Por:
Pedro M. Fernández
La
incipiente aventura se vaticinaba efímera;
Una
intención sin intención germinaba en sus albores.
La
visión del horizonte no traspasaba los linderos de nuestras narices;
El
porvenir yacía esotérico a nuestra cognición.
El
destino movías sus hilos;
El
impacto de lo altamente improbable
Aguardaba
impertérrito su kairós;
Dulce
misterio de la serendipidad.
La
colisión se concretizó;
El
magnetismo de millones de átomos en interacción atrayente.
De
la sinapsis el recuerdo en memoria se tornó;
De
lo efímero a lo tempiterno furtivamente.
La
mágica oxitocina del apego a la necesidad;
Delirio
de lo inexorable.
¿Cómo
eludir lo ineludible?
¿Cómo
desasirse de lo inherente?
La
imprevisión sucumbió,
El
imponente porvenir floreció;
Del
temor al amor en el alba. En un beso las tinieblas irradiaron fulgurante luz.
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