Por: Pedro M. Fernández
En una ocasión Jesús dijo: "Oye, Israel, el Señornuestro Dios; el
Señoruno es" (cf. Mc 12.29). Si esto es así, entonces, podemos afirmar
que hay una Deidad que es para toda la humanidad. De aquí, que Dios no puede
ser el patrimonio de un pueblo, ni el monopolio de una tradición religiosa o
grupo denominacional, sino que es Dios de toda la humanidad.
El problema es que muchas tradiciones
religiosas (entre ellas la judeo-cristiana) afirman poseer al único Dios, de
manera que, quien desee relacionarse con el Dios “verdadero”, tendrá que
adherirse a dicha religión. Aquí lo divino dejar de ser "nuestro Dios", en sentido universalizante, para
convertirse en el monopolio que una religión que lo utiliza como instrumento de
proselitismo.
En consecuencia, surge la siguiente
interrogante, si de verdad hay un sólo Dios, ¿por qué muchas tradiciones
religiosas aseveran poseer al verdadero Dios? Al respecto dirá Leonardo Boff,
hablando en términos teológicos: "Todo
punto de vista no es más que la vista de un punto". Es decir que Dios
es uno para toda la humanidad; lo que sucede es que cada quien tiene un punto
de vista teológico diferente. Dios es ese punto al que toda la humanidad
religiosa mira, cada quien desde su posicionalidad.
Ahora bien, aun afirmando que no existen
diversos dioses, sino diversos puntos de vista en torno al mismo Dios, surge una
interrogante más ¿Cuál de todos los diversos puntos de vista es el verdadero?
Esto, porque mucha gente quiere poseer una verdad que le sirva como columna de
la cual poder apoyar su fe. Quizás aquí sea pertinente citar las palabras del
Pseudo-Dionisio: "De Dios lo único
que sabemos con certeza es lo que no es", pues, a Dios lo vio jamás", dirá Jesús. Desde aquí, lo único que
podemos afirmar es que nadie tiene la verdad última sobre la naturaleza y el
modo de ser específico inherente a lo divino. El punto de vista verdadero no
existe como patrimonio de ninguna tradición religiosa, sino que el punto de
vista verdadero, si es que tal punto existe, estará disperso entre los
diferentes puntos de vista. Sólo en la unión ecuménica de todas las religiones,
razas, culturas, etc., por medio de los vínculos de la paz y el amor (cosa que
no veo que haya interés en que suceda), encontraremos el punto de vista
verdadero.
Tenemos que tener claro que nadie podrá
apropiarse del "Totalmente Otro",
Karl Barth. Hay que repetirlo hasta la saciedad: Dios no es patrimonio ni
monopolio de ninguna tradición religiosa (sin importar lo exclusiva, redentora,
inspirada o revelada que esta se proyecte), como tampoco el Cristo lo es, dirá
José Amando Robles, siguiendo el pensamiento de Raimon Panikkar. De manera, que
aunque cualquier tradición (entre estas subrayamos la judeo-cristiana), poseída
por un complejo de exclusivismo etnoteistas, pretenda ser portadora del único
Dios verdadero y de sus verdades, lo cierto es que no posee nada más que su
propio punto de vista, igual que las demás tradiciones, acerca de ese Dios que
es universal.
Es lamentable que, con el paso del
tiempo, las diversas tradiciones religiosas (sobre todo las occidentales), en
vez de ser un enlace entre Dios y la humanidad, como indica el término religión
(religare) en su sentido primigenio,
se hayan convertido en un estorbo para el establecimiento de dicha relación de
espiritualidad. Pues, pudiendo ser todos los ser humanos hermanos y hermanas
(como muestra el mito fundacional de Génesis 1-11.26), las religiones, con sus
ideologías separatistas, nos han fraccionado en grupos adversarios, pues las
mayorías de las religiones crean su
identidad sobre la desvalorización, el desacredito y degradación de las otras.
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