Por: Pedro Miguel Fernández Si bien es cierto que decirle a la pareja “eres mía o eres mío”, “soy tuyo
o soy tuya” es algo tierno y apasionante en la relación, no menos cierto es que
dicha frase crea una relación muy estrecha entre el amor y la esclavitud. Pero ¿qué
causa esta relación tan estrecha entre el amor y la esclavitud?
Para dar respuesta a la pregunta anterior, analicemos gramaticalmente el
amor. Por ejemplo, AMO:
1. Puede ser la
conjugación del verbo “amar” en primera persona singular, en el tiempo
presente: “yo amo”; este verbo también puede ser expresado en una oración con complemento
directo: “yo te amo”.
2. También puede
expresar el sustantivo: “amo”. Amo es aquella persona que tiene algún esclavo
bajo su posesión. Una oración podría ser: “yo soy el amo o yo soy tu amo
(dueño)”.
Los dos ejemplos anteriores también son aplicables a la palabra “AMA”.
El caso es que si analizamos un poquito no daremos cuenta de que desde el
lenguaje hay una relación muy estrecha entre el amor y la esclavitud. Esto
explica la tendencia de las personas enamoradas a querer poseer a la pareja
(ser el centro de su vida), a convertirse en esclavas afectivas, o a convertir
la relación amorosa en una cárcel afectiva.
En consecuencia, amar es un arte, muy arriesgado por cierto. El amor es un
llamado a la más plena libertad y una seducción a la más honda esclavitud.
Saber amar es contar con el arte de crear un balance entre la libertad absoluta
y la esclavitud total. Es saber jugársela, para de dos hacer uno sin dejar de
ser dos. Poseer a la pareja es esclavizante, pero no mostrar ni un poco de pertenencia
suele ser indiferencia. Por ello, amar puede propiciarte la vida más digna o
provocarte la muerte más cruel; la riqueza más grande (estar con quien amas) o
la pobreza más miserable (mendigar amor por alguien). Recuerda, el amor puede
darte la vida, pero también puede quitártela; aprende a amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario