miércoles, 21 de junio de 2017

"HACIA UNA PSICOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN"

Por: Pedro Miguel Fernández - 2016
Análisis del Aporte de Martín-Baró

En su artículo «Hacia una Psicología de la Liberación», Martín-Baró aborda los siguientes aspectos: a) El aporte social de la psicología en Latinoamérica, b) La esclavitud de la psicología Latinoamericana, c) El mimetismo cientista, d) Carencia de una epistemología adecuada, e) Falsos dilemas, f) Hacia una psicología de la liberación, g) Un nuevo horizonte, h) Una nueva epistemología, i) Una nueva praxis, j) Tres tareas urgentes. Estos aspectos constituyen los acápites sobre los que se desarrolla todo el artículo.

1.     El aporte social de la psicología en Latinoamérica.
Martín-Baró inicia su análisis denunciando el carácter servil de la psicología en Latinoamérica, así como también, su poca o nula preocupación e incidencia en los problemas que afectan la vida de las y los latinoamericanos. Visto en palabras de Martín-Baró:
« Mi tesis es que el quehacer de la Psicología latinoamericana, salvadas algunas excepciones, no sólo ha mantenido una dependencia servil a la hora de plantearse problemas y de buscar soluciones, sino que ha permanecido al margen de los grandes movimientos e inquietudes de los pueblos latinoamericanos».

Esto evidencia la realidad de una psicología que no respondía a las necesidades reales de las personas y que se mantenía al margen de las realidades inherentes a las mismas. De manera que no se podía ir a la psicología a buscar respuestas o soluciones a los problemas que afectaban el aquí y ahora de las personas en su realidad político-social. Es decir, no existía un compromiso de la psicología con el ser humano en relación con su contexto.

Dice Martín-Baró que «La precariedad del aporte de la Psicología latinoamericana se aprecia mejor cuando se lo compara con el de otras ramas del quehacer intelectual». Esto se evidenciaba en el hecho de que desde otras ramas del saber se mostraba más compromiso con el cambio social que desde la psicología per se. Al respecto, Martín-Baró cita los aportes de la Pedagogía de la Liberación de Freire, los de la novelística y los de la Teología de la Liberación.

Por otro lado, denuncia cómo el psicologismo psicológico sólo se había preocupado por describir los problemas de las personas a nivel individual. Una descripción carente de referentes socio-históricos. Así se aislaba el problema al plano de lo individual y se eximía a la estructura social de culpabilidad alguna. Al respecto dirá Martín-Baró:
«El psicologismo ha servido para fortalecer, directa o indirectamente, las estructuras opresivas al desviar la atención de ellas hacia los factores individuales y subjetivos».

Frente a esta realidad, Martín-Baró entiende que la actitud del profesional de la psicología debe ser diferente, por ello afirma:
«De lo que se trata es de preguntarnos si con el bagaje psicológico que disponemos podemos decir y, sobre todo, hacer algo que contribuya significativamente a dar respuesta a los problemas cruciales de nuestros pueblos. Porque en nuestro caso más que en ningún otro tiene validez aquello de que la preocupación del científico social no debe cifrarse tanto en explicar el mundo cuanto en transformarlo».

2.     La esclavitud de la psicología Latinoamericana.
Tratando de comprender la razón de ser de la pobreza en el aporte de la psicología latinoamericana a la realidad de sus pueblos, Martín-Baró analiza la justificación tradicional que se basa en la juventud de la psicología. Tal argumento le parece que, aunque válido, es insuficiente, al mismo tiempo, podría resultar peligroso:
«…si en él nos escudáramos para no revisar las deficiencias que nos han llevado (y, en muchos casos, nos siguen llevando) a la marginalidad científica y a la inoperancia social».

Por su parte, Martín-Baró entiende que la razón de todo esto subyace a factores de carácter socio-histórico y cultural; a razones de dominación y dependencia heredadas del colonialismo y neocolonialismo.
«En mi opinión, la miseria de la Psicología latinoamericana hunde sus raíces en una historia de dependencia colonial que no coincide con la historia de la colonia iberoamericana, sino con el neocolonialismo del «garrote y la zanahoria» que se nos ha impuesto desde hace un siglo».

En este contexto, según Martín-Baró, la psicología sólo ha servido como medio de justificación que trata de convencer a la persona de la aceptación de su realidad y, en medio de ello, trata de aliviar la carga psicología de dicha condición moldeando las mentes de los individuos. Lo cual no produce cambio social sino perpetuación de la sumisión y dependencia y del mismo status quo.

Ahora bien, ¿qué sustenta este estado de la psicología latinoamericana? Para Martín-Baró hay por lo menos tres razones relacionadas entre sí: «su mimetismo cientista, su carencia de una epistemología adecuada y su dogmatismo provinciano».

La primera razón es el mimetismo cientista. Martín-Baró observa que, igual que la psicología estadounidense en sus inicios, la psicología latinoamericana busca reconocimiento científico y estatus social, pero con ciertas diferencias. Recordemos que desde Auguste Comte, con la integración de las ciencias, todos tratan de encajar con el modelo positivista de la ciencia. Esto es lo que se dio con la psicología estadounidense, trataron de imitar las ciencias naturales para que su psicología tuviera reconocimiento científico.

