí lo único que podemos decir
con seguridad es que existieron.
Partiendo
de la Historia Deuteronomista, quizás no sería inadecuado decir que los grandes
reinos de estos personajes sea parte de la construcción deuteronomista. Quizá,
realmente, David y Salomón sólo fueron unos caciques tribales. Pero si fue así,
lo más probable es que David tuviera mucha influencia en las pequeñas
comunidades que existían en su tiempo. Y tal vez la grandeza de Salomón sea sólo
una forma de expresar cómo se divide un gran reino cuando no es fiel a Yahvé. Puede
ser que tanto David como Josué, por los paralelos que tienen con Josías, sean únicamente
personajes idealizados que representan los planes de Josías. Siempre el reino
del Norte fue más fuerte, próspero y desarrollado que el del Sur, pero con su
caída y el debilitamiento del imperio asirio Josías pudo haber proyectado hacia
el pasado lo que pretendía en el presente. Quizás es Josías el responsable de
todo.