domingo, 26 de marzo de 2017

"PARA QUE NADIE TE DECEPCIONE"

Por: Pedro M. Fernández

Mucha gente afirma haber sido decepcionada por un familiar, amigo, pareja u otro, y me surgieron dos preguntas. ¿Por qué nos decepcionamos? ¿Qué hacer para que no nos decepcionen? Y me di cuenta de que la decepción tiene que ver con nuestra percepción. Además observé que la decepción se asocia con el desengaño. Si hay un desengaño es porque había un engaño, pero ¿quién engañó a quién?

Daniel Goleman nos plantea la existencia de un punto ciego psicológico. Esto está relacionado con una capacidad cognitiva que es la “atención”. La atención es la capacidad de enfocarnos en una porción de la realidad y prescindir del resto. Esta facultad presenta un costo y un beneficio. El beneficio es poder enfocarnos en una cosa a la vez y no estar desenfocado. El costo es correr el riesgo de no ver cosas que sería importantes que veamos. Pues todo lo que está frente a nosotros en un momento determinado, pero que sale de nuestro foco de atención cae en nuestro punto ciego y de ello pasamos desapercibidos aunque esté frente a nosotros.

El caso es que nos confiamos de las experiencias pasadas para evaluar automáticamente las nuevas y no detenernos a pensar mucho en ello. Igual esto tiene sus costos y sus beneficios. La percepción se construye sobre la base de expectativas, basados y confiados en nuestras experiencias pasadas y en otros factores.


El punto es que podríamos crearnos una expectativa falsa sobre alguien de quien hemos creado una percepción que no ha sido bien evaluada, sino enfocados en una o varias características de esa persona y prescindiendo del resto. Luego abrimos los ojos y nos damos cuenta de que nuestra percepción (expectativa) no se corresponde con la realidad y nos sentimos engañados y decepcionados. Pero ¿quién nos engaño, la otra persona o nuestra necesidad de crear una expectativa falsa sobre esa persona? Puede que las dos. El caso es que si somos más sobrios a la hora de crear expectativas sobre alguien tendremos menos posibilidades de ser engañados.

“EL MISTERIO DE SOÑAR”

Por: Pedro M. Fernández

La vida del ser humano se desarrolla en el binomio sueño-vigilia: estamos despiertos o estamos durmiendo. Mientras dormimos suceden diversos acontecimientos fisiológicos en nuestro organismo necesarios para mantenernos con vida y saludables. Dichos acontecimientos son ya ampliamente comprendidos y explicados por la ciencia.

Ahora bien, un fenómeno que tiene lugar mientras dormimos es el soñar. Para lo cual, al momento, no tenemos una compresión clara y una explicación científica concluyente. Desde luego, contamos con diversas hipótesis y teorías explicativas. Pero pese a los muchos estudios en el campo de lo onírico, es muy poco consistente lo que sabemos al respecto, sobre todo cuando nos preguntamos ¿qué son los sueños? ¿Por qué y para qué soñamos? ¿De dónde sale el contenido de los sueños? ¿El porqué de los diversos sueños? Por el momento, sólo podemos especular e hipotetizar al respecto.

Siguiendo el pensamiento cognitivista puede afirmarse que los procesos cognitivos son el producto del funcionamiento neuronal en su procesamiento de la información. Ahora bien, el pensamiento post-estructuralista advierte que no se pueden reducir los procesos cognitivos al mero procesamiento de información, también hay que tomar en consideración que el pensamiento es un constructo social, en otras palabras, los contenidos del pensamiento son constructos sociales abstraídos mediantes procesos de socialización.

Por otra parte, siguiendo a las neurociencias, cabe recordar que el cerebro es plástico, y la nueva información construye nuevas conexiones, modificando de esta manera la estructura cerebral. Entonces, puede decirse que nuestro cerebro se va transformando mediante la socialización.

Hasta aquí podemos afirmar que la cognición tiene que ver con factores genéticos, neurológicos y sociales. Pues la genética constituye la base del conectoma humano, las neuronas constituyen dicho conectoma y son la base neuroanatómicas y neurofisiológicas de la cognición, la interacción social provee los contenidos de la cognición, crea y modifica las estructuras neuronales.

El otro elemento a tomar en consideración es el hecho de que por cuestiones de tiempo, el cerebro procesa información de forma consciente e inconsciente, siendo esta última (hasta donde sabemos) la más abundante.

Ahora, el pensamiento, la atención, la percepción y la memoria, son facultades cognitivas que permiten procesar y almacenar diverso tipo de información. Además, poseemos una facultad (la inteligencia) que nos permite utilizar y repesar la información en busca de soluciones o nuevas posibilidades.