El problema con la psicología latinoamericana no es intentar imitar las ciencias naturales en sus modelos psicológicos, sino la carencia de un modelo propio y contextual. Lo que lleva a la psicología latinoamericana a copiar todo de su «big brother» norteamericano (concepto, metodología y práctica). Así, como observa Martín-Baró, la psicología latinoamericana va cambiando de modelo en virtud de los cambios de paradigma que se realizan en Estados Unidos sin ninguna mediación crítica.

Hoy, pese a los esfuerzos de imitación y al paso del tiempo, el ejercicio psicológico latinoamericano no ha logrado el reconocimiento que buscaba, por lo que entiendo que se hace necesario avanzar hacia una desoccidentalización y transcolonialidad de la psicología latinoamericana. Pues seguimos siendo dependientes de la ideología neocolonial y de la aprobación occidentalista.

El mimetismo cientista se da gracias a la carencia de una epistemología adecuada. Aquí el problema lo presenta el modelo positivista de la ciencia, no en tanto modelo científico sino en su intento de reduccionismo de lo científico hacia sí mismo, excluyendo todo acercamiento científico alternativo. Al respecto dirá Martín-Baró:
«El no reconocer más de lo dado lleva a ignorar aquello que la realidad existente niega, es decir, aquello que no existe pero que sería históricamente posible, si se dieran otras condiciones. […] Considerar que la realidad no es más que lo dado, que el campesino salvadoreño es sin más fatalista o el negro menos inteligente, constituye una ideologización de la realidad que termina consagrando como natural el orden existente.».

Sobre esta base puede afirmarse que el positivismo, encerrado en sí mismo, está cegado al resto de la realidad que no le interesa estudiar. Esto produce pérdida de objetividad y la universalidad es simulación ilusoria que no responde a la realidad concreta de cada contexto, pero que es impuesta por un imperialismo cientista.

En el mismo sentido, Martín Baró observa otros factores que contribuyen a la complicación de esta situación en el plano de la psicología, como son: el individualismo, el hedonismo, la visión homeostática y el ahistoricismo. El primero reduce toda la realidad al plano de lo personal, eximiendo, de esta manera, de responsabilidad a todo lo externo. El segundo reduce todo a las mismas motivaciones de búsqueda de placer y satisfacción. El tercero, en su búsqueda de mantener el equilibrio, patologiza toda visión divergente. Y el cuarto crea una universalidad impuesta que trastoca la identidad y la especificidad histórica de los diversos contextos.

El último elemento que Martín-Baró aborda respecto de la esclavitud de la psicología latinoamericana es el de los falsos dilemas. Para él existen por los menos tres: a) psicología científica frente a psicología con alma, b) psicología humanista frente a psicología materialista y c) psicología reaccionaria frente a psicología progresista.

3.     Hacia una psicología de la liberación.
En un tercer momento, Martín-Baró propone un cambio para la psicología latinoamericana, inspirado en la Teología de la Liberación y la Pedagogía de la Liberación. Comprender que se necesita una Psicología de la Liberación, es decir, una psicología que contribuya a la liberación de los pueblos latinoamericanos. Pero dada la dependencia de la psicología latinoamericana de los modelos estadounidenses, una Psicología de la Liberación implicará primero una liberación de la psicología, pues si bien es cierto, como afirma el teólogo Victorio Araya, que «desde la opresión surge la liberación», no menos cierto es que no se puede libertar a otro siendo esclavos del mismo yugo del que se quiere libertar.

Para que dicha liberación sea posible, según Martín-Baró, son necesarios tres elementos: un nuevo horizonte, una nueva epistemología y una nueva praxis. El primero implica que la psicología latinoamericana descentralice su visión en sí misma (búsqueda de aceptación y estatus) y mire la realidad de los pueblos latinoamericanos; no mire sólo al individuo, sino también al grupo; no mire sólo desde los que dominan, sino también desde y con los dominados.

Todo esto conlleva una nueva epistemología. Se necesita un nuevo objeto de estudio, una nueva metodología para búsqueda del conocimiento. Dice Martín-Baró:
«El objetivo de servir a la necesidad de liberación de los pueblos latinoamericanos exige una nueva forma de buscar el conocimiento: la verdad de los pueblos latinoamericanos no está en su presente de opresión, sino en su mañana de libertad; la verdad de las mayorías populares no hay que encontrarla, sino hay que hacerla. Ello supone, por lo menos, dos aspectos: una nueva perspectiva y una nueva praxis».

Lo dicho amerita una nueva praxis. Como ya dijimos, desde y con los oprimidos, las clases populares, etc. Como dice Fals Borda citado por Martín-Baró:
«…el conocimiento práxico que se adquiere mediante la investigación participativa debe encaminarse hacia el logro de un poder popular, un poder que permita a los pueblos volverse protagonistas de su propia historia y realizar aquellos cambios que hagan a las sociedades latinoamericanas más justas y humanas».


Finalmente, Martín-Baró entiende que entre las diversas tareas que presenta una Psicología de la Liberación, por lo menos tres eran necesarias de forma inmediatas: la recuperación de la memoria histórica, la desideologización del sentido común y de la experiencia cotidiana, y la potenciación de las virtudes populares.

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