Es interesante que gran parte de los
términos que usamos comúnmente para expresar nuestro enamoramiento
resalten los imaginarios de esclavitud y los antivalores. Citaré algunos
de esos términos, para ilustrar lo que quiero decir: "me has conquistado", "me has cautivado", "me robaste el corazón", "daría mi vida por ti", "mátala de amor", entre
otros. ¿Cómo puede ser posible que la conquista, el cautiverio, el
robo, el suicidio, el homicidio, etc. sean los indicativos ideológicos
del amor y el enamoramiento? Esto sólo evidencia lo poco racional que
muchas veces son las palabras de las y los enamorados.
Sin querer, por ello, parecer fanático, pues soy consciente de que estas frases sólo son metáforas, tengo que decir que el amor que se expresan muchas de parejas, en el mayor de los casos, es un antivalor esclavista, es decir, no es ningún amor; pues se fundamenta en el deseo, la atracción, la pasión, y el apego irracional y malsano.
Pues bien, aunque las frases citadas anteriormente solo sean metáforas, las mismas evidencian lo que hay en el imaginario ideológico. Para comprobar lo que estoy diciendo, tomaré una de estas frases para analizarla.
Unos de los términos más usados en el proceso de enamoramiento es “conquistar”. Comúnmente el varón conquista a la mujer, o mejor, los deseos de la mujer. Si miramos es esto de forma simplista y superficial, no pasará de ser algo inofensivo. De manera que decir “conquistaré a esa persona”, parece ser sinónimo de: “la enamoraré”. Ahora, si analizamos a fondo la realidad de la conquista, nos daremos cuenta de lo nociva, ilusoria y morbosa que esta puede ser.
El imaginario de la conquista viene del contexto de las guerras. La conquista es la victoria de uno más fuerte sobre uno más débil, victoria que llevará a la persona conquistada a estar a merced del conquistador. Dentro de la cultura guerrera, es la ley de la selva: el más fuerte aplasta al más débil. Además, hay la idea de que el esclavo no es persona, sino una cosa. Recordemos que, en las historias de guerra, la persona conquistada se convertía en esclava del conquistador y, por consiguiente, en cosa u objeto.
A lo que venimos diciendo hay que agregar que es en el siglo XVI (hace casi 500 años) cuando se admitió que la mujer tenía alma, es decir, que hasta hace aproximadamente 500 años, la mujer era entendida como un objeto sexual, reproductivo y comercial, no como una ser humana. Todo esto es el resultado de la sociedad patriarcal (machista y androcéntrica) en la que vivimos.
Ahora, comprendamos todo esto a la luz del enamoramiento. Antes, quisiera citar una metáfora más, la cual ha sido aceptada con mucho orgullo por la mayoría de mujeres: “la mujer es un diamante en bruto”. No sé si es por ingenuidad o porque le gustan los diamantes, que las mujeres no se dan cuenta de que esta es una frase nociva, que atenta contra su dignidad como humanas. Por más precioso que sea el diamante es un objeto. Si una mujer se apropia de dicha frase, se está rebajando a ser un objeto. Como objeto, podrá ser muy preciosa, pero estará a merced del hombre que es quien la moldea a su antojo. Un ejemplo muy claro lo vemos a diario en televisión: gran cantidad de mujeres siendo exhibidas como joyas preciosas, para atraer al público – y ellas creen que son sujetos.
En conversaciones con hombres y jóvenes, he notado cómo todavía, actualmente, hay la idea de que la mujer es un objeto. Las siguientes frases (sé que las habrán escuchado en algún momento) mostraran mejor lo que quiero decir: “la mujer es un flor, la cual el hombre tiene que cultivar”, “la mujer tendrá la forma que el hombre le dé”, “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”, “la mujer debe ser tratada como vaso frágil”, “el hombre es la cabeza de la mujer”, podría pasar mucho tiempo citando más. Todas estas frases son machistas: el hombre cultiva, el hombre forma, el hombre es el fuerte, el éxito de la mujer como resultado de el del hombre, el hombre que es cabeza, y como sin cabeza no se piensa, el es el racional. La mujer como tal es un objeto y cuando llega a ser humana, es débil, sombra del hombre e irracional. ¿Cómo es que las mujeres pueden sentirse bien con un hombre que piensa así de ellas? Ante tal realidad, me quedo sin palabras.