Mientras dormimos nuestro cerebro realiza un sinnúmero de actividades, entre ellas, soñar. Para algunos los sueños no son más que una sucesión de imágenes, como una película con la que el cerebro se entretiene mientras trabaja. Cosa rara, entretenerse mientras se trabaja. Para otros, los sueños son una forma en que el cerebro busca resolver problemas de los que nos plantea la cotidianeidad. Otros dirán que mediante los sueños el cerebro busca exponernos a nuestros temores en busca de que podamos superarlos, otros que los sueños son deseos reprimidos, entre otros.

En nuestra opinión los sueños están compuestos por el amplio contenido de información consciente e inconsciente almacenados en los diversos tipos de memorias, proveniente de la interacción social y de la probabilidad de producción de nuevas informaciones en base a la interacción de la información ya existente; esto, basado en la capacidad creativa imaginativa de cada cerebro y de factores como las creencias, las valoraciones, los razonamientos, motivaciones, etc.


Ahora bien, ¿qué significa todo esto? ¿Para qué sirve? ¿Cuál es la razón de ser de los sueños? Hay que seguir analizando…

“FALACIA PSICOLÓGICA”

Por: Pedro M. Fernández

Se nos ha enseñado que como psicólogos debemos guardar cierta distancia respecto de la realidad sobre la que operamos, es decir, debemos mantenernos al margen (ser neutrales) de la realidad de la otra persona, para evitar ser juez y parte. Asumimos que esto garantiza nuestra objetividad en el trabajo. Pero recientemente, como crítico que soy, he empezado a cuestionar este supuesto.

¿Será posible ser neutrales en imparciales frente a la realidad sobre la cual operamos? ¿Será cierto que la impersonalidad garantiza la objetividad en el trabajo psicológico? ¿Es posible ser objetivos en algún ámbito de la ciencia? ¿Es esta pretensión propia de la psicología y en caso de que no lo sea, de quién la hereda?

Lo cierto es que todo esto es propio del positivismo lógico, paradigma epistemológico dominante que presume una asepsia cientista en la que se basa su objetividad y que hereda de los métodos utilizados en ciencias naturales. La psicología desde sus inicios en Estados Unidos, en busca de estatus social y de reconocimiento científico, trató de imitar a las ciencias naturales en su modelo epistemológico, basado en el positivismo de Comte.

Ahora bien, dado el hecho de que las ciencias son el producto del ser humano (ser limitado y con intereses), ninguna ciencia puede ser objetiva en sentido positivista. Considérese el hecho de que nuestro único contacto con el mundo exterior es nuestro sistema sensorial y que la realidad es sólo una construcción subjetiva de nuestro cerebro (percepción) y una ilusión socialmente compartida. De manera que la objetividad es cuestionable en cualquier ámbito.

Por otro lado, hay que tomar en consideración que somos seres interesados y que nuestros intereses personales se inmiscuyen en todo lo que hacemos. De manera que no es posible la asepsia científica frente a una realidad psicosocial determinada. Siempre tendremos que situarnos en algún punto para evaluar el resto de la realidad. Así que, a lo más podremos simular neutralidad e imparcialidad.


De manera que la impersonalidad no garantiza la neutralidad, imparcialidad u objetividad, sino únicamente responder al paradigma del imperialismo cientista. Esto queda demostrado cuando observamos la historia de la evolución de la ciencia. Sobre todo cuando analizamos la inconmensurabilidad de de la ciencia en T. S. Kuhn, quien pone de manifiesto la falacia del positivismo lógico y la inconsistencia del falsacionismo popperiano, demostrando que la evolución de la ciencia y el cambio de paradigma responden a intereses que se imponen sobre otros creando un imperialismo cientista, en el que se desecha todo acercamiento epistemológico y toda aplicación práctica alternativa.

“REALIDAD SOCIAL Y ENAJENACIÓN”

Por: Pedro M. Fernández

La gente tiende temerle más a las amenazas inmediatamente próximas que a las amenazas aparentemente lejanas. Sin importar si las segundas producen daños más profundos, duraderos e irreversibles que las primeras. Este fenómeno explica porqué el común de la población le teme más y juzga con más severidad e inclemencia la delincuencia juvenil que la corrupción gubernamental.

