viernes, 24 de junio de 2011

Las mujeres de caderas anchas son más inteligentes

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Rachel Weisz, un estereotipo de mujer inteligente según este estudio 
 
El estereotipo de la mujer linda y tonta parece estar en cuestión a causa de un estudio realizado por científicos de la Universidad de Pittsburgh, el cual ha arrojado el dato que las mujeres caderonas y con cintura de avispa parecen ser más inteligentes que el resto de las personas de su sexo, además de dar a luz a hijos con importantes niveles de inteligencia.
Este estudio ha puesto en contraste a las mujeres orondas o escurridas de cadera con las mujeres con caderas anchas y cintura fina, y al compararlas, los resultados apuntan a que uno de los factores que determina la inteligencia en las mujeres y sus hijos es una proporción que marca que el contorno de su cintura sea menor en unas 0,6 y 0,7 veces al de su cadera.
Este estudio seleccionó una muestra de 16.000 mujeres y niñas a quienes se midió sus características antropométricas y se les hizo hacer pruebas de inteligencia. Los resultados apuntaron a la conclusión expresada en el párrafo anterior.
La explicación a este curioso fenómeno radica en los tipos de grasa que el cuerpo femenino acumula en las caderas y en la cintura. En las caderas se contiene grasa con niveles altos de ácidos grasos de omega -3, los cuales están asociados con el desarrollo del cerebro. La grasa depositada en torno a la cintura es rica en ácidos grasos de omega-6, los cuales obstaculizan el desarrollo cerebral.
Un estereotipo físico que está relacionado con las conclusiones de este estudio es el físico de Rachel Weisz, actriz que ganó un oscar por su papel en la famosa película El Jardinero Fiel, y que se graduó en Literatura Inglesa por la Universidad de Cambridge mientras estudiaba teatro.
Esta teoría no apunta a ofrecer una regla general para las mujeres y su inteligencia, simplemente intenta arrojar uno de los posibles factores que pueden incidir en la inteligencia de las personas de sexo femenino. Y hay que reconocer que resulta bastante curioso.

jueves, 23 de junio de 2011

"LA CRUDA REALIDAD"

Apariencia e Imagen ¿realidades auténticas?
Por: Pedro Miguel Fernández

Se dice que “La tragedia de la humanidad ocurre cuando los medios se convierten en fines”. A mi entender, esta es una frase que encierra nuestra cruda realidad de vida. Pues como los seres humanos tenemos la tendencia morbosa de adorar nuestras creaciones, muchas veces, las cosas que construimos como medios para acercarnos a otras, las convertimos en fines absolutos en sí mismos. Esto ocurre desde tiempos inmemorables y se ve reflejado en el devenir histórico de las diversas culturas. Ocurre en la religión, en la política, así como en otros sectores de la vida humana. Si dentro de la religión tomamos como ejemplo lo divino, podemos decir que siendo lo divino realidad última de todas las cosas, ha quedado reducido a un montón de rituales y dogmas ético-filosóficos que responden a los intereses de las diversas tradiciones y grupos interdenominacionales, o mejor, a los intereses de sus dirigentes. Es decir, que siendo las diversas tradiciones e instituciones religiosas, con sus rituales y dogmas, medios por los que los seres humanos se relacionan con lo divino, estas han proyectado y convertido, dichos rituales y dogmas, en la esencia de lo divino por antonomasia. Por eso, se ha vuelto más importante la práctica de rituales y la aceptación de dogmas que la relación con lo divino. Esto lo demuestra el hecho de que, en la actualidad – así como a través de nuestro devenir histórico –, el camino religioso sea comprendido como camino que conduce a la práctica de rituales y de sumisión a ciertos dogmas, en vez de entendérselo como camino de experienciación y vivenciación de lo divino. De aquí que los rituales y dogmas se han convertido en fines absolutos en sí mismos.

Los judíos se percataron del peligro que representa el hecho de que los medios se conviertan en fines, y lo expresaron con magistral lucidez en su Decálogo instructivo: “No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra (Ex. 20.4)”. Esta nota demuestra que la práctica de hacer imágenes de lo divino era algo común en aquella época, y como Israel debía ser pueblo apartado (santo) para Yahvé, tenía que ser diferente a los demás, de ahí la prohibición.