Veamos lo que sucede con estas ideas patriarcales en el liderazgo cristiano: si es el hombre líder, debe buscar una mujer que acate su visión ministerial y le siga donde quiera que el vaya – parece que esa mujer no tiene sueños y deseos en la vida. Ahora, si es la mujer líder, tiene que buscar un hombre el cual será su cabeza, el cual estará con ella, pero realizará sus deseos personales; pues el hombre podrá realizar su vida y estudios mientras la mujer se encarga de la iglesia. Es interesante que esta mujer líder pueda dirigir muchas personas, pero, al llegar a la casa, ella tiene que quitarse la cabeza para que la dirija su marido. ¡Danger! Machismo el extremo.
Considerando todo lo dicho hasta aquí, para los hombres machistas, que en dominicana son la mayoría, la mujer es un objeto a moldear, un ser débil que necesita apoyo, alguien incapaz que sólo alcanza su realización siendo la sombra del hombre, alguien irracional que necesita la cabeza masculina para pensar. Siendo así, los hombres entenderán que les están haciendo un favor a las pobres mujeres, para que no se queden jamonas (solas). Pues como ellas son débiles (dicen los y las machitas), necesitan de un hombre que las proteja y las lleve a ser sombra del hombre, lo cual será su realización.
Volviendo a la lógica de la conquista, veamos cómo funciona este juego. Igual que en la guerra debe haber una batalla en la que el más fuerte termine venciendo al más débil, para que después la persona conquistada le pertenezca como premio al conquistador. Así que, para que el juego funcione, primero el hombre se dirige a la mujer (no puede ser a la inversa, pues el hombre terminaría perteneciéndole a la mujer), la mujer no debe ceder, sino ponerse difícil de alcanzar, para engrandecer el ego masculino; pues una presa fácil, no es una gran conquista. Esta es la estupidez más grande: la mujer puede estar enamorada y tiene que decir que no, para que el hombre la conquiste y, así demuestre que la merece. Para mantener este juego, la cultura dice: una mujer que se dirige ella al hombre o que cede fácil es una puta. Que ingenua son las mujeres que se han creído este cuanto que las mantiene siendo el trofeo de sus parejas.
En la conquista sólo se piensa en función de los intereses egocéntricos y se finge estar interesado por los de la otra persona, como medio de manipulación. Mostremos por qué. Pero, primero aclaremos que socialmente a los hombres se les ha enseñado a apreciar más el físico de la mujer, mientras que a la mujer se le ha formado para que busque los aspectos internos del hombre (esto no es natural ni innato, es algo construido). De aquí, que como el hombre puede sucumbir ante las seducciones de una mujer, sin por ello querer pasarse la vida con ella; la mujer puede sucumbir ante las manipulaciones del hombre, sin por ello, querer pasar la vida con él.
La mujer es un ser humano que, igual que el hombre, tiene deseos, planes y sueños en la vida; tiene un modelo de hombre con el que quiere compartir en la vida; tiene otros intereses personales. Sin embargo, los hombres cuando decide conquistar a una mujer, unos adrede y otros inconscientemente (a ver a la mujer como un trofeo), empiezan una cacería emocional y psicológica hasta que ella caiga en su red emocional. Ellos, para lograr su cometido, se convierten en aquello que la mujer desea, le pinta un mundo maravilloso que solo existe en el país de la maravillas de Alicia. Y como la conquista puede ser violenta o pacífica, algunos llegarán hasta el acoso y el forcejeo, mientras que otros utilizarán una sutil manipulación – estos últimos son los más peligrosos, pues en los primeros es evidente el peligro.
