Pedro M.
Fernández
Steven Lukes
define el individualismo epistemológico como una doctrina filosófica sobre la
naturaleza del conocimiento, la cual afirma que la fuente del conocimiento se
encuentra en el individuo.
Muchos
pensadores de tradición racionalista se inscribieron en esta línea de
pensamiento, empezando por Descartes, siguiendo con Malebranche, Leibniz y
Kant. Sin embargo, es en el empirismo que el individualismo epistemológico se
concreta como tal. Pues se sostiene que la experiencia individual es la fuente
del conocimiento.
En el empirismo
esta doctrina toma diversas formas. Por ejemplo, para Locke todo los objetos
del pensamiento son aportados por la percepción sensorial. Para Berkeley todas
las cosas sensibles sólo existen en la mente y todo conocimiento procede de la
percepción sensorial. Para estos autores las sensaciones siempre son correctas
lo que asegura la certidumbre del conocimiento.
Pero llega Hume
y nos plantea un punto de vista escéptico al respecto, para él tal seguridad es
imposible, porque los sentidos no son infalibles.
Como es obvio, esta
corriente influenció al pensamiento psicológico desde sus inicios científicos.
Incluso, cabe notar cómo las ideas de estos filósofos nos plantean un atomismo
psicológico, pues se concibe el conocimiento como una masa de elemento
sensibles. Este pensamiento atomista estuvo presente en muchos de los
psicólogos de finales del siglo XIX, por ejemplo Wundt y Titchener.
Dicho
pensamiento atomista va a encontrar una contraposición en el fenómeno global de la
Gestalt. Donde se entiende que el todo es más que la suma de las partes y quienes se opusieron el individualismo metodológico: reducir el fenómeno global a sus partes constituyentes. Sin embargo,
un cambio importante en el individualismo epistemológico lo empezamos a
observar con Durkheim y Wittgenstein.
Aun así, el
individualismo epistemológico sigue teniendo mucha fuerza en los modelos
actuales de comprensión del conocimiento. Por ejemplo, vemos que en la Neurociencia se plantea todo el conocimiento construido por el cerebro a partir
de la interacción con el ambiente, volviendo a los empiristas clásicos y
obviando, en muchos casos los aportes sociológicos.
Además, a partir
de la década de 1960 retoma fuerza la neuroanatomía funcional del conocimiento
que había quedado olvidada en el siglo XIX en el psicobiología y la
psicofisiología debido al imperio del Psicoanálisis y el Conductismo la primera mitad del siglo XX. Así el empirismo contemporáneo se interesa menos por la
explicación psicológica de cómo se adquiere el conocimiento y se inclina por la
biología y a la fisiología del sistema sensorial y el procesamiento de la
información, desde luego en términos individualistas.
Como sostiene Lukes, la línea central de esta argumentación afirma que todas las proposiciones
cuya verdad sea contingente y a cuyo conocimiento podamos acceder, deben basarse
en proposiciones que transmitan directamente experiencia sensorial: “proposiciones
datos-sensoriales”. Así como afirma Russell caemos en lo que él llama “atomismo
lógico”.
Cabe resaltar
que como objeción al empirismo y al individualismo epistemológico tenemos la
exigencia de un mundo público compartido y el lenguaje intersubjetivo
compartido, ambas condiciones previas al conocimiento.
Referencia:
Lukes, S. (1975). El individualismo. Ediciones Península. Barcelona, España.
Referencia:
Lukes, S. (1975). El individualismo. Ediciones Península. Barcelona, España.
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