Por: Pedro Miguel Fernández - 05-2017
Introducción.
Mientras que desde la física
clásica toda la naturaleza parece estar regida por leyes bien determinadas, las
cuales podemos predecir sin mayores inconvenientes si se pueden hacer los
cálculos matemáticos; actualmente la física cuántica nos está diciendo que
podríamos estar completamente equivocados. Porque las partículas subatómicas,
de las que todo está y estamos formados, no parecen tener una regla clara. Aquí
la diversidad y aleatoriedad es la regla.
Interesantemente así como los
físicos se resisten a dejar sus ecuaciones que les confieren seguridad y
control sobre la naturaleza, también nuestra sociedad (conservadora) se niega a
aceptar la diversidad sexual y la igualdad de género. De manera que se hace
necesario plantear una educación desde una perspectiva de género. Esto
precisamente es lo que pretende alcanzar el presente ensayo, a saber:
evidenciar la complejidad de los temas sexo y género, analizar algunas de las
barreras para una educación desde la perspectiva de género y concluir con
algunas acciones pertinentes para dicha educación.
Así, en un primer momento se aborda
lo relacionado al marco conceptual, posteriormente la complejidad que implica
el sexo y el género, después se observan factores que favorecen y que
desfavorecen la educación desde la perspectiva de género y, por último, en las
conclusiones se proponen algunas posibles acciones pertinentes para la
educación que pretendemos.
Género,
Sexo y Educación:
Una
visión integral
Un abordaje pertinente de este tema
implica, en un primer momento, un esclarecimiento conceptual que nos ubique en
una adecuada comprensión del sentido en que se utilizan los conceptos de
género, sexo y educación desde una perspectiva integral actualizada.
Conceptualización.
Pese a los avances que desde los
años 60 hemos tenido en el desarrollo de una conceptualización adecuada relacionada al
sexo y al género y el auge actual de la teoría de género, aún se torna complejo
precisar y relacionar un sinnúmero de aspectos e implicaciones inherentes a
dicha conceptualización.
Sexo.
El sexo se refiere a nuestra
condición biológica, la cual desde una perspectiva evolutiva, nos diferencia
entre machos y hembras de la especie. Sin embargo, desde la teoría de género,
nos diferencia entre hombres y mujeres.
Género.
Según
Woolfolk (2010) “El término género suele referirse a los rasgos y
las conductas que una cultura particular considera apropiados para los hombres
y para las mujeres” (p.94). Desde aquí, el género es una construcción sociocultural
que debe ser aprehendida por hombres y mujeres para ser considerados como
tales, pues nos convertimos en hombres y mujeres en la medida en que asumimos
el conjunto de roles y prácticas que para cada uno ha creado la sociedad. En un
sentido abarcador el género se refiere al conjunto de prácticas, creencias,
representaciones y prescripciones sociales que surgen entre los integrantes de
un grupo humano en función de una simbolización de la diferencia anatómica
entre hombres y mujeres (Lamas, 1996).
Un
intrincado dilema.
Desde una visión conservadora y
reduccionista es muy sencillo determinar qué nos hace humanos o en que somos
similares o diferentes; así como también, las implicaciones de dichas
semejanzas y diferencias. Por ejemplo, somos creación de Dios, hombres y mujeres
y por voluntad de Dios, el hombre debe señorear sobre la mujer. Aquí todo es
blanco o negro, sin escalas de grises.
No obstante, el intricado mundo de
conocimientos al que asistimos actualmente nos está haciendo que nos
cuestionemos al respecto. Sabemos que no somos el centro del universo, ni la cúspide
de la evolución, ni hay una única forma de ver las cosas, lo cual nos obliga a
reevaluar nuestros antiguos presupuestos dogmáticos en busca de una comprensión
más plausible e inclusiva de todo lo que nos rodea.
En tal sentido cuando volvemos
sobre nuestra identidad nos damos cuenta de que no es tan fácil definir lo que
es ser hombre y mujer o encajarles en una taxonomía binomial. Pues sería muy
fácil decir (como de hecho se hace) que alguien es hombre o mujer por la sola
observación de sus genitales, ¿qué hay de sus cromosomas, gónadas y hormonas?
Esto es sólo refiriéndonos al ámbito del sexo, pues en lo referente al género
se complica aún más.