Lo ideal sería que la mujer se enamore del modelo de hombre que ella desea. A esto muchos hombres dirán: una mujer que elije a su pareja es una cualquiera. Que descarada es esta idea, el hombre puede elegir y expresar lo que quiere, pero la mujer no. Así que, ellas tienen que esperar a que alguien la desee, no para decidir, sino para dejarse conquistar. Algunos dirán: la mujer son las que eligen con quien quiere estar. Pero yo digo que no es del todo verdad (sólo algunas mujeres que son rebeldes logran hacerlo), en la cultura machista la mujer lo único que puede decidir es de quien se va a dejar conquistar; quien será su dueño.
Mujeres abran los ojos, ustedes no son tofeos, jamás entren al juego del machismo de estar con una pareja que tenga más poder sobre ustedes que el que ustedes tienen sobre él, el poder tiene que estar equilibrado, igual hacia ambos lados. Algunos dirán, las que piensan así se quedarán solas, y muchas mujeres aceptan el juego por temor a la soledad. Recuerden es mejor un desierto en libertad que un Egipto en opresión, es decir, más vale sola que mal aconpañada. Además, es mentira del machismo que una mujer que pida la equidad se queda sola. Eso sólo se dice para que las mujeres se queden igual y los hombres seguir siendo cabeza.
Ustedes, hombres es necesario que también cambien y entiendan que la mujer no es un objeto, ni un trofeo a conquistar, sino que es un sujeto independiente a ustedes que no tiene que rendirles cuenta ni pleitesía. La mujer no tiene que someterse al hombre, como el hombre tampoco a la mujer; el sometimiento es un valor que responde a la cultura esclavista como lo era la del apóstol Pablo, pero ya tenemos los derechos humanos los cuales no permiten la esclavitud. Por eso, aquí queremos romper con todo tipo de prisión afectiva. Hay otros valores que cultivar, la pareja debe: respetarse, amarse, ayudarse, tolerarse, ser recíprocos, entre otros. Todo debe ser en equidad, ninguno arriba, ninguna abajo; sino vivir en relación horizontal.
Sin querer, por ello, parecer fanático, pues soy consciente de que estas frases sólo son metáforas, tengo que decir que el amor que se expresan muchas de parejas, en el mayor de los casos, es un antivalor esclavista, es decir, no es ningún amor; pues se fundamenta en el deseo, la atracción, la pasión, y el apego irracional y malsano.
Pues bien, aunque las frases citadas anteriormente solo sean metáforas, las mismas evidencian lo que hay en el imaginario ideológico. Para comprobar lo que estoy diciendo, tomaré una de estas frases para analizarla.
Unos de los términos más usados en el proceso de enamoramiento es “conquistar”. Comúnmente el varón conquista a la mujer, o mejor, los deseos de la mujer. Si miramos es esto de forma simplista y superficial, no pasará de ser algo inofensivo. De manera que decir “conquistaré a esa persona”, parece ser sinónimo de: “la enamoraré”. Ahora, si analizamos a fondo la realidad de la conquista, nos daremos cuenta de lo nociva, ilusoria y morbosa que esta puede ser.
El imaginario de la conquista viene del contexto de las guerras. La conquista es la victoria de uno más fuerte sobre uno más débil, victoria que llevará a la persona conquistada a estar a merced del conquistador. Dentro de la cultura guerrera, es la ley de la selva: el más fuerte aplasta al más débil. Además, hay la idea de que el esclavo no es persona, sino una cosa. Recordemos que, en las historias de guerra, la persona conquistada se convertía en esclava del conquistador y, por consiguiente, en cosa u objeto.
