Por: Pedro Miguel Fernández - 2013
Para abordar este tema con
pertinencia y con la objetividad crítica y analítica que procuro en cada uno de
mis escritos, considero oportuno realizar algunas aclaraciones sobre qué es
sexo y sexualidad.
De inicio, cabe afirmar que los
seres humanos no tenemos sexo, es decir, no hacemos sexo, sino que “somos
sexo”. De manera que el sexo no es lo que la gente hace cuando se quita la
ropa, sino una condición biológica. Porque el sexo es nuestra condición de
seres sexuados, es decir, lo que nos diferencia como machos y hembras de la
especie.
Entonces, los seres sexuados no
hacen el sexo (pues no es una fabricación de ellos), tampoco tienen sexo (pues
no es algo que posean), sino que “son sexo”, es decir es su condición de seres
sexuados. De aquí que los seres sexuados lo que hacen es interacción sexual,
relación sexual o encuentro sexual.
Ahora, ¿qué es la sexualidad?
a. Es el conjunto de características
que nos identifican como seres sexuados.
b. Es el conjunto de conductas
dirigidas a producir la interacción, relación o encuentro sexual.
c. Es toda conducta encaminada producir
placer a través de la erótica (la erótica es toda conducta orientada a
proporcionar o recibir placer).
d. Es toda construcción socio-cultural
y moral que condiciona nuestro deseo de proporcionar y recibir placer.
e. Es un conjunto psico-afectivo,
emocional y sentimental que genera conducta de buscar o dar placer.
En
términos neuro-biológicos, el placer es todo aquello que nos garantiza la
supervivencia. La liberación de hormonas de placer eficientiza la interacción y
el encuentro sexual y, con ello, garantiza la supervivencia de la especie a
través de la reproducción.
Ahora
bien, aunque en sentido biológico la función principal de la sexualidad es la
reproducción, cabe destacar que hay por lo menos cuatro funciones importantes
de la sexualidad que aquí sólo mencionaré: a) producir placer; b) conocimiento;
c) comunicación; d) reproducción.
Tomando
en consideración lo dicho anteriormente, puede afirmarse que sexualidad es
parte integral del individuo durante toda su existencia.
Entonces,
¿existe la primera vez? Sí y no. Ya que tendríamos que preguntarnos ¿la primera
vez de qué? Pues la interacción sexual está presente desde la infancia. Sin
embargo, aquí tenemos que volver a la sexualidad como construcción socio-cultural y moral que condiciona nuestro
deseo de proporcionar y recibir placer. Según la construcción socio-cultural
del patriarcado androcéntrico y machista la sexualidad es sólo coito,
copulación comprendida en la trilogía: erección, penetración, eyaculación. De
manera, que lo que llamamos la “primera vez”, no es más que una construcción de
esta sociedad antes citada, con la que se busca darle una trascendencia casi
divina al acto del coito, convirtiéndolo en algo atractivo para todos y una
meta a alcanzar.
Esta trascendencia de la primera
penetración, está basada en una visión coito-céntrica, que sólo entiende como
sexualidad el acto del coito. Esto hace que todo lo demás sea visto como
preliminares o juegos previo que la gente no logra disfrutar de forma particular,
pues se nos han enseñado que eso se practica para llegar a lo otro. Pues se
entiende que el encuentro sexual sin penetración no es sexual, y que si no hay
orgasmo está incompleto. Todo esto, creencias que se pegan más que el chicle a
la suela del zapato y que sólo provocan la decepción y el trauma en mayoría de
adolescentes que se creyeron la fantasía o el cuento de Adas de la
trascendencia y lo especial de la “primera vez”, al no experimentar lo que
esperaban.
En fin, si eliminamos las construcciones
culturales, coito-céntricas y androcéntricas de la sexualidad nos encontramos
con que no existe la primera vez en la sexualidad, y si existe nadie la
recuerda, pues pertenece a las experiencias de la infancia. La idea de lo
trascendental de la “primera vez” lo único que crea es un atractivo para que
cada vez más adolescentes queden embarazadas, por la curiosidad y el deseo de
probar eso que los adultos pintan como tan tentado. Como si sexualidad fuera
algo que se sólo da cuando nos quitamos la ropa.
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