domingo, 20 de marzo de 2016

"¿QUÉ ES DIOS? ¿CÓMO ES DIOS?"

Por: Pedro M. Fernández

Decimos que Dios es una persona. Pero dado el hecho de que no conocemos otra forma de personas más que la humana, en nuestro intento de descripción teomórfica, caemos irremediablemente en el antropomorfismo (una descripción de Dios basada en las características humanas). Así corremos el riesgo denunciado ya por muchos pensadores: crear una imagen de Dios a nuestra imagen y semejanza, en vez de ser al inverso.

El hecho de tener un Dios invisible y lejano (paradójicamente cercano, en el cielo y aquí, gracias a la omnipresencia) viene a complicar aún más lo antes dicho. Pues la invisibilidad, ausencia e ininteligibilidad de Dios crea, por un lado, la necesidad de medios de constatación; mientras que por el otro, potencia y facilita la creación de imaginarios ideológicos teológicos que responda a intereses dominación, discriminación y exclusión en contextos diferentes y específicos.

Aquí se hace necesario deslindar entre la creación humana y la revelación divina de la realidad ontológica teomórfica. Es decir, ¿qué de lo que conocemos o decimos saber acerca de la especificidad inherente a la naturaleza de Dios ha sido revelado por Dios? ¿Y qué ha sido construido por el genio del intelecto ser humano? El hecho de que la Teología Sistemática nos muestres que lo que conocemos de Dios es gracias a sus atributos deja aclarado en gran parte el asunto. Además, cabe aclarar que lo que denominamos revelación no es más que, como dice Torres Queiruga, «un “caer en la cuenta” que nos devela una profundidad insospechada a la que nos aboca el estímulo que revela».

El ser humano tiene la tendencia morbosa de medir todo desde sí mismo. Y de atribuir a sus creaciones sus propias características. Cada atributo de Dios responde a un momento y a una realidad de necesidad específica del ser humano. La revelación se convierte en hermenéutica atributiva. Lo que sucede es un caer en cuenta y ese caer en cuenta atribuírselo a un ser o causa divina a partir de una interpretación.

Si bien, esto puede servir para causas muy nobles, también puede servir para fines utilitarios de poderes hegemónicos. Pues si nadie ha visto a Dios habrá que asumir que es como dicen que es los que tienen el poder de creación de imaginarios teomórficos. Así las cosas, la imagen de Dios construida por la estructura socio-religiosa sirve para legitimar sistemas de dominación, exclusión, alienación y discriminación.


Dada la naturaleza ininteligible de Dios, de ello nada sabemos con certeza. Quizás, como decía el Pseudo Dionisio, «lo único que sabemos con certeza es lo que no es». De manera que, en términos teológicos, como aseveraba Lao Se, «el que sabe no habla y que habla no sabe». Dios sigue siendo misterio inconmensurable, El Totalmente Otro de Karl Barth. Así que no debemos dejar que nos engañen con cualquier imagen de Dios.

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