viernes, 18 de noviembre de 2011

CRISIS EN LA FAMILIA CONTEMPORANEA

Por: Pedro Miguel Fernández

A propósito de que estamos en el Mes de Familia, digamos algunas cosas al respecto. La familia como órgano social y como institución divina, según la creencia religiosa, está pasando por momentos críticos. Dicha crisis se ve reflejada en la degradación, la desintegración, la disfuncionalidad, entre otros de la misma. Las causas son diversas y complejas, las consecuencias son devastadoras en diversas direcciones dentro del ámbito de las relaciones sociales e interpersonales.

¿Qué se puede hacer? Las respuestas son muchas, las acciones son escasas; las buenas intenciones se sobran, el compromiso y el accionar coherente y consecuente están en peligro de extinción. Quizás hemos llegado a un momento culmen en el que necesitamos redefinir y redimensionar la familia, a la luz del contexto actual.

Al parecer, la estructura tradicional de la familia ha caducado y estamos en la necesidad de nuevos modelos familiares que respondan a la contemporaneidad. Para los grupos más conservadores es horroroso el solo hecho de pensar tal cosa; para los grupos más liberales esto representa un reto a enfrentar.

Frente a la situación a la que estamos asistiendo en la actualidad en lo que concierne a la familia, surgen dos preguntas que, a mi juicio, sería pertinente tomar en consideración: ¿Queremos salvar la familia como institución? ¿O queremos mejorar las relaciones familiares? Salvar la institución familiar implica proteger la estructura familiar tradicional, lo cual no lleva necesariamente a que lo segundo sea posible; pues no se está enfocado en el ser humano como tal, sino en una estructura social, creada por un conjunto de valores, creencias, prejuicios, entre otros, que dicho sea de paso, no todos responden a las exigencias actuales de nuestra sociedad.

Mejorar las relaciones familiares implica la concienciación y sensibilización de nuestra sociedad en general y del individuo en particular, en cuanto a la necesidad y urgencia de establecer relaciones más sanas y funcionales en el núcleo familiar, para un desarrollo físico, sicológico y social integral; así como también, un accionar comprometido, coherente y consecuente con la causa. ¿Qué queremos hacer? ¿Qué nos conviene hacer? ¿Qué vamos a hacer? La reflexión sigue abierta…

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