Pues bien, ya hemos dicho que el
género es una construcción social. Socialmente tenemos los géneros masculinos y
femeninos. Pero la cuestión no termina aquí, pues aunque (desde una visión
conservadora) nos parezca irrelevante, cabe destacar que la complejidad que
encierra determinar en realidad lo que somos no es cosa fácil de dilucidar.
En términos ideales existen los
hombres: a nivel biológico (cromosomas XY, genital pene, gónada testículos y
hormonas predominante testosteronas), a nivel de género (legalmente masculino,
asumiendo roles de hombres), a nivel de identidad de género (convencido de que
es hombre), a nivel de expresión del género (se expresa como hombre), a nivel
de orientación sexual (se siente atraído por mujeres); y para la mujer lo
inverso. El nivel ideal podríamos decir que es la media poblacional, pero y qué
hay de los que salen de la media ¿qué son, bichos raros? En el mayor de los
casos los rechazamos porque no podemos encajarlos en nuestros esquemas mentales
tradicionales. Veamos el siguiente cuadro que he adaptado:
Nivel
|
Definición
|
Distribución
|
Determinantes
|
Sexo
|
Biológico
|
Macho, hembra e inter-sexo
|
Cromosomas, genitales, gónadas y hormonas
|
Género
|
Construcción social
|
Masculino, femenino (trans-género)
|
Genitales, legal, roles
|
Identidad de género
|
Auto-percepción
|
Hombre o mujer
|
Biológicos y psicosociales ¿…?
|
Expresión del género
|
Auto-expresión
|
Masculino, femenino (travesti)
|
Biológicos y psicosociales ¿…?
|
Orientación de género
|
Quien nos atrae
|
Homo-sexual, hetero-sexual, bi-sexual o a-sexual
|
Biológicos y psicosociales ¿…?
|
Hay casos clínicos que muestran
toda esta diversidad. Para este ensayo tomemos en consideración un caso
hipotético. Qué podemos decir de una persona que tiene cromosomas XY, gónadas
ovarios, genitales pene, hormonas estrógenos. Cuando nació sólo le miraron los
genitales y legalmente quedó siendo hombre. Sin embargo, la persona se siente
ser mujer, pero por la presión social se expresa como hombre y le atraen los
hombres, pero practica el sexo con mujeres.
Sé que es un caso extremo, pero nos
da una luz de la complejidad que encierra el tema. Pues a simple vista esta
persona tiene una orientación homosexual por ser legalmente hombre; pero si
analizamos el hecho de que se siente ser mujer, entonces su orientación es
heterosexual.
La cuestión con todo esto es que el
tema del género es multifactorial y debe ser abordado desde lo biológico, lo
genético, lo legal, lo psicológico, lo socio-cultural, lo moral, lo religioso,
etc., ya que las implicaciones de este tema abarcan a la sociedad en todos sus
órdenes.
Al respecto surgen un sinnúmero de
cuestionantes sobre la igualdad entre hombres y mujeres, sobre si el homosexual
nace o se hace, si se debe o no aceptar el matrimonio homosexual, si la mujer
tiene derecho sobre su sexualidad, entre otros. La cuestión con todo esto es
que en algunos casos no tenemos los conocimientos necesarios para tomar una
posición objetiva basada en las evidencias, mientras que la controversia crece
entre el fanatismo de los diversos bandos y en medio está la ciencia tratando
de buscar una respuesta plausible.
De lo que estamos seguros es de que
aunque aparezcan los datos científicos, el tema va más allá de las evidencias y
tiene que ver con creencias y valoraciones tradicionales las cuales no son
fácilmente transformables. De manera que unas de las barreras que tenemos al
abordar este tema es la resistencia al cambio por parte de los sectores
conservadores de la sociedad. Por otro lado está la falta de análisis crítico
de la realidad.
Hacia
una educación desde una perspectiva de género.
Para hablar de una educación desde
una perspectiva de género, se deben tomar en consideración diversos factores
que podrían favorecer o desfavorecer su consecución. Ya decíamos que la
resistencia al cambio y la falta de un pensamiento crítico son barreras que
desfavorecen un tratamiento pertinente del tema, pero también una educación
desde esta perspectiva. Además está la falta de una consciencia clara sobre el
tema, los prejuicios, estigmas, tabúes, fundamentalismos sociales y religiosos
sobre el tema.