A lo que venimos diciendo hay que agregar que es en el siglo XVI (hace casi 500 años) cuando se admitió que la mujer tenía alma, es decir, que hasta hace aproximadamente 500 años, la mujer era entendida como un objeto sexual, reproductivo y comercial, no como una ser humana. Todo esto es el resultado de la sociedad patriarcal (machista y androcéntrica) en la que vivimos.
Ahora, comprendamos todo esto a la luz del enamoramiento. Antes, quisiera citar una metáfora más, la cual ha sido aceptada con mucho orgullo por la mayoría de mujeres: “la mujer es un diamante en bruto”. No sé si es por ingenuidad o porque le gustan los diamantes, que las mujeres no se dan cuenta de que esta es una frase nociva, que atenta contra su dignidad como humanas. Por más precioso que sea el diamante es un objeto. Si una mujer se apropia de dicha frase, se está rebajando a ser un objeto. Como objeto, podrá ser muy preciosa, pero estará a merced del hombre que es quien la moldea a su antojo. Un ejemplo muy claro lo vemos a diario en televisión: gran cantidad de mujeres siendo exhibidas como joyas preciosas, para atraer al público – y ellas creen que son sujetos.
En conversaciones con hombres y jóvenes, he notado cómo todavía, actualmente, hay la idea de que la mujer es un objeto. Las siguientes frases (sé que las habrán escuchado en algún momento) mostraran mejor lo que quiero decir: “la mujer es un flor, la cual el hombre tiene que cultivar”, “la mujer tendrá la forma que el hombre le dé”, “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”, “la mujer debe ser tratada como vaso frágil”, “el hombre es la cabeza de la mujer”, podría pasar mucho tiempo citando más. Todas estas frases son machistas: el hombre cultiva, el hombre forma, el hombre es el fuerte, el éxito de la mujer como resultado de el del hombre, el hombre que es cabeza, y como sin cabeza no se piensa, el es el racional. La mujer como tal es un objeto y cuando llega a ser humana, es débil, sombra del hombre e irracional. ¿Cómo es que las mujeres pueden sentirse bien con un hombre que piensa así de ellas? Ante tal realidad, me quedo sin palabras.
Veamos lo que sucede con estas ideas patriarcales en el liderazgo cristiano: si es el hombre líder, debe buscar una mujer que acate su visión ministerial y le siga donde quiera que el vaya – parece que esa mujer no tiene sueños y deseos en la vida. Ahora, si es la mujer líder, tiene que buscar un hombre el cual será su cabeza, el cual estará con ella, pero realizará sus deseos personales; pues el hombre podrá realizar su vida y estudios mientras la mujer se encarga de la iglesia. Es interesante que esta mujer líder pueda dirigir muchas personas, pero, al llegar a la casa, ella tiene que quitarse la cabeza para que la dirija su marido. ¡Danger! Machismo el extremo.
Considerando todo lo dicho hasta aquí, para los hombres machistas, que en dominicana son la mayoría, la mujer es un objeto a moldear, un ser débil que necesita apoyo, alguien incapaz que sólo alcanza su realización siendo la sombra del hombre, alguien irracional que necesita la cabeza masculina para pensar. Siendo así, los hombres entenderán que les están haciendo un favor a las pobres mujeres, para que no se queden jamonas (solas). Pues como ellas son débiles (dicen los y las machitas), necesitan de un hombre que las proteja y las lleve a ser sombra del hombre, lo cual será su realización.
Volviendo a la lógica de la conquista, veamos cómo funciona este juego. Igual que en la guerra debe haber una batalla en la que el más fuerte termine venciendo al más débil, para que después la persona conquistada le pertenezca como premio al conquistador. Así que, para que el juego funcione, primero el hombre se dirige a la mujer (no puede ser a la inversa, pues el hombre terminaría perteneciéndole a la mujer), la mujer no debe ceder, sino ponerse difícil de alcanzar, para engrandecer el ego masculino; pues una presa fácil, no es una gran conquista. Esta es la estupidez más grande: la mujer puede estar enamorada y tiene que decir que no, para que el hombre la conquiste y, así demuestre que la merece. Para mantener este juego, la cultura dice: una mujer que se dirige ella al hombre o que cede fácil es una puta. Que ingenua son las mujeres que se han creído este cuanto que las mantiene siendo el trofeo de sus parejas.
