sábado, 5 de mayo de 2018

“Haitianos y Homosexuales: Endemoniados y desviados”


Por: Pedro M. Fernández

La relación extranjero/nacional es una relación desigual en todos los sentidos. Por ejemplo, no se juzga de la misma manera si una persona le quita la vida a otra de su territorio que si es un extranjero el que se la quita; es decir, que la gente tiende a sentir menos furor colectivo cuando es un nacional el que le quita la vida a un nacional que si es un extranjero. Pues no se espera que el que viene de fuera tenga los mismos derechos y beneficios que los nacionales, aunque los documentos de derechos humanos digan otra cosa.
El extranjero constituye un grupo minoritario en el territorio ajeno, lo cual le hace verse privado de ciertos derechos y privilegios de los que otros gozan por el simple hecho de ser del lugar. Si la persona, además de ser extranjera, proviene de un país con el que los nacionales tienen rencores históricos y además es concebido como una raza inferior; entonces, las cosas se complican muchos más.
Dicho esto, es lógico, aunque no por ello justificable, que se juzgue de una forma más severa el hecho de que un haitiano quite la vida a un dominicano que si es un dominicano el que le quita la vida a un dominicano o a un haitiano en el territorio dominicano. De la misma manera, se juzga más severamente si un homosexual viola a un niño que si lo hace un sacerdote. Al parecer el hecho de ser haitiano u homosexual hace que el homicidio o la violación sea más grave.
Estadísticamente es menos probable que un haitiano le quite la vida a un dominicano a que lo haga otro dominicano; de la misma manera que es menos probable que un homosexual viole a un niño a que lo haga un sacerdote. Pero arremetemos con más fuerza contra homosexuales y haitianos. Esto muestra lo sesgado que está nuestro juicio por el odio hacia el otro.
Una muerte o una violación no son aceptables de ningún modo y objetivamente debería ser juzgado con la misma severidad para cualquier humano que cometa el acto, sea homosexual o clérico; sea extranjero o nacional. Pues objetivamente un homicidio es un homicidio y una violación es una violación con independencia de quién lo perpetre.
En este punto observamos la ausencia de objetividad en el juicio cuando dependiendo de las características inherentes al perpetrador juzgamos de una forma más o menos severa el acto. Además, cuando generalizamos el acto a los miembros del grupo minoritario al que pertenece la persona, como una característica inherente a dicho grupo. Por ejemplo, lo mató porque es haitiano o los homosexuales violan niños. Son en realidad estos estereotipos y prejuicios los que hacen que juzguemos más severamente los actos que a su vez confirman y refuerzan nuestros estereotipos y prejuicios. Como humanos, cuando alguien que nos cae mal nos hace algo malo es por mucho peor que si nos lo hace alguien que nos agrada.
Si el racismo puede definirse como el odio hacia otra persona por sus características fenotípicas; la homofobia puede definirse como el odio hacia otro ser humano por su orientación sexual. Aunque, desde luego, nos cuesta aceptar que es así. En este punto el odio se convierte en un terreno fértil tanto para estereotipos y prejuicios; como para la satanización, la patologización, la exclusión y el desprecio hacia el otro.
Las minorías son concebidas como desviadas, no desde el punto de vista estadístico, desde el cual se puede entender la desviación como qué tanto se aleja algo del promedio, qué tan diferente es. Las desviaciones con respecto de la media crean la diversidad, gracias a ello no existe una única forma en toda la naturaleza. Pero en el promedio, los grupos conservadores, tienen a ver las desviaciones como algo nocivo y peligroso para la santidad, la salud, las buenas costumbres, etc.
Por otra parte, el nacionalismo no es más que una ideología que cual religión tiene muchos creyentes; y, así como las fronteras, no es algo que existe de forma natural sino un invento de nuestra imaginación colectiva y una forma de control territorial. Con esto no estamos diciendo que nacionalismos y fronteras no tienen importancia por el hecho de no ser un hecho biológico, sino que no deberíamos querer naturalizarlos como si lo fueran.
Lo cierto es que todos somos humanos independientemente de en qué lugar del planeta nacemos o nuestras características personales, si algo malo hacemos debemos responder por ello igual que cualquier otro humano. Obviamente esto es sólo un ideal, pues el sistema seguirá tal cual es y defenderá su estabilidad.

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