Ahora, ¿Cuál es el peligro que representa construir una imagen de Yahvé? Aquí se hace necesario comprender, aunque sea de manera superficial, la naturaleza y el modo de ser de la imagen. Una imagen es la representación de una realidad con la cual, la imagen en cuestión, comparte rasgos comunes. El caso que la imagen al compartir rasgos comunes con la realidad a la que representa, y al estar siempre a la vista de quien se acerca a dicha realidad a través de ella, tiende a convertirse, para quien la mira, en más real que la realidad a la que representa. Haciendo desaparecer, de esta manera, la realidad de la cual era medio de constatación. Es así que la imagen, siendo representación mediacional, viene a convertirse en fin absoluto en sí misma; atrapando, de esta manera, la mirada de quien la utilizaba como medio de constatación de una realidad.

Siendo esta la naturaleza y el modo de ser de la imagen, representaba, entonces, un peligro para el pueblo de Israel la construcción de una imagen de Yahvé. Pues si Yahvé es fin en sí mismo, y la imagen tiende a hacer desaparecer la realidad a la que representa, la construcción de una imagen de Yahvé podría traer como consecuencia que el pueblo se olvidara de Yahvé y se quedara fijo adorando la imagen.

Pues bien, ¡Enhorabuena! El pueblo de Israel se percató de un peligro fulminante – la creación de una imagen – y se libró de él. Eso es lo que nos hacen creer las interpretaciones viciadas, fundamentalistas y fanáticas de los textos bíblicos. Pues, aunque no queramos aceptarlo, eso no es así, ya que en realidad todo esto es una vil mentira. El pueblo de Israel lo único que pudo hacer al respecto fue aparentar ser diferente, cuando en realidad no lo era. Pues solo bastará con abrir un poco los ojos y ver como poco tiempo después el pueblo construye un becerro de oro y como posteriormente la historia Deuteronomista denuncia que el pueblo siempre tuvo sus ídolos (imágenes) y que por eso Yahvé los exilió. De aquí, que proyectarse como los que no tenían imágenes era solo apariencia, no realidad auténtica. De no ser así, no tendría razón Jesús cuando le dice a los escribas y fariseos:
¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros el profeta Isaías, como está escrito: “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. Porque, dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres – (Marcos 7.6-8).

Es decir, que el pueblo de Israel, aunque en algún momento destruyera las imágenes de otros dioses, nunca destruyó sus imágenes ideológicas (rituales y dogmas), al contrario, las fortaleció. Al punto de ponerlas en el lugar de Dios. Eso es lo normal en todas las tradiciones religiosas.

El Cristianismo, por ejemplo, nacido del Judaísmo, no se escapa de esto. Quizás una comprensión adecuada de lo divino sea decir, que lo divino es Realidad inefable e inaprehensible a la razón y, de ahí, solo constatable en la experienciación y vivenciación de la misma. Dicho de manera sencilla: Dios va más allá de todo lo que podamos pensar o decir sobre su naturaleza. De manera que nada podemos decir con precisión de la naturaleza o el modo de ser lo divino. Aquí, como dijo Lao Se: “El que sabe no habla y el que habla no sabe”. Pero no, el ser humano no puede quedarse cayado, tiene que decir algo. Es así que el Cristianismo, como no es la excepción, crea su imagen de Dios: el Dios es trino – dogma trinitario. Quien quiera acercarse a Dios en el Cristianismo tiene que aceptarlo como trino, como Dios no basta. Pues como hay muchos “dioses falsos”, cada quien identifica el suyo, el cual desde luego será el verdadero. ¡Es patético! Nos acercamos, aceptamos y creemos en un dogma no en la realidad que representa el dogma. Esto es así, y si estoy equivocado, que los cristianos y las cristianas suelten el dogma trinitario y se acerquen a la realidad tal cual, apuesto que no pueden. Usted puede ser cristiano o cristiana si vive el dogma, aunque nunca haya tenido una experiencia de lo divino; ahora, usted no será cristiano ni cristiana si tiene experiencia con lo divino y no acepta el dogma. Esto, aunque queramos negarlo, es la cruda realidad. Sé que cualquiera que lea esto, si no me conoce, pensará que no soy cristiano; pues, contra todo pronóstico, si lo soy. Por eso tomo mi tradición como ejemplo. Es que me inquieta darme cuenta de que lo que divide a los seres humanos en su religiosidad es la diferencia dogmatica, es decir, que si la religiosidad fuera autentica – solo experiencia de Dios sin más – todas las personas creyentes del mundo estarían en armonía.

Ahora, yo sé que lo que he estado diciendo, no solo para el Cristianismo, sino para cualquier tradición religiosa, puede ser difícil aceptarlo. Por lo que sería mejor callarnos y aparentar que esto no es así. Aparentar es lo que hacemos que cuando no queremos aceptar la realidad tal cual es, ó cuando no queremos que los demás vean cuál es la realidad de algo que nos implica.

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