En la conquista sólo se piensa en función de los intereses egocéntricos y se finge estar interesado por los de la otra persona, como medio de manipulación. Mostremos por qué. Pero, primero aclaremos que socialmente a los hombres se les ha enseñado a apreciar más el físico de la mujer, mientras que a la mujer se le ha formado para que busque los aspectos internos del hombre (esto no es natural ni innato, es algo construido). De aquí, que como el hombre puede sucumbir ante las seducciones de una mujer, sin por ello querer pasarse la vida con ella; la mujer puede sucumbir ante las manipulaciones del hombre, sin por ello, querer pasar la vida con él.
La mujer es un ser humano que, igual que el hombre, tiene deseos, planes y sueños en la vida; tiene un modelo de hombre con el que quiere compartir en la vida; tiene otros intereses personales. Sin embargo, los hombres cuando decide conquistar a una mujer, unos adrede y otros inconscientemente (a ver a la mujer como un trofeo), empiezan una cacería emocional y psicológica hasta que ella caiga en su red emocional. Ellos, para lograr su cometido, se convierten en aquello que la mujer desea, le pinta un mundo maravilloso que solo existe en el país de la maravillas de Alicia. Y como la conquista puede ser violenta o pacífica, algunos llegarán hasta el acoso y el forcejeo, mientras que otros utilizarán una sutil manipulación – estos últimos son los más peligrosos, pues en los primeros es evidente el peligro.
Lo ideal sería que la mujer se enamore del modelo de hombre que ella desea. A esto muchos hombres dirán: una mujer que elije a su pareja es una cualquiera. Que descarada es esta idea, el hombre puede elegir y expresar lo que quiere, pero la mujer no. Así que, ellas tienen que esperar a que alguien la desee, no para decidir, sino para dejarse conquistar. Algunos dirán: la mujer son las que eligen con quien quiere estar. Pero yo digo que no es del todo verdad (sólo algunas mujeres que son rebeldes logran hacerlo), en la cultura machista la mujer lo único que puede decidir es de quien se va a dejar conquistar; quien será su dueño.
Mujeres abran los ojos, ustedes no son tofeos, jamás entren al juego del machismo de estar con una pareja que tenga más poder sobre ustedes que el que ustedes tienen sobre él, el poder tiene que estar equilibrado, igual hacia ambos lados. Algunos dirán, las que piensan así se quedarán solas, y muchas mujeres aceptan el juego por temor a la soledad. Recuerden es mejor un desierto en libertad que un Egipto en opresión, es decir, más vale sola que mal aconpañada. Además, es mentira del machismo que una mujer que pida la equidad se queda sola. Eso sólo se dice para que las mujeres se queden igual y los hombres seguir siendo cabeza.
Ustedes, hombres es necesario que también cambien y entiendan que la mujer no es un objeto, ni un trofeo a conquistar, sino que es un sujeto independiente a ustedes que no tiene que rendirles cuenta ni pleitesía. La mujer no tiene que someterse al hombre, como el hombre tampoco a la mujer; el sometimiento es un valor que responde a la cultura esclavista como lo era la del apóstol Pablo, pero ya tenemos los derechos humanos los cuales no permiten la esclavitud. Por eso, aquí queremos romper con todo tipo de prisión afectiva. Hay otros valores que cultivar, la pareja debe: respetarse, amarse, ayudarse, tolerarse, ser recíprocos, entre otros. Todo debe ser en equidad, ninguno arriba, ninguna abajo; sino vivir en relación horizontal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario