domingo, 6 de noviembre de 2011

¿POR QUE ORAMOS PARA ENAMORARNOS? II

Por: Pedro Miguel Fernández

Esta es una pregunta fácil de contestar, pero no es esta sobre la que vamos a tratar, esta solo juega el papel de título. La pregunta generadora de esta reflexión es ¿Cuál es la eficacia de buscar la dirección divina al momento de entrar en una relación afectiva? Esta, por la diversidad de los casos, sí es una pregunta difícil de responder. Yo sé que una respuesta simplista resolvería fácilmente el problema, pero tratar las cosas superficialmente no es lo que acostumbro hacer.

En la reflexión pasada sobre este tema visualizamos la realidad que se esconde detrás de “estoy orando con alguien”, pero le invito a mirar de nuevo la situación en busca de nuevos elementos.

Casi todas las noches todavía a las once estoy en la calle, ya sea regresando de dar clases en otro pueblo o regresando de la iglesia donde asisto. Hay algo que ha llamado profundamente mi atención en los últimos años, no porque sea algo nuevo, sino por la realidad que se esconde detrás, es ver cómo nuestra juventud vive la vida nocturna. Analicemos este caso.

La sociedad actual ha perdido el encanto por la vida tal cual es, dicho encanto natural es considerado como algo cursi. Vivimos en un mundo artificioso en donde la realidad tiene cara de fatalismo. No es como las sociedades antiguas que la realidad, con todos sus males, tenía cosas hermosas que apreciarle. Como nuestra realidad desencanta, las personas quieren distanciarse lo más posible de la misma. A este intento de huir de la realidad se le llama “escapismo”. La gente busca un escape y la sociedad se lo brinda a través de drogas, alcohol, sexo, centros de diversión, etc. Por eso, pese a los esfuerzos por erradicarlos, cada día incrementa el narcotráfico, la trata de mujeres, pues son de gran valor para el mercado actual.

Antiguamente el padre y el hijo iban al bar o a la discoteca después de un día de mucho trabajo a relajarse, hoy esa relación se rompió, los padres se quedan en casa mientras los hijos salen; pues no se trata de relajarse o compartir, sino de escapar. Escapismo es lo que ofrecen los centros de diversión nocturna. Ese escape se busca a través del sentir, sin importar el precio que para ello haya que pagar, lo único que no se quiere es pensar. Así nos adentramos cada vez más profundo en una sociedad “pansensual”, es decir que la única realidad existente es lo que se siente. Sentir emociones, mientras más fuertes mejor, es lo que busca la sociedad actual. Como ya sabemos, los sentimientos son irracionales, por ello, cada vez aumentan más los casos irracionales: asesinatos, suicidios, violaciones, entre otros. Así esta nuestra sociedad.

Lo que me sorprende es ver que la iglesia también ha entrado en un proceso de mutación, para convertirse en un modo de escapismo y pansensualismo. Si piensan que soy exagerado les invito a echa un vistazo a los movimientos neopentecostales, estos son los que tiene megas iglesias, precisamente porque brindan el escape que la gente necesita.

Ahora cuando uno habla con una persona cristiana es común escuchar las frases siguientes: “siento de Dios”, “no recibo esa palabra”, “declara la palabra”, “pacta (da dinero) con Dios y el resolverá todos tus problemas”, “ven a Cristo y no tendrás mas problemas”, entre otras. Todas estas, frases de escape y de sentir emociones, todo un mundo mágico y artificial. Por eso ya no se necesitan pastores que cuiden del rebaño, sino de profetas que hagan magia para su público espectador, que pinten un mundo superficial donde solo tienes que creer que las cosas son posibles y enseguida suceden.

Ahora, ¿Qué tiene que ver todo esto con el tema que nos ocupa en la presente reflexión? Digamos que tiene mucho que ver. Sucede que, como dije, dentro de los medios de escapismo y emoción encontramos el cristianismo (con cristianismo me refiero a los nuevos modelos de iglesia, no a las antiguas, las cuales sufren la consecuencia de esta mutación). Ya explicamos en la reflexión pasada el conflicto entre pensar y sentir cuando llega el amor emocional. Como es lógico, en una sociedad pansensual el sentir va a prevalecer sobre el pensar, el placer sobre la realidad, los sentimientos sobre la razón. Pero pocas personas le gustan aceptar esta realidad. Apuesto que si yo dijera: los 7 pasos para tener la pareja de tus sueños, este fuera un grupo con muchos seguidores, pues la gente no quiere pensar, quiere que todo se lo den en recetas, no quiere que le digan la realidad, sino que se la disfracen. Prefieren creer que eso resolverá el problema a afrontar la realidad. Además, como el sentir es pasajero, nadie quiere asumir compromiso, por eso las relaciones actuales son artificiosas y efímera.