La tradición judeo-cristiana y la
cultura greco-romana, moldeadas por la escolástica medieval, nos han legado que
la mujer es inferior al hombre, que el hombre tiene dominio sobre el cuerpo y
las decisiones de la mujer, que sólo existe un modo de relacionarse sexualmente
(heterosexual), que sólo hay un modelo de familia (hombre, mujer e
hijos-hijas), que todo lo que se sale de aquí es anormal, contra-natural,
nocivo para el status quo. Por tal razón debe ser atacado, deteniéndolo sin
más.
Nos han enseñado a vivir con y para
el promedio, satanizando, patologizando, excluyendo, atacando y rechazando todo
lo que se desvía de la media. También, que lo nuevo, lo diferente, lo
desconocido es peligroso por antonomasia. Desde una cultura inmunológica es
difícil la inclusión, pues se vive atacando a lo diferente. Por ello, es
necesario romper con estos parámetros mentales y culturales para poder
construir una educación desde una perspectiva de género.
Recientemente nos estamos dando
cuenta de que las cosas no son sólo blanco o negro, de que los planteamientos
cerrados no nos llevan hacia ningún lugar, sólo nos estancan y de que la
realidad es diversa, por lo que las perspectivas reduccionistas sólo pueden
llegar a resultados sesgados e inverosímiles.
Sobre esta coyuntura, una educación
desde una perspectiva de género debe implicar un reconocimiento de que no
existen únicamente dos formas legítimas de expresar nuestra orientación sexual
e identidad de género; de que el promedio no significa que todo lo demás es imputable
de condenación; que hombres y mujeres tienen igualdad de derechos; que las
diferencias nos enriquecen en vez de ser nocivas; que educar en igualdad de
derechos es lo correcto y que la exclusión de la diversidad corroe nuestra
sociedad.
Por otro lado, es necesario estar
convencidos de lo que venimos planteando, pues si, por ejemplo, las personas
piensan que la diversidad género es cosa satánica, su comportamiento será de
rechazo. Por ello, la educación desde la perspectiva de género implica concientización
ciudadana de que eso es correcto.
Conclusiones.
El mundo en que vivimos, por la
comunicación masiva y la globalización, nos expone ante las diferentes agendas
que se plantean a nivel nacional e internacional. Actualmente asistimos a una
sociedad que nos plantea la necesidad del respeto a la diversidad sexual y los
derechos de la igualdad de género. Frente a ello, tenemos en nuestro país una
sociedad hegemónica conservadora que motiva a la sociedad a luchar en contra de
lo diferente, de lo que no es lo tradicional.
Por ello, pese a los esfuerzos que
se vienen haciendo, es necesaria una educación desde una perspectiva de género
que permita crear una consciencia social de lo positivo de la diversidad y de
que es natural la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Para esto se
hacen necesarias diversas acciones que favorezcan la construcción de una
sociedad que respete y valore la diversidad.
Entonces, es necesario educar para el respeto. Los organismos educativos
deben estar convencidos y comprometidos con dicha educación, debe existir un
marco legal que sustente dicho proceso. Además de campaña sociales para
promover la educación desde la perspectiva de género.
En el entorno escolar, directivos,
docentes, estudiantes, psicólogos y orientadores deben estar comprometidos y
trabajar en integración con la comunidad. Así como también, haber apoyo social
a la diversidad sexual e igualdad de género y consecuencias para cualquiera que
atente contra ella. También debe reforzarse las leyes que favorecen la
igualdad. Acabar con la feminización de la pobreza, de la crianza de los niños
y niñas; que el padre también tenga responsabilidad en igualdad que la mujer
con los hijos e hijas.
Obviamente, todo esto constituye un
proceso lento y progresivo, que amerita de interés político, consciencia
ciudadana, transformación social y de las estructuras de pensamiento; lo cual
no es fácil, pero es posible.
Bibliografía.
Lamas, M. (1996). La Antropología
Feminista y la Categoría de Género. México. Editorial Porrúa.
Tasso, V. (2008). Anti-Manual de
Sexo. España.
Woolfolk, A. (2010). Psicología
Educativa. XI Edición. México. Prentice Hall.
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