Por: Pedro Miguel Fernández.
Es
normal entre los seres humanos, exceptuando las personas asexuales, célibes, eunucos,
etc., que las personas quieran tener una relación de pareja, esto, por las
razones que sean. Las personas comúnmente, cuando empiezan una relación de
pareja, tienden a decir, entre otras cosas (si es una joven que le cuenta a su
amiga): “Oye amiga, te tengo una noticia
que no me la vas a creer: Juan y yo nos hicimos novios. ¡Ay, amiga, estoy tan
feliz!”. No cabe duda de que para esta joven, igual que para la mayoría de
las personas, tener una pareja es signo de alegría, la cual, la hace sentir
feliz.
Para
establecer una relación de pareja hay varios elementos que influyen, de los
cuales, empezaremos citando la atracción
(hace que una persona (le guste) se sienta inclinada hacia otra). Hay quienes,
cuando sienten atracción por alguien, dicen: “me gusta esa persona”, o “estoy
enamorado/a de esa persona”, cuando los niveles de atracción son más altos.
La
cuestión es, que la atracción es algo emocional y, por consiguiente, en el
mayor de los casos, opuesta a la razón. Cuando nos enamoramos se establece una
relación dialéctica entre la emoción y la razón. Mientras la primera nos dice
que quiere estar con esa persona, la segunda nos alerta sobre los peligros que
pudiera implicar dicha relación. Dicho de otra manera, se crea un ambiente de
conflicto entre pensar y sentir (razón y corazón), en el cual cada uno apela a
una lógica diferente. De aquí que, dependerá de que la persona logre “obtener un balance saludable entre pensar y
sentir” (Walter Riso), el que pueda llegar a una solución satisfactoria. De
manera que, el arte de enamorarse consiste en aprender a crear un equilibro
entre lo que pensamos y sentimos, es como tener un pie en el acelerador y otro
en el freno simultáneamente.
El
problema está en que la mayoría de las y los jóvenes y adolescentes, producto
de la misma inmadurez e ignorancia sobre el tema, al momento de enamorarse
pierden la capacidad de pensar objetivamente, pues dejan de pensar con la
cabeza para pensar con el corazón, es decir, dejan de pensar con la razón para
pensar con los sentimientos. Así que se inclina la balanza (sentir/pensar)
hacia un sólo lado, haciendo perder el equilibrio. Cuando esto sucede, la
persona no está en control de sí misma. Ha pisado hasta el fondo el acelerador,
y lo más probable es que choque y se golpee fuertemente. Como sucede hoy con mucha
frecuencia.
Si
quieres enamorarte, te conviene madurar hasta que puedas equilibrar las
contradicciones interiores que, como dice Walter Riso, se producen entre el principio del placer (lo que me
gustaría hacer) y el principio de la realidad (lo que me conviene hacer).
Recuerda, una buena salida, en el mayor de los casos, asegura una buena
llegada, trata de iniciar con buen pie tu relación de pareja. No olvides que
lograr una sana relación de pareja dependerá, entre otras cosas, del equilibrio
que puedas establecer entre lo que sientes y lo que piensas.
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