En la iglesia encontramos muchos grupos, veamos algunos: los y las que están esperando una palabra de parte de Dios, los y las que están orando con alguien, los y las que están esperando el tiempo de Dios, los y las "picaflores", entre otros.

1. Los y las que están esperando una palabra de parte de Dios. Estos no quieren afrontar la realidad de tener que decidir, prefieren que como a Samuel, Dios se les aparezca y les diga: Juan, la que canta en el coro, por la que tú has ayunado y orado hasta quedar como un esqueleto en vida, esa es la tuya. Como es lógico tanto desear algo hace que se creen alucinaciones. Por eso, aparecen algunos que dicen: hermana, Dios me dijo que usted será mi esposa; y la hermana le responde muy cortes: y no le dijo qué vamos a hacer con mi esposo (esto no es un chiste).

2. Los y las que están orando con alguien. Comúnmente estos no se sienten seguros de si quieren o no a la otra persona, pero no la quieren soltar para no quedar en soledad, así que le dan largas al asunto disque “orando”, en lo que maquinan qué hacer. Si concluyen que sí, Dios le confirmo, de lo contrario no. Aun los que creen que no lo están haciendo, revísense, apuesto que encontraran en su interior intereses en conflicto.

3. Los y las que están esperando el tiempo de Dios. Estos son los que tienen problemas para elegir, por eso van postergando la elección con el pretexto de que no es el tiempo de Dios, y como en el tiempo de Dios mil años es como un día, estas personas nunca están listas, pues en el tiempo divino toda su vida serán horas, y los recién nacidos no pueden tener parejas. Mientras que el caso anterior son más hombres los indecisos, en este son las mujeres. Comúnmente cuando entran en cierta edad, se casan con cualquiera. Y después si no les va bien: Dios mío este hombre que me diste. ¿No será el que tú elegiste?.

4. Los y las "picaflores". Estos aprovechan el amor emocional y lo disfrutan con cualquiera. Estos entran en el segundo grupo, hoy encontramos unos adolescentes que son los más santos, siempre están orando con alguien; sino es con una es con la otra, lo mismo va para las hembras.

Todas estas personas están buscando la dirección divina. Y ¡hay de quien diga lo contrario! Es un carnal; pues que me digan lo que quieran, pues en el mayor de los casos, el buscar la dirección divina no es más que una excusa barata para no tener que afrontar la realidad, es decir, una forma de escapismo y de irresponsabilidad. Dios nos ha dado la capacidad de decidir y elegir ¿acaso tiene él que hacer lo que nosotros podemos? Si es así, como es la voluntad de Dios que todos se salven, que predique él entonces. Pero, sabemos muy bien que es nuestra la responsabilidad de predicar, pues, así también de tomar nuestra decisiones en la vida afectiva. Por ejemplo, yo no tengo que saber si es la voluntad de Dios para ir a la iglesia, sino elegir una en la que me sienta bien y decidir ir, pues asumo que esa es su voluntad, que yo me congregue. De igual manera no tengo que buscar la voluntad de Dios para tener una pareja, pues también asumo que esa es su voluntad ¿Cómo lo sé? Porque Dios creó al hombre y a la mujer para que estuvieran unidos, así que, si tengo edad y madurez para tener una pareja, lo que tengo que hacer es elegir una con la que me sienta bien y decidirme por ella.

La voluntad de Dios es que cumplamos su palabra, de manera que siempre y cuando nuestra elección no vulnere nuestros valores como cristianos y nuestra vida espiritual, estaremos dentro de la voluntad de Dios. Debemos orar en toda ocasión, si tenemos nuestra pareja, también por ella, para que Dios la guarde siempre. Ahora, su pareja, le toca elegirla a usted no a Dios. Dejemos el complejo de Adán, de descargar nuestras responsabilidades sobre otros y afrontemos la realidad. Elegir a ciegas, presumiendo que es la voluntad de Dios, es la mejor manera de tener una pareja disfuncional. He visto cientos de parejas que Dios le confirma y después se separan, porque no era la voluntad de Dios, entre otros casos ¿se equivocó Dios? De ninguna manera, entonces que pasó, lo que sucedió es que Dios nunca dijo cosa alguna al respecto.

Recuerden esto: una pareja madura es aquella en la que cada uno conoce el límite del otro (y lo respeta), no exigiendo más de la cuenta. Un buen noviazgo es aquel en el que cada una de las partes sabe a ciencia cierta los defectos del otro y hasta dónde puede soportarlos. Dejemos de huir de la realidad, afrontemosla, esto es señal de madurez.

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