domingo, 26 de marzo de 2017

“FALACIA PSICOLÓGICA”

Por: Pedro M. Fernández

Se nos ha enseñado que como psicólogos debemos guardar cierta distancia respecto de la realidad sobre la que operamos, es decir, debemos mantenernos al margen (ser neutrales) de la realidad de la otra persona, para evitar ser juez y parte. Asumimos que esto garantiza nuestra objetividad en el trabajo. Pero recientemente, como crítico que soy, he empezado a cuestionar este supuesto.

¿Será posible ser neutrales en imparciales frente a la realidad sobre la cual operamos? ¿Será cierto que la impersonalidad garantiza la objetividad en el trabajo psicológico? ¿Es posible ser objetivos en algún ámbito de la ciencia? ¿Es esta pretensión propia de la psicología y en caso de que no lo sea, de quién la hereda?

Lo cierto es que todo esto es propio del positivismo lógico, paradigma epistemológico dominante que presume una asepsia cientista en la que se basa su objetividad y que hereda de los métodos utilizados en ciencias naturales. La psicología desde sus inicios en Estados Unidos, en busca de estatus social y de reconocimiento científico, trató de imitar a las ciencias naturales en su modelo epistemológico, basado en el positivismo de Comte.

Ahora bien, dado el hecho de que las ciencias son el producto del ser humano (ser limitado y con intereses), ninguna ciencia puede ser objetiva en sentido positivista. Considérese el hecho de que nuestro único contacto con el mundo exterior es nuestro sistema sensorial y que la realidad es sólo una construcción subjetiva de nuestro cerebro (percepción) y una ilusión socialmente compartida. De manera que la objetividad es cuestionable en cualquier ámbito.

Por otro lado, hay que tomar en consideración que somos seres interesados y que nuestros intereses personales se inmiscuyen en todo lo que hacemos. De manera que no es posible la asepsia científica frente a una realidad psicosocial determinada. Siempre tendremos que situarnos en algún punto para evaluar el resto de la realidad. Así que, a lo más podremos simular neutralidad e imparcialidad.


De manera que la impersonalidad no garantiza la neutralidad, imparcialidad u objetividad, sino únicamente responder al paradigma del imperialismo cientista. Esto queda demostrado cuando observamos la historia de la evolución de la ciencia. Sobre todo cuando analizamos la inconmensurabilidad de de la ciencia en T. S. Kuhn, quien pone de manifiesto la falacia del positivismo lógico y la inconsistencia del falsacionismo popperiano, demostrando que la evolución de la ciencia y el cambio de paradigma responden a intereses que se imponen sobre otros creando un imperialismo cientista, en el que se desecha todo acercamiento epistemológico y toda aplicación práctica alternativa.

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