Por ejemplo, si le preguntamos a muchas personas por los funcionarios corruptos, podrían decir: que son ladrones. Y si le preguntamos ¿qué fue lo que se robaron? Posiblemente nos digan: el dinero del pueblo. Y si le preguntamos ¿dónde, cuándo, cómo y cuánto se robaron? De seguro que muchos no tendrán ni la más remota idea. El común de las personas sólo dicen que son ladrones porque la gente lo dice o porque son del partido opositor. Muchos hasta podrían justificarlo, argumentando que todos hacen lo mismo y que otros han robado más. Muchos otros ni le interesa porque se levantan juicios contra ellos.


El punto es que ningún funcionario le ha puesto un arma de fuego en la cabeza para quitarle lo que cobró esa quincena (del trabajo inmediato, para resolver problemas inmediatos), ni le quitó el celular que compró la semana pasada (el único que tiene). No importa si lo que el funcionario se robó aumenta la presión tributaria y todavía los tataranietos tienen que seguir pagándolo. Darse cuenta de este fenómeno social permite a muchos funcionarios derrochar el erario público sin que el pueblo se inmute.

“EL PROBLEMA DE LO NORMAL”


Por: Pedro M. Fernández

La consciencia de la percepción de normalidad nos faculta para discriminar aquello que es normal de lo que no lo es. Lo normal viene a convertirse en la media o estándar (cuasi divino) de lo aceptado y legitimado socialmente como bueno, válido, deseable, ideal, digno de imitación y veneración. De ahí todos los extremos (exceso y defecto) son malos. Lo normal constituye el patrón (modelo) a seguir por la sociedad en todos sus órdenes. Este puede variar dependiendo de diversos factores (tiempo, lugar, poderes de turno, etc.). Algunos son casi inamovibles. De aquí, todo lo diferente al modelo (paradigma dominante) en un momento determinado es visto como sospechoso, extraño, peligroso, contagio nocivo, maléfico, amenazante; lo cual le constituye en un agente imputable de condenación, satanización, patologización, medicalización, rechazo, persecución, desvalorización, culpabilidad, inferioridad, exclusión, estigmatización, etc.

Lo normal es el resultado de procesos construcción, imposición y legitimación de las estructuras de poder sobre la base de valores ideales. Ellos establecen qué es lo normal, así nos domestican para acatarlo y todo aquello que no se amordaza al modelo no es aceptado.  Pensemos en la educación formal, el hombre blanco, el modelo científico positivista, lo noratlántico, el neoliberalismo económico, los modelos sexuales, las religiones y los partidos de dominantes, el sentido común, entre otros. Justificamos sus contradicciones, doble moral, defectos y crisis de forma acrítica, como seres alienados por un sistema de dominación de la consciencia.


La normalidad tiene un poder invisibilizador de lo heterogéneo en aras de sostener una construcción simulada y artificial de la homogeneidad. Recordemos que la realidad social es una construcción y que nuestra percepción es la forma en que nuestro cerebro-mente reconstruye la realidad para nosotros. Entonces lo normal presenta un carácter globalizador que invisibiliza lo heterogéneo, así crea una ilusión generalizada de que lo diferente, lo disidente, lo que no encaja es una excepción remota (cosa extraña) que debe ser atacada. Por ejemplo, todos los cristianos no pensamos la religión de la misma manera, todos los educadores no concebimos la educación como el sistema dominante, no todos los científicos se someten al paradigma positivista, etc. La normalidad como imposición ideológica de lo homogéneo da poder y control a la estructura dominante sobre la población que se guía por los enunciados del sentido común.

domingo, 20 de marzo de 2016

"¿QUÉ ES DIOS? ¿CÓMO ES DIOS?"

Por: Pedro M. Fernández

Decimos que Dios es una persona. Pero dado el hecho de que no conocemos otra forma de personas más que la humana, en nuestro intento de descripción teomórfica, caemos irremediablemente en el antropomorfismo (una descripción de Dios basada en las características humanas). Así corremos el riesgo denunciado ya por muchos pensadores: crear una imagen de Dios a nuestra imagen y semejanza, en vez de ser al inverso.

El hecho de tener un Dios invisible y lejano (paradójicamente cercano, en el cielo y aquí, gracias a la omnipresencia) viene a complicar aún más lo antes dicho. Pues la invisibilidad, ausencia e ininteligibilidad de Dios crea, por un lado, la necesidad de medios de constatación; mientras que por el otro, potencia y facilita la creación de imaginarios ideológicos teológicos que responda a intereses dominación, discriminación y exclusión en contextos diferentes y específicos.

Aquí se hace necesario deslindar entre la creación humana y la revelación divina de la realidad ontológica teomórfica. Es decir, ¿qué de lo que conocemos o decimos saber acerca de la especificidad inherente a la naturaleza de Dios ha sido revelado por Dios? ¿Y qué ha sido construido por el genio del intelecto ser humano? El hecho de que la Teología Sistemática nos muestres que lo que conocemos de Dios es gracias a sus atributos deja aclarado en gran parte el asunto. Además, cabe aclarar que lo que denominamos revelación no es más que, como dice Torres Queiruga, «un “caer en la cuenta” que nos devela una profundidad insospechada a la que nos aboca el estímulo que revela».

El ser humano tiene la tendencia morbosa de medir todo desde sí mismo. Y de atribuir a sus creaciones sus propias características. Cada atributo de Dios responde a un momento y a una realidad de necesidad específica del ser humano. La revelación se convierte en hermenéutica atributiva. Lo que sucede es un caer en cuenta y ese caer en cuenta atribuírselo a un ser o causa divina a partir de una interpretación.

Si bien, esto puede servir para causas muy nobles, también puede servir para fines utilitarios de poderes hegemónicos. Pues si nadie ha visto a Dios habrá que asumir que es como dicen que es los que tienen el poder de creación de imaginarios teomórficos. Así las cosas, la imagen de Dios construida por la estructura socio-religiosa sirve para legitimar sistemas de dominación, exclusión, alienación y discriminación.


Dada la naturaleza ininteligible de Dios, de ello nada sabemos con certeza. Quizás, como decía el Pseudo Dionisio, «lo único que sabemos con certeza es lo que no es». De manera que, en términos teológicos, como aseveraba Lao Se, «el que sabe no habla y que habla no sabe». Dios sigue siendo misterio inconmensurable, El Totalmente Otro de Karl Barth. Así que no debemos dejar que nos engañen con cualquier imagen de Dios.

lunes, 14 de marzo de 2016

POLÍTICA Y PORNOGRAFÍA

Por: Pedro M. Fernández

Resulta interesante observar como las personas más conservadoras y puritanas pueden ser entretenidas por la desnudez ajena. 
Recientemente asistimos, por imposición de la moda del momento, a la lucha de distintos sectores del país (¿conservadores?) contra la comunidad LGBT, representada en la figura del embajador estadounidense.
La “coincidencia” tiene que ver con la probabilidad de que dos o más fenómenos coincidan en espacio y tiempo. Lo interesante es que las coincidencias no son mágicas, si bien puede responder a lo azaroso y aleatorio, también puede ser forzada a ocurrir. En este último caso, siempre responderá a los intereses de la fuerza impulsadora.
La diversidad sexual ha existido desde siempre, con mayor o menor expresión en contextos diversos -condenada por algunos (fe juedo-cristiana), practicada por otros (cultura greco-romana, por citar algún ejemplo)- actualmente se ha convertido en uno de los fenómenos de discusión del momento. Igual que siempre unos la celebran mientras otros la condenan.
En el caso particular de nuestro país, el tema de la diversidad sexual se ha convertido en la agenda de diversos sectores. Los que apoyan la diversidad la promueven, los que la condenan la prohíben. Aunque esto se viene dando desde hace cierto tiempo, lo que llama nuestra atención es la coincidencia del ataque frontal entre estos sectores justo en el ambiente político actual. Hace que uno se pregunte si algún demiurgo mitológico estará jugando con nosotros o si ¿será que nos quieren entretener, enfocando nuestra atención hacia otro lado, para que perdamos de vista la realidad neurálgica de nuestra situación política justo en este momento?
Yo me pregunto si será verdad que el peor mal que actualmente tiene nuestro país es la comunidad LGBT y la promoción que pudiera darle el embajador estadounidense. También me pregunto qué tan comprometidos están los sectores conservadores de nuestro país con el bienestar nacional, en particular la iglesia, si, salvo raras excepciones, en ningunos de los problemas nacionales (corrupción, desfalco de nuestros bienes, delincuencia, injusticia social, inseguridad, narcotráfico, lavado, etc.) han dicho esta boca es mía.
También es bien sabido cómo cada vez más líderes religiosos se unen a la politiquería partidarista, no en busca de representar los intereses del país, ni de abogar por la democracia y la justicia social, sino en busca de que le den su pedazo del pastel. ¡Qué conservadores estos! Dada esta situación es lógico que en vez de denunciar todos los males que afectan la vida nacional prefieran entretenerse y entretenernos observando lo que hace el embajador con sus genitales.

SARS-COV-2 (COVID-19): Pánico, Demonios y Conspiraciones

"Una reflexión desde la Psicología Social y la Sociología de la Religión" Pedro M. Fernández “Es necesario